17.11.19

Por lo menos

Estaba yo consolando a alguien que acababa de dejarlo con su pareja y, oh, qué raro, me salió el sentido del humor.

Mi amiga estaba enumerando cada una de las que cosas que ya no soportaba de su ex, y yo decía las cosas que me han sacado de quicio o que no me gustaban que hicieran los hombres que tenían el honor de disfrutar de mi humilde, grata y espléndida compañía. Acabamos coincidiendo en algunas. Lo malo es que, estando con ellos, tardamos tiempo en darnos cuenta de que esas relaciones no eran ni sanas ni buenas. 

ALLÁ VOY

Que te corrijan en público. Esa es de las cosas más fascinantes que hay, el cómo quieren dejarte en evidencia delante del gran público, mostrándote lo equivocada que estás. Ellos, que son muy listos, nacieron así de inteligentes y tienen que demostrarte y demostrarles a los demás que estás completa y absolutamente equivocada. ¿Seguro que lo estamos? ¿De verdad? MIRA, CHAVAL, SI QUISIERA SALIR DE DUDAS ME COMPRABA EL PRESTIGIOSO DICCIONARIO DE MARÍA MOLINER Y NO AGUANTABA QUE UN TÍO CUALQUIERA ME CORRIGIERA. 

Que te lo expliquen todo porque se ve que acabas de salir del convento. Informática, cine, mecánica o costura. Y tiene que darte una charla de absolutamente todo porque eres tonta y no lo sabías. MIRA, CHAVAL, QUE SABRÁS MUCHO DE PROGRAMAS, DE MECÁNICA, DE COHETES O DEL UNIVERSO PERO TÚ NO HAS PUESTO UNA PUTA LAVADORA EN TU VIDA Y ME ESTÁS DICIENDO QUÉ.

Que lo que les pase a ellos sea lo peor que le puede pasar una persona. Que mira lo que me ha pasado en el Mercedes. Que es que este fin de semana no puedo ir al chalet. Que me han entretenido jugando a pádel y llego tarde porque... ¿Les dices que se te ha muerto alguien o que te ha pasado algo? Pues que te digan Chica, son cosas que pasan o Bueno, podría ser peor os aseguro que no es lo más acertado. SI QUIERES SABER LO QUE SERÍA PEOR DAME TU RAQUETA DE PÁDEL Y SI ME ACERCO A TU MERCEDES SABRÁS QUÉ PUEDE SER PEOR.

Que te comparen. Da igual con quien: que te comparen. MIRA, CHAVAL, ESTO NO ES UNA COMPETICIÓN. ME GUSTA MI CULO GORDO, MI PELO APANOCHAO, MI COCHE ABOLLAO DE SEGUNDA MANO Y YA ME GUSTARÍA TENER MEJOR TRABAJO O MEJOR SUELDO, PERO ESTOY CONTENTA CON LO QUE HAY, NO COMO TÚ. Cansino. Pesao.

Que te hablen de alguna amiga o compañera. A todo momento. Todos. Los. Días. En. Cualquier. Tema. Esa chica no hace cosas, hace PROEZAS. Y todo, TODO, tenga que ver con algo que le haya pasado a ELLA. Esto es de lo mejor. Ante la brusca pregunta: ¿Pero... a ti te gusta esa chica? que te contesten que no, que le empiecen a sacar defectos, y que acabes replicando: Pues siempre estás hablando de ella. PESAO, ADEMÁS DE CANSINO ERES UN COBARDE, VETE CON ELLA Y CÁLLATE ESA PUTA BOCA. Si habla mal de ella después de estar con su nombre en la boca delante de ti, puedes estar segura de que a ti te ha puesto a parir por detrás. Y seguramente se lo habrá dicho  A ELLA. Tachán.

Que no tengan un detalle contigo. Estás cansada, agobiada, desbordada... Consigues tener un finde juntitos, solitos Y EL TÍO, QUE TIENE MÁS TIEMPO LIBRE QUE TÚ, NO HA PASADO NI LA MOPA. Y no sólo eso, ES QUE NO HA HECHO NI LA COMPRA. Además, NI HA CAMBIADO LAS SÁBANAS. NO HA LIMPIADO EL BAÑO. Recordemos que no sabe poner una lavadora. ESTÁS POR DARLE DE COMER A LAS PELUSAS PORQUE CREES QUE SON SUS NUEVAS MASCOTAS.

Que se vaya con sus amigos cuando quiere. Estupendo. Pero hazlo tú Y VERÁS QUÉ PRONTO QUIERE SABER CON QUIÉN, DÓNDE, CÓMO, CUÁNDO, POR QUÉ y estará nervioso como un padre primerizo esperando tu regreso a casa.

Que te pregunte hasta dónde quieres llegar cuando no has visto compromiso por su parte. Sí, mira, le voy a decir qué es lo que quiero de él cuando le estoy conociendo, o cuando llevo un tiempo con él, o cuando llevamos mucho tiempo y ya si eso DECIDE SI LE INTERESO O NO. Anda ya por ahí, las relaciones fluyen, se paran, cambian de rumbo o se sean, pero NO SOMOS PITONISAS. SI QUIERES SABER, TE PREGUNTAS, QUE SEGURO QUE TIENES LAS RESPUESTAS, SO LISTO.

Que eche de menos tiempos o personas pasadas. ERES UN PUTO AMARGAO. CONOCÍ A GENTE QUE FOLLABA MEJOR QUE TÚ Y NO LOS ECHO DE MENOS NI PARA ESO. Pero en qué estaría pensando si creía que me tenía que conformar con él...

Que cuente sus hazañas sexuales con otras. Como si tú hubieras salido del convento. SEGURO QUE SI LE CUENTAS QUE LAS DISCIPLINAS DE SEXO ORAL Y COITOS VARIOS TENÍAN COMO GANADORES A DOS PERSONAS DIFERENTES QUE NO SE LLAMAN COMO ÉL SE LE QUITABA LA TONTERÍA. Fantasma. Que te calles ya, pesao. Cansino.

Que saque defectos a lo que haces. Que encuentre el fallo, la tara, el defecto, pero él no hace nada. PERO TE QUIERES CALLAR, TROZO DE VAGO, QUE NI PARA LIMPIAR TU PROPIA CASA SIRVES.

Que acepte regalos y él no haga ninguno. Y los reclame si no le sigues haciendo detallitos. Tal cual. ERES UN GORRÓN DE MIERDA, PERO QUÉ JETA QUE TIENES.

Bueno, pues ese es un resumen de las cosas que nos sacan de quicio. Hay más, muchas más, claro, pero bueno, tampoco es cosa de aburrir demasiado.

Tenemos claro qué es lo que no queremos y no toleraremos, por lo que VAMOS SUBIENDO el listón y no aceptaremos ni ese nivel, ni por debajo. Así que por lo menos lo que sí tenemos, es claro lo que no queremos.

Yeah.

4.10.19

Momentazo

Tengo una amiga-compañera que es genio y figura hasta la sepultura, pero de las de verdad. Es todo un personaje, sería la protagonista de cualquier saga literaria y, de las personas con las que jamás me aburro, ella es una.

Aunque puede llegar a ser imprudente es de las mejores personas que conozco. Es tal cual. Tiene un corazón de oro. Es cabezota. Pero dejó hace mucho de ser compañera para convertirla en una amiga con la que puedo contar, y puede contar, para siempre. Ahí está la diferencia entre gente y gente. Tras unos quince años seguimos con la camaradería y la complicidad que sólo se comparte con muy pocas personas en la vida.

Un día estábamos en el trabajo y salió el comentario de que uno de los nuevos chicos que habían entrado tenía un hermano mellizo policía que trabajaba cerca de donde estábamos. Además, nos contaron que almorzaba en el mismo sitio que nosotras. Y yo pensaba, y pensaba, quién podía ser de toda la gente con la que nos cruzábamos a esa hora, hasta que caímos en la cuenta de que tenía que ser uno que iba en un grupo de cinco chicos de mi edad que siempre se sentaban por donde lo hacíamos nosotras dos y a veces coincidíamos con ellos. Cosas de ser parroquianos diarios de los mismos sitios, que te quedas con la copla de los habituales.

Bueno, pues un día coincidimos en la cafetería a la misma hora y ellos se sentaron donde lo hacían habitualmente. Los miramos y caímos en la cuenta de quién tenía que ser el hermano de nuestro compañero, por el parecido. El muchacho, al verse observado muy poco disimuladamente por mi amiga, hinchó el pecho y alzó la barbilla girándose levemente hacia nuestra mesa para facilitarnos la visión.

-Es él, lo tengo claro- dijo mi amiga,- se parece un montón.
-Creo que se ha dado cuenta de que lo estamos mirando, está pavoneándose- le dije.
-Creo que voy a preguntarle si es el hermano de Javi.
-Pero, ¿para qué? Si ya nos hemos dado cuenta de que sí.
-Tú calla, que yo se lo pregunto.

Y mientras él estaba con la postura de modelo de dibujo, mostrando su barbilla al público, mi amiga se levantó y se dirigió hacia él directamente. Por el camino agarró una silla que fue arrastrando mientra seguía yendo en su dirección. En ese momento me fijé en la cara del chico, en cómo se le cambió el gesto, se le torció viendo que mi amiga se iba hacia él con silla y todo. 

A mí me entró la risa. Os aseguro que en mi vida me he reído tan a gusto como en ese momento sabiendo que mi amiga dejaría con el culo torcido al más valiente y viendo que él no sabía dónde meterse cuando ella puso la silla a su lado ante la mirada atónita de toda la mesa. Luego me vieron reír completamente desencajada, llorando de la risa, por los huevos que tenía mi amiga y cómo él se había hecho cacota encima.

-Tú eres el hermano de Javi-le dijo.
-Ehmmm... sí. ¿Quién eres?
-Una compañera de Javi.
-Ah, vale- empezó a reírse, nervioso.
-Tu hermano me ha dicho que venías aquí a almorzar.- Yo seguía partida de risa, doblada, llorando. -Pues sí que te pareces. Pero tu hermano es más guapo.

Solté una gran carcajada, no pude contenerla. Me meaba. me dolía hasta la tripa de tanto reírme. Los de la mesa se empezaron a reír, el hermano de Javi el primero. Mi amiga se despidió y se sentó de nuevo a mi lado. Yo seguía sobre mis brazos, ocultando mi cara para que no me vieran llorar de la risa. Y las lágrimas no paraban de salir, no podía hablar de las carcajadas.

-Madre mía, si hubieras vito la cara que ha puesto cuando te has acercado cogiendo la silla al mismo tiempo...-balbuceé. Ella empezó a tener remordimientos.
-Tal vez no me hubiera tenido que acercar, por si se han sentido incómodos.

Otra carcajada. Parecía que yo no podía seguir riéndome así de esa manera, pero yo seguía, partiéndome la caja, completamente deshecha de la risa. Era la primera vez que la veía avergonzada por algo. Y ya es decir.

Cuando volvimos al trabajo, Javi nos llamó.
-Que me ha dicho mi hermano que QUIÉN ES ESA FIGURA.

Yo seguía llorando de la risa. No podía ser posible que me siguiera riendo de esa manera, pero lo estaba haciendo. Ella empezó a ponerse colorada.

Durante todo el resto del día nos cruzábamos las miradas y se me escapaba la risa floja. Ella estaba completamente roja, la veía cortada, como rumiando lo que había hecho. Yo hacía un esfuerzo titánico para seguir haciendo mi trabajo sin que se me escapara ninguna otra carcajada delante de nadie. Pero tenía que irme al baño a reírme porque yo no podía dejar de hacerlo.

A la hora de la salida íbamos en silencio hacia casa.

-Creo que por mi culpa van a dejar de ir a la cafetería-dijo.

Jamás en la vida me he reído tan a gusto como ese día.

Y no sólo volvieron, sino que empezaron a saludar.

Y no sólo saludaban, sino que me han reconocido por la calle cuando ya no coincido con ellos desde hace años.

Y yo me acuerdo del momentazo en una cafetería porque nunca me he vuelto a reír con tantas ganas ni tanto tiempo gracias a mi amiga y de cómo afrontó a unos pobres policías vestidos de paisano.

29.9.19

Ese pensamiento

Llevo un tiempo con un pensamiento en la cabeza y no sé por qué ha vuelto.

Es algo que tenía ya olvidado y que no pinta absolutamente nada en mi vida. Nada lo recuerda, nadie lo recuerda y, sencillamente, ese pensamiento no existía para mí, por lo que no sé por qué ha vuelto ni qué ha podido provocar su regreso. Y yo, que a veces soy de ideas obsesivas, me sorprendo al no saber qué ha tenido que pasar para que ese pensamiento haya ocupado otra vez un sitio en mi cabeza y campe a sus anchas entre los demás, como si fuese habitual de la casa.

Ese pensamiento tuvo un hueco importante durante mucho tiempo, pero lo eché a patadas. Hice cuanto pude para olvidar, para que no me importara, no era nada, sólo me molestaba, no me beneficiaba, pero lo conseguí. Olé. Fuera de aquí, y no vuelvas. Y no volvió durante años. Yo he seguido desde entonces con mi vida, mucho mejor sin ese pensamiento, y he disfrutado mucho más de ella sin él.

Pero ha vuelto. ¿Por qué? Ni idea. Y aunque no me molesta que haya vuelto, sí que me molesta porque vuelve a aparecer de forma obsesiva, haciendo que a veces quiera flaquear cuando me ronda. Pero no. Es una tontería, no es ni útil, ni práctico y sólo me perjudica. No es real, no lo ha sido nunca, y algo así puede incomodarte, pero sólo si le dejamos que lo haga.

Así que ahora no le prestaré atención. He vivido años sin ese come-come interior, puedo seguir viviendo igual ahora sin hacerle caso. Cállate, anda. Madre mía, la de chorradas que me haces pensar.  Lo incómoda que me puedes hacer sentir. Y no pienso sentirme culpable.

Porque a veces hay ideas que han estado con nosotros tanto tiempo que cuesta expulsarlas del todo o para siempre.

Pero que lo conseguiré, lo tengo claro. Porque vaya chorrada es, pero hay que ver lo que fastidia.

7.8.19

De cosas y personas.

Acumulamos trastos como si nuestra vida dependiera de ello. 

Compramos cosas que no necesitamos, sólo porque nos gustan, pero no tienen ninguna utilidad realmente en nuestra vida y, si se rompen o las olvidamos, no las echaremos de menos salvo porque eran agradables de ver.

Acumulamos cosas en los cajones, en los armarios, sólo porque parece que tenemos miedo al horror vacui, a encontrárnoslos vacíos. Preferimos el desorden, los montones, las mezclas de productos y objetos en nuestras posesiones sólo porque nos pareció bonitas, útiles, necesarias o a saber qué. 

Y cuando miramos las cosas nos acordamos por qué nos atrajo, por qué nos gustó tanto, pero no sabemos qué utilidad tiene. Y, si la tiene, es para un futuro no inmediato. Simplemente queremos encontrarle un uso que no tiene, la verdad. Y como no lo tiene, molesta, ocupa sitio, estorba...

Con las personas pasa lo mismo.

Hay personas que no necesitamos que se amontonan en nuestras vidas como trastos. Son personas que, si dejamos de permitirles que se acerquen tanto, podemos notar cómo corre la brisa a nuestro lado. Esas personas son las que evitan que conozcamos a nuevas amistades que, seguramente, serán mucho más sanas, o más efímeras, pero mejores, que ellas. 

Por eso hay que vaciar cajones, o amistades. Crear el orden en nuestras vidas. Hay cosas que no necesitamos, por mucho que nos gusten. Y amistades que no son las mejores, por mucho que nos gusten. Objetos y personas que no hacen más que estorbar o no permitirnos movernos bien por nuestro camino.

Tener los cajones vacíos o tener pocos amigos no te hace ser peor persona, sino que prefieres la calidad a la cantidad.

Vamos, que tengo que hacer con los cajones y los armarios lo mismo que he hecho con mis amistades.

10.7.19

Algo normal.

Tengo que reconocer que no todo el mundo que me conoce, o me haya conocido,  ha tenido el placer de hacer conmigo algo realmente cotidiano y normal.

No hablo de beber hasta caer borrachos, ni de viajar, ni de ir de concierto, ni de ver una película en el cine, ni de ir a comer a 400 kilómetros de casa, ni de quedarnos dormidos viendo la tele, ni de pintar una habitación, ni de ayudar en una mudanza... Nada de eso. Hablo de ir a la playa.

Ir a la playa y lucir mis bikinis cada vez más coloridos me supone cero esfuerzo. Sigo odiando la arena, sigo odiando quemarme, pero no sé, como que le he pillado el gustillo a notar la brisa en la espalda desnuda, enterrar los pies en la arena húmeda y fresca y de hacer el muerto o el pino en el agua, a merced de las olas.

Tampoco me importa, aunque lo prefiero, ir en horas vespertinas a la costa y meterme en el agua. No tomo tanto el sol, no me quemo, pero me resulta agradable tener el sol a mi espalda mientras miro hacia el mar. La arena, repito, no me gusta, pero la tolero mejor cuando no quema.

Pero por la noche... Ah... Esa arena fría, esa orilla oscura... De noche no me gusta el sonido del mar, me parece inquietante, pero meter los pies en la arena fría, caminar por la orilla, es un placer del que no puedo , ni quiero, prescindir. Y meterme en el agua por la noche supone una delicia que comparto con muy poca gente porque, reconozcámoslo, muy pocos pueden llegar a comprender. Y se hace o no se hace, pero sólo se dice una vez. Tiene que ser dicho y hecho. Quien quiere, lo hace ipso facto, aun sin bañador. 

Tanta excusa de cosas no hechas y tantos planes de algo que no se hace nunca...

Y el amanecer... ah... ese hilillo de luz que recorre el agua hasta mis pies es algo que siempre me gusta ver. La arena congelada y la playa desierta. Todo un lujo.

Bueno, que eso. Que no todo el mundo ha podido venir conmigo a la playa a una de esas horas, y mirad que es algo realmente normal.

Espero seguir sin quemarme este verano. Estoy en racha :D

4.6.19

No te gusta.

No lo reconocerás nunca, pero no te gusta lo que hago, lo que digo, cuanto hago o lo que diga. No te gusta cómo visto ni cómo me expreso.

No te gusta que cuente nada, ni que recuerde algo que me haya pasado. No te gusta que me meta en conversaciones ajenas ni tampoco que me calle cuando quieres tú que participe.

No te gusta que esté callada ni te gusta que siempre tenga algo en qué entretenerme. No te gusta que tenga iniciativa, y menos aún que sea tan observadora como para encontrar defectos o que se me ocurran cosas que mejoraría nuestra vida, porque siempre, siempre, cuando abro la boca, la respuesta es no. Un no rotundo que siempre, siempre, me dices sin mirar y con indignación, como si te estuviera diciendo o pidiendo que me dejes desollar a tu gato mientras me como a tus hijos.

No te gusta que no esté cuando quieres y comentas que dónde me meto, como si tuviera que estar 24x7 a tu disposición, absoluta, plena y servil. No te gusta que te consulte nada, no te gusta que te pida consejo, no te gusta que me vea en algún problema porque das por hecho que yo lo he provocado por mucho que haya gente que te advierta de lo contrario.

No te gusta mi presencia, no te gusta que calle, que hable, que ría o que llore. No te gusta absolutamente nada de cuanto pueda hacer. Y te molesta también que, ante una de tus quejas, te diga que si también te molesta eso. Sea lo que sea.

No sé. Lo mismo no es que te moleste cuanto haga o diga, o lo que me ocurra o me hagan. 

Yo lo tengo claro. Lo que no soportas es a mí.

No lo siento por ti, pero sólo puedo decir que tienes un problema, y tu problema no soy yo.

9.5.19

Derecho de admisión.

Hay un trocito de mí que comparto con mucha gente. Tiene nombre y se llama empatía.

Tal vez durante una época lo consideré como un defecto, porque me involucraba en problemas ajenos que nada tenían que ver conmigo y ayudaba cuanto podía a la persona que los tenía. O escuchaba cuanto dijera, contara, y me daba pena o comprendía lo que me contara, porque pensaba que esa persona necesitaba desahogarse y yo dejaba hablar para que su pena saliera de alguna forma.

Tiempo después vi que mucha de esa genete acababa desapareciendo porque ya no tenía ni problemas ni necesitaba desahogarse conmigo. Fui una herramienta para ellos, eso lo tengo claro. Yo di comprensión, apoyo, ánimos, y me devolvieron silencios y vacíos. Recordemos que cada uno da lo que tiene.

Y como los meses, los años, pasan de forma constante, por muy rápido o muy lento que se nos pase a veces, veo a gente que aparece de nuevo en mi vida, no sé muy bien para qué. Tengo claro que no es para ofrecerme su amistad incondicional porque tiempo han tenido para hacerlo. Pero esta gente aparece de nuevo y yo ya sospecho que es porque quieren algo de mí, y yo hace tiempo que puse derecho de admisión y no me fío ni un pelo de qué quieren ahora o para qué me quieren, porque si digo la verdad, me importa de cero a nada.

Esas alegrías al verte cuando la última vez que nos encontramos fue bastante desagradable porque ya no me necesitaba, o esa falsa euforia para quedar cuando hace meses que no sé nada de estas personas. Que vale, que puede ser que se alegren de verme, ¿por qué no?, pero yo no siento nada por esta gente. Si acaso sentí algo más que empatía el tiempo y el viento hicieron que desapareciera, y no tengo el más mínimo interés de saber de o hablar con ellos. Porque no hay dos sin tres, por supuesto.

¿Dónde estaban en mi mala época? Pues a saber. Pensándolo fríamente es que me da igual. Yo no los necesitaba, a ninguno. Ellos a mí, sí. Todos. Ahí está la diferencia.

Y aquí estoy, rodeada de esa gente que sí estuvo en las buenas y en las malas. Los que me conocen mejor que nadie y ahí siguen. Y son libres de entrar en o salir de mi vida porque tienen patente de corso. Gente con la que con una mirada ya sabes lo que están pensando. Los que saben qué significa que apriete los labios o me aparezca la sonrisa ladeada. Porque ellos sí me importan, y les dejo elegir si estar a mi lado o no. A ellos sí. Sólo a ellos.

Siempre recuerdo la frase de "Si alguna vez quieres a alguien, déjalo marchar. Si regresa, es tuyo. Si no, nunca lo fue". Y la aplico a rajatabla.

Menos a estos que vuelven a por a saber qué. A esos no. Que los aguante su madre.

Ps: En todo este tiempo he visto que realmente no necesito a nadie para sentirme bien y los métodos que utilizan algunos para dar penita o que les hagan casito. Hay un patrón que se repite en todos ellos. Y a mí, que me gusta fijarme en el comportamiento humano, igual que he visto mis defectos, también he visto los de los demás, sacando conclusiones con mis estudios científicos caseros.

Con todo ello no soy más desagradable, todo lo contrario. Y esa despreocupación es la que molesta tanto.

Fuera gente interesada, fuera gente tóxica y fuera gente falsa. Sólo eso. Que los que no aparté ya se fueron solos y no volvieron. Afortunadamente.

8.5.19

Mía, la culpa ha sido mía...

Esta primavera está siendo especialmente dura para cierto entorno mío.

No tienen problemas de salud, ni económicos, ni muertes, tienen familias perfectas, una vida social intensa pero están amargados por a saber qué. Supongo que esa felicidad les sabe a poco.

Lo primero que hacen es andar por la vida con cejas, ojos, nariz y boca en la misma parte de la cara, en un gesto de malhumor eterno. No disfrutan con nada, se agobian enseguida y como no tienen nada mejor que hacer en la vida (recordemos que no tienen problemas) se dedican al deporte nacional: a dar por culo.

Si vas, si vienes, si haces, o con quién. Si estás, si no, si ríes o cantas. Si llevas, si traes, si puedes o no. Si comentas, o si callas, si tú lo sabes y ellos no, o porque no lo sepas. Da igual. El problema eres tú. Su problema eres tú. Y miran con lupa cuanto haces, dices, con quién hablas, dónde vas, si te llevas bien con alguien que les ignora, y hacen cuanto pueden para quedar por encima de ti, como aceite en el mar.

Pues vale.

Ni les hace gracia tus bromas ni les gusta que vayas (por fin) con tranquilidad por la vida, porque ahora se dedicarán ellos a borrarte esa sonrisa de gilipollas que se te pone porque pasó la tormenta y ahora disfrutas de la calma chicha. No comprenden cómo puedes estar tranquila aunque vengan nubarrones, porque siempre se ponen en lo peor que no les ha llegado nunca. Que no puedes tener una vida que no tienen, sólo porque lo deciden, y no les haces caso porque pa qué. Y mantienes la calma que intentan romper y eso hace que se esfuercen más en hacerte sentir mal.

Y no.

Tienen que estar haciendo cuanto saben y pueden para incomodarte, enfrentarte con otras personas, para quedar mejor que tú. Y te da igual. Pero el tiempo no pone a la gente en su sitio, sino ellos mismos se ponen. Y el público ante quien te querían linchar ha visto y comprobado la verdad, en la que lanzaron flechas que no dieron en su objetivo sólo porque con la misma boca con la que pedían favores ahora hablan mal de ti.

Y qué culpa tenemos de ser, de saber, de conocer, de estar, de respirar, de reír, de vivir, de disfrutar, de ocupar un lugar en el mundo que ofrece millones de cosas nuevas por descubrir, de gente interesante conocida y por conocer. Y qué culpa tenemos de que no disfruten de lo que tienen y de lo que podrían conseguir.

Pues la culpa ha sido mía, cantaba Camilo Sesto.

Si soy su problema es porque no tienen problemas, en realidad. Porque considerarme a mí un problema... bueno, a mí se me da muy bien dar por culo cuando quiero, la verdad. Pero es que yo no había hecho absolutamente nada para verme en esto. Y el problema ha sido eso, que yo no quería hacer absolutamente nada con esta gente.

Y siguiendo así han conseguido que yo sea por fin un problema. Su problema.

Y no hay nada en esta vida como hacer algo que moleste a quien le caes mal, a quien ha intentado destrozarte, porque si sin hacer nada ya les molestaba, a partir de ahor, por poco que hagas, le sentará peor de lo que realmente es esa ofensa.

Así que cualquier chorrada es como una afrenta que se tiene que solucionar en un duelo con pistolas.

Y como disparen balas igual que las flechas...

Que eso. Que la culpa es mía.

Y sin mover un dedo, oiga.

22.4.19

Just me, myself and I

Cuando hemos estado compartiendo la vida con otra persona nos acostumbramos a tener siempre a alguien con quien hablar, salir, discutir, viajar... Se nos hace tan cotidiano que es imposible pensar o decidir nada que no incluya a esa persona. Incluso cuando hacemos algo que sólo nos afecta a nosotros (comprar unas simples bragas, cortarte el pelo o aceptar una invitación de boda por parte de un familiar cercano tuyo) pensamos en esa otra persona con la que compartes la vida.

No sé si conocéis la experiencia única que es la de vivir sin nadie más en casa.

Yo creo que debería ser obligatorio por lo menos una vez en la vida.

Sin hijos y sin padres. Sin pareja. Sin nadie más que contigo mismo. Tú decides, eliges, quieres, piensas y haces. No tener que decirle a nadie dónde vas, con quién ni cuándo volverás. Que te surja algo y que aparezcas por casa dos días después sin tener que avisar a nadie de que no volverás o que tardarás en llegar. No pasa nada por tener que bajar la basura tú sola. Tampoco que tengas que ir tú, y sólo tú, a comprar víveres para subsistir. Que puedas prescindir de cocinar y alimentarte de mierdas varias. Que puedas llevar a casa a quien quieras y sin repetir. Y sin dar explicaciones. Ser la dueña del mando de la tele. La reina de la casa.

Elegir con quién irte de vacaciones o con quién pasar un fin de semana. Encontrarte con la libertad de no encontrarte con un mensaje preguntándote dónde estás ni a nadie ocupando la otra parte de la cama cada día. Abrirte a nuevas oportunidades, a otras personas, que con pareja o en compañía ni te lo plantearías.

Conocerte mejor. Ver de lo que eres capaz. Decidir por ti misma. Quererte en vez de repartir el cariño que antes le dabas a alguien que, seguramente, no apreció. Mimarte. Vaguear. Cuidarte. Cocinarte. Experimentar. Descubrirte. Proponerte. Arriesgarte. Ganar. Perder. Explorar. Ser. Disfrutar.

Vivir sola es maravilloso. M A R A V I L L O S O

Me pregunto si me acostumbraré a vivir otra vez con alguien...

11.4.19

28.3.19

De quejas y quejas.

Sé por qué he estado toda la vida escuchando a los demás sus penas. Sé perfectamente por qué he estado acompañándoles en sus tristezas, animando, consolando y dándoles esperanza. Sé también por qué  me preocupaba por ellos, por todos y cada uno.

Un día pensé: pues creo que tengo un problema. Y, al analizar mi situación, vi horrorizada que ese problema era consecuencia de otro más grande. Y que realmente tenía muchos problemas que, si seguía por ese camino, no iba a resolverlos nunca. Reconocer que se tiene un problema es el primer paso. Lo complicado es dar el segundo.

Mientras seguía escuchando las penas ajenas yo balbuceé alguno de los míos.

Ahí empecé a ver que no había casi nadie que me escuchara, ni que me acompañara, ni que me animara o me diera esperanza. Por lo general, escuché un bueno, estás exagerando, o poniéndome en duda, culpándome de lo que me pasaba... En un principio pensé que menos mal que sólo había contado algo  y no tenían ni idea de todo lo que había más.

Pero no. No era así. Había hecho el esfuerzo de confiarme en unas pocas de esas personas y muy pocas me escucharon realmente. Esas personas, todas, habían visto cómo yo había estado a su lado en sus malos momentos. ¿Y cómo se comportaban cuando era yo la que necesitaba que me escucharan, por lo menos?

Que si exageraba. Que si no era nada. Que era muy raro lo que me pasaba. Que...

Pues no. Yo tenía una inmensa bola de nieve que, si no me apartaba, me iba a aplastar. Y algunas de esas personas intentaban por todos los medios que siguiera en la trayectoria de esa bola, compuesta de muchos problemas. En un principio pensé en afrontarla, creyendo que podría. Luego me acobardé. Luego me hundí por completo.  Y luego pensé: ¿qué es lo peor que me puede pasar ya?

Tengo que dar las gracias a esas personas que sí estuvieron conmigo. No me juzgaron, me escucharon y no buscaron nada a cambio. Tengo que agradecerles hasta que me muera que me acompañaran, que me aconsejaran, que aguantaran mis lágrimas y mis silencios. Porque yo, esa persona fuerte que escuchaba y acompañaba a los demás, tenía mis propios problemas que muy poca gente quiso ver o reconocer.

Así que sí, llegó un día en el que los que no me apoyaron ni estuvieron cuando yo estuve tan mal, los mismos que solucionaban mis cosas con una frase, me seguían contando sus penas y yo les cortaba porque no me interesaba ya escucharles, me aburrían con problema cotidianos que yo, además, también tenía, y así se lo decía.

Yo sé por qué escuchaba a la gente y por qué no suelo escuchar ahora. Sé cuál ha sido la diferencia entre una época y otra, y sé en quién confiarme y quienes pueden confiar en mí lo saben perfectamente también.

Si alguien que nunca se queja empieza a hablar, deja que lo haga. No sabes por lo que puede estar pasando esa persona.

7.3.19

Cruces.

A veces hay caminos que vuelven a cruzarse.

Se cruzan, y se vuelven a cruzar, y se cruzan tantas veces que acaban yendo en paralelo hacia cualquier sitio, no importa dónde porque la compañía era grata y no había prisa para nada. 

Y de repente, se separan, porque sí, porque hay cosas que no duran mucho, pero sí lo suficiente para dejar un bonito recuerdo y desear lo mejor a esa persona que compartió algo muy especial contigo sacando lo bueno que había en ti y yéndose sin llevarse nada, dejándote feliz, tanto como lo eras cuando lo conociste.

Y caminas por cualquier otro sitio conociendo lugares nuevos, cruzándote con otra gente, a veces una vez y otras, varias veces, pero el camino sigue y sigues sin ninguna prisa.

Entonces esa persona tan especial que se cruzó contigo y que procuró ir en paralelo, aparece de nuevo en tu vida y ves que hace lo posible para caminar a tu lado, allanando camino, cortando malezas y refrescándote si hace calor. Procura cobijarte en el frío, saber de ti y hacerte partícipe de su vida. Y mientras camináis sin prisa, porque seguís sin tener prisa para nada, dejas que te quiera otra vez, pero esta vez de forma distinta. Vela tu sueño, abraza tu cuerpo, besa tu sien, te mete en su vida, te mira con sus ojos azules, te regala su gente, te saca la más grande de tus sonrisas y te da paz. Y amor. Y lujuria. Y su vida.

Así que sólo recomiendo que siempre se disfrute del camino, independientemente de su duración, y sin importar lo que pueda durar.

Nunca sabes con quién te vas a cruzar.

27.2.19

Ganando.

Qué ganas de complicarse la vida tienen algunos. Qué ganas de fastidiar, de meterse con otras personas que, o bastante tienen encima con lo que viven, o con gente que está de lo más tranquila.

Qué ganas de hacerle faenas a alguien, que ganas de fastidiar, de malmeter, de complicarle la vida a los demás, sólo por el placer de ver el efecto que causan o, seguramente, por la envidia que les despierta esa persona al poseer algo que ellos jamás podrían conseguir. Y nada mejor que destruir, o intentarlo, autoestimas y tranquilidades que no son suyas.

Qué ganas de crear cosas malas, rumores, problemas, malos rollos, con lo bonito que es saber hacer cosas buenas. Pero no saben, por eso actúan de esa manera, por eso lo hacen por detrás, porque a la cara no se atreven. Los valientes no actúan así.

Qué ganas de aislar a alguien para machacarlo, qué ganas de intentar desprestigiar, forzarle a hacer algo que no quiere o pagarlo con él cuando no le afecta ni es causa de problema. Qué ganas de demostrar lo mala persona que puede llegar a ser.

Ya lo has demostrado, lo habéis demostrado, y no habéis visto resultados. El mundo sigue girando y vosotros no sois el centro de nada, de nadie, porque no sois nadie, por mucho que hayáis, has, intentado eliminar a quien hace sombra. Os cobijáis en gente igual que vosotros para daros la razón, justificar vuestros actos despreciables y queréis no pensar que habéis sido descubiertos y que hay quien sabe la gentuza que sois.

Eso habéis ganado: nada.

Ahora ya sabemos de qué material estáis hechos. De mierda.

7.2.19

Separados por el mundo.

Voy a hablaros de los separados.

Los separados es una especie humana que ha estado viviendo con otra persona a la que le ha echado la culpa de todo lo que le pasaba. No les dejaban salir con los amigos, ir con la bici, jugar al fútbol, ir al bar, jugar a la petanca o irse de señoras. Da igual, siempre ella tendrá la culpa. Su ex, esa pérfida mujer que les ha amargado la vida, quitado la juventud y hecho la vida imposible.

Los separados son diferentes a los otros hombres, porque en cuanto se ven libres de esa horrible mujer a la que le tienen que pasar una pensión por esos niños que no viven con él porque no solicitó la custodia, ni siquiera la compartida, bajo cualquier excusa, deciden que es hora de rehacer su vida. Concretamente lo deciden incluso antes de firmar los papeles del divorcio porque claro, viven en un infierno y tienen que desfogar con otras, pero eso no tiene nada que ver con que esa horrible esposa esté enfadada con ellos, es que no sabe comprenderlos.

Esta clase de personas se dedica a cambiar su vestuario por algo mucho más juvenil. Colores claros, camisetas de grandes letras, aspecto deportivo, se dedican a colgar en redes sociales que han rejuvenecido hasta a los 15 años, poniendo en sus perfiles fotos de lo bien que se lo pasan, siempre sonrientes, felices, enseñando lo bien que están ahora sin esa mujer gruñona con la que, salvo hijos, pensiones e hipoteca, poco o nada más tienen en común. Porque "vuelven" a hacer todas esas cosas que no podían hacer cuando estaban casados con esa bruja que les hacía la vida imposible.

También todos creen que su físico es algo parecido al de George Clooney, Brad Pitt o Hugo Silva, su cuerpo como el de cualquier campeón olímpico de gimnasia y su arte amatoria es incomparable, suprema y que todas las mujeres están deseando probar, puesto que dejan al mismísimo James Deen como un principiante.

Y como se creen libres de tal tormento que ellos jamás causaron ni provocaron, por supuesto, creen que cualquier mujer del mundo está deseando quedar con ellos. Puedo añadir incluso que creen que cualquier mujer que les dirige la palabra quiere estar con ellos. Es más, se creen el centro de todas las miradas: todas las mujeres se tocan pensando en ellos y los hombres los envidian por ser tan machotes, tan libres, tan varoniles...

Son tan varoniles que hacen cosas de hombres, porque los hombres hacen esas cosas. Yo diría que los hombres de verdad no las hacen, pero ellos, en su cabeza, deciden que sí las hacen porque es un reclamo para las mujeres. Hablar del buen sueldo que tienen, el estatus que tiene su puesto de trabajo, mirar las tetas de la persona con la que hablan... vamos, lo normal. Y, sobre todo, creer, convencido, que a ella le gusta escuchar todo cuanto dice y que esas cosas de hombres de verdad no le molestan, porque cómo le van a molestar, si son cosas de hombres.

Los hombres que ellos dicen que son hablan de esas mujeres de forma despectiva. Son simples y vulgares muescas que si no las cuentan no existen para quienes escuchan, por lo que las cuentan aunque no haya habido nada (total, quién lo va a descubrir) y cuentan intimidades si las hay porque total, la que no se va a enterar es ella... o eso creen.

Y algo que también tienen en común es que quieren quedar con esas mujeres que les hacen casito, ya sea por una conversación casual o por cortesía. Es normal que pregunten, o sugieran, que un día podrían quedar a tomar algo, pero que vayan al puesto de trabajo de esa persona, a los lugares en donde suele ir, o se hagan los encontradizos y repitan tú qué haces normalmente (frase recurrente escuchada a varios separados que no se conocen entre sí)  hace que la persona sobre la que vuelan en círculos se sienta incómoda. 

Y si además, tiene vuestro móvil, tranquilas, que hará cuanto esté en su mano para que creáis que es divertido, interesante, encantador, aunque sea más simple y vulgar que un charco de agua sucia. Con el tiempo lo veréis.

Así que, amigas, si alguna vez dais con un especímen así, huid. No perdáis el tiempo en ellos, ni por educación, ni por muy buenos que estén. Son cansinos, arrogantes, repetitivos, y los detectaréis porque TODOS dicen y hacen lo mismo: hacen y dicen lo que sea para que caigáis en sus brazos, pero es que lo hacen con cuantas pueden.

Hay separados que valen la pena, por supuesto. Pero, si os doy un consejo, no hay nada peor que un recién separado. Pagará con vosotras todas las mierdas que "le haya hecho" su malvada ex.

He dicho.

15.1.19

Nota mental

Quitarle la pegatina a la cámara del portátil cuando la vaya a usar.

Mejor me lo tatúo, que siempre se me olvida y pasa lo que pasa.

13.1.19

Que nunca duela

Llevaba mucho tiempo queriendo más de lo que me querían. 

Era una costumbre insana y natural en mí, esclava de mis sentimientos y de otras personas que disfrutaron haciendo daño. Sin saber por qué, siempre estaba en el banquillo esperando mi oportunidad, creyendo que algún día me tocaría ser la afortunada, deseando saber qué era lo que se sentía cuando te elegían. A veces creí saberlo, y la felicidad fue absoluta. Pero no, no lo supe jamás porque nadie me quiso realmente. Nadie quiso afrontar el dolor que causaba, nadie quiso dar la cara sabiendo el daño que hacía y nadie, absolutamente nadie, se paró a pensar en lo que podía estar sufriendo yo. Y algunas veces, unas pocas, me las ví canutas.

Ese reconocimiento que yo esperaba de ciertas personas, ese cariño que yo buscaba, tenía que venir de familia, amigos o relaciones, pero tengo que reconocer que mi insatisfacción fue más grande que lo que me daban. No es que yo siempre quisiera más, es que no me daban lo que yo merecía. No era jamás igualitario, ni justo, ni real. Jugaban a fingir, a aparentar, sólo para que yo no me enfadara y perdieran eso que tuvieran conmigo. Lo que fuera. Y por ello fueron capaces de engañar, mentir, actuar y decir tantas mentiras en privado o en público que me sorprende el descaro con el que hablaban delante de mí, o a mí.

Y nunca era constante, de repente me encontraba con un silencio, un desprecio, un cambio de humor sin venir a cuento que pagaban conmigo, por una mala tarde, una discusión con otra persona, o simplemente por placer. Sabían que yo siempre estaba ahí. Si os digo la verdad, no sé realmente qué esperaba, si ya había detectado que no era yo lo que causaba su malhumor y sí con quien pagaban el pato. Supongo que era el hábito de estar ahí, de querer algo de reconocimiento, no sé. 

Tardé, pero me di cuenta.

Espero que te des cuenta ahora de que, lo que me pasaba a mí, te está pasando a ti ahora.

Dará igual lo que hagas, lo que digas. Siempre serás la última a la que recurran para las buenas cosas, y la primera para las malas. Nunca esperes reconocimiento por estar siempre ahí porque los aplausos siempre los tendrá otra persona que no serás jamás tú, como te han demostrado todo este tiempo. Tú aguantarás malos humores, tristezas, malos días y en cuanto brille de nuevo el sol volverán a dejarte sola. Rellenas vacíos, rellenas huecos. Y no vales para rellenar huecos de nadie, eres demasiado importante y no te mereces ni hacerles sombra.

El amor no duele. Si duele, no es amor. Ni amor, ni amistad, ni cariño ni nada. 

Que nunca duela.


9.1.19

Una bolsa de pipas.

Hay que ver qué barata se vende alguna gente. Por estatus, soledad o por a saber qué motivo es capaz de tragar con muchas cosas que antes juraba y perjuraba que no iba a hacer/tragar y habedlos aquí en posición dispuestos a aceptar gustosos como una ducha todo cuanto antes rechazaban de manera insistente, repetitiva y bajo palabra.

Pero lo niegan cuando se lo recuerdas. ¿Yo he dicho eso? ¡Qué va! Porque es preferible hacer que el otro quede como mentiroso a quedar tú. Y aunque haya quedado por escrito en un mensaje de whatsapp, en gtalk o skype, se seguirá negando la evidencia que los testigos presenciamos y ahora vemos sus cambios.

Y os aseguro que hay que tener una personalidad muy pequeña o un miedo muy grande a la soledad para hacer ciertas cosas de las que los demás mortales huimos como si fuese un incendio, pero sabemos que hay gente que tiene un precio, a veces hasta se lo baja, no sea que al regatear el otro se enfade.

Y los demás comiendo pipas contemplando el espectáculo que da más vergüenza ajena que otra cosa por la que no tenemos intención de mover un dedo porque hablo de gente adulta con suficiente edad para no tenerles que decir que está mal lo que hacen o que miren lo que les está pasando por hacer de tragasables. Pero no, que nosotros no tenemos que meternos.

Así que nada. Que el espectáculo tiene que continuar. Y sigamos comiendo pipas, que el público está más que entretenido.

6.1.19

Año nuevo.

Inauguro este año con algo que puedo escuchar en bucle.

I´m back.