10.4.20

"El gobierno, todo mal"

Estamos viviendo algo que ha pasado a formar parte de la historia. 

Es una época en la que el gobierno que tenemos, afortunadamente el mejor para estos tiempos, ha hecho un despliegue dentro de sus capacidades, para afrontar esta crisis de la mejor manera que saben. ¿Mejorable? Por supuesto. Pero con competencias sanitarias cedidas a las CCAA, algunas habiendo medio privatizado la sanidad, con falta de material sanitario, culpan al gobierno de sus carencias, como si en una semana, un mes, se pudiera reponer lo que se ha recortado en años. SI aciertan, son ellos. Si fallan, el gobierno. No hay nada más que ver la indignación con la que el ejército se encontraba cadáveres de ancianos en residencias y la gente culpaba al gobierno. Residencias, por si lo desconocéis, de gestión privada y/o religiosas, en las competencias cedidas a CCAA, en las que en algunas, las dulces monjitas que allí "trabajaban" con la tercera edad salieron por piernas dejando a trabajadores y residentes abandonados junto a cadáveres. Pero claro, el gobierno, todo mal. 

Aprueban ayudas a toda clase de habitantes: desempleados, afectados por erte, autónomos (que cuándo un autónomo ha recibido una ayuda en este país), hablan de una renta básica... Y todo es insuficiente. Lo que más me fascina es la cantidad de expertos en economía que se dedican a decir que el gobierno todo mal cuando ha llegado algo que sobrepasa a cualquier gobierno. Hasta Holanda, Reino Unido o EEUU, que prácticamente pensaban que con ellos no iba y España era una pringada, se están cagando encima porque han visto que, cuando entra ese puto virus en un país, es incontrolable y tiene consecuencias devastadoras a todos los niveles. Y estos expertos en economía son como el viejo que, apoyado en la valla de una obra, le dice al que trabaja que eso está desviado, que le eche más arena, o que él lo haría mejor. Pero el gobierno, todo mal.

Una de las cosas que también ha resultado afectada ha sido la educación. Los escolares, universitarios, los estudiantes en general, han visto cómo han suspendido las clases de forma definitiva este curso escolar. Pero la educación, no. Los profesores, desde casa, mandan apuntes, deberes y trabajos a escolares. Los padres tienen que ayudar a sus hijos en muchas ocasiones, con el consiguiente esfuerzo que supone. Pero no van a dejar a sus hijos perder el curso por ello, ¿no? Muchos no disponen de dispositivos electrónicos en casa y, tal vez, ni siquiera wifi en casa. Así que, en un despliegue sin precedentes, veo cómo, por lo menos en la Comunitat Valenciana, la Generalitat se ha preocupado en llamar a cada estudiante para conocer sus limitaciones de conectividad, si no disponen de wifi o de dispositivos, por lo que están dando tarjetas sim y tablets a quienes no tienen. Una gran medida social que hay que agradecer a un gobierno valenciano que apoya al gobierno español ante una pandemia sin precedentes.

Esos padres que tienen que ayudar a sus hijos se quejan de la cantidad de cosas que tienen que hacer. A ver, oiga, esas cosas las hacía su hijo en clase, y parte en casa, pero ahora tienen que compensar la ausencia de clases con otra cosa. Hay quien hace clase online, hay quien sólo se maneja con apuntes y hay quien ve vídeos educativos que la maestra les ha dicho que vean. Y tal vez el problema está en que antes dejaban la educación escolar de sus hijos en manos de los maestros y no se preocupaban de si hacían más o menos deberes, y ahora ven aterrorizados que, encima que tienen que soportar una pandemia, tienen que bregar con los deberes de sus hijos. O que tienen que compartir su tablet u ordenador entre varios, si teletrabaja y tienen deberes al mismo tiempo. Pues mire, oiga, todos estamos en plena pandemia y tenemos que llevarlo lo mejor posible. Y si no se preocupa por sus propios hijos, no creo que se preocupe mucho por mí, así que queda hasta ridículo que se quejen de que tengan que ayudar, o estar, con sus propios hijos haciendo tareas escolares. ¿Que son muchas? Sí, pero son necesarias y temporales. Esto que estamos viviendo supone una nueva adaptación que hay que afrontar. Sí, tomando una cerveza en el bar con los amigos se está de fábula, pero que estamos hablando de sus propios hijos, de los que se quejan tanto. Pero el curso está a punto de terminar, vamos, no querrán que sus hijos pierdan todo el curso por un par de meses que queda para terminar. ¿O la culpa de eso también la tendría el gobierno?

Y es cuando empiezan a atacar a los profesores, que están en sus casas. Yo no soy profesora, pero es que me fascina cuando lo dicen. ¿En sus casas? ¿Que dónde tienen que estar en plena pandemia con los colegios, institutos y universidades vacíos? Pues en sus casas, preparando todo el material del que te quejas. Preparando esos vídeos que tienen que ver, subiendo esos apuntes que tienen que estudiar o corrigiendo las cosas que vuestros hijos les envían. Pero claro, están en casa. Y ese mensaje cala hondo. "Están en casa". Y por muy bien que estemos llevando esta pandemia en nuestra casa, ninguno estamos así por gusto. Pero claro, como el gobierno todo mal pues...

Y con la pandemia han venido problemas de paro, problemas de sanidad saturada, aunque parece que empieza a notarse una mejoría gracias al confinamiento. Ya veremos qué sucede cuando empiecen a levantarse las restricciones. También, todo sea dicho, que la inmensa mayoría del país lleva esto bastante bien. Higiene extrema, pocas salidas a la calle salvo para compras imprescindibles, excepto los cuatro descerebrados que existen en toda sociedad que se precie y que hacen un Boris Johnson y piensa que son inmunes. O los cuatro impresentables que cogen el coche y se van su segunda residencia a pasar el confinamiento, a veces, a cientos de kilómetros de su casa.

Yo tengo claro que estamos con el mejor gobierno que podríamos tener en estos momentos, porque con los otros estaríamos en la pura mierda, tanto a nivel sanitario como educativo, como social, laboral y a tantos niveles que no quiero pensar hasta qué nivel de miseria llegaríamos a llegar estar. Pero que mucho peor que ahora, desde luego.

Así que cuidáos, tened paciencia. Y que, dentro de lo malo, no estamos viviendo refugiados en una cueva en las montañas o viviendo a la intemperie. Estamos en nuestras casas, con todo o lo poco que tengamos, pero en casa. Durmiendo en una cama, viendo o no la tele, con una ducha y un váter. Y con conexión a internet, así que incomunicados, no estamos. Y estar entretenidos también es importante.

Y hoy, viernes santo, toca ver la película que hay que ver todos los años en un día tan especial:


La vida de Brian.


Disfrutadla como lo hago yo.




9.4.20

El imán.

Dicen que la vida es un espejo y que atraes lo que eres.

Pues como esa frase me la tomé como mandamiento en mi vida, cuando se acerca algo o alguien que no me conviene o me hace sentir mal, enseguida pienso que una mierda soy eso que se planta delante de mis narices, que yo no soy eso, ni así, por lo que lo ignoro y hago todo lo posible para que se me plante delante otra cosa y que sí me guste. Porque yo ya, lo que tengo clarísimo, es lo que no quiero y lo que no soy.

Vale, ya ha pasado mi momento de hablar de mí, coño, que parece que el blog es mío. Que sí, que a unos les caeré fatal, otros me querrán mucho y para la inmensa mayoría de los siete mil millones de habitantes en el planeta no soy absolutamente nadie. Perro vamos a dar la vuelta a la tortilla... ¿Qué pasa con esa gente que deja de existir para nosotros?

Eso es una cosa en la que he pensado alguna vez. Hay amistades, relaciones, compañeros, que se desgastan, que se alejan, que sólo están con nosotros una etapa de nuestra vida, porque hay gente que sólo está de paso. Pero hay gente a la que evitamos, de la que no queremos saber absolutamente nada. Esa gente era el espejo en el que no nos gusta reflejarnos porque ni de coña somos así. Es gente que no aporta absolutamente nada bueno a nuestras vidas. Y es gente que no queremos que esté en nuestra vida. ¿Por qué? Hay muchas razones, pero la más importante es porque nos maltrataron, y es un verbo que puede tener muchas interpretaciones. Demasiadas.

Y pienso, primero, en qué clase de placer obtendrán en ser tan malas personas. No sé, tendrán algún trauma, o complejo, o alguna filia tan rara como ellos, porque no me explico el nivel de hijoputismo que pueden llegar a tener, nivel psicopatía.

También pienso en qué ganan con ello. Si la gente les da de lado, por qué insisten en ese comportamiento mezquino y falso. Ya sabemos que son mala gente, pero... ¿tanto les compensa? ¿Pierden tiempo de su vida en hacer infelices a los demás? ¿Para qué? Y eso hace volver al punto anterior. Inmadurez. Miedo. Inferioridad. Miseria.

Y luego está en por qué no quieren comprender que hace tiempo se quedaron fuera de nuestras vidas. Y no volverán a ellas. Primero, porque ya nos preocupamos nosotros de rechazar a gente así, ya tuvimos suficiente y, segundo, porque no todos intentan de nuevo acercarse. Unos por cobardía, otros por falsedad, pero los que vuelven no han cambiado su manera de ser, siguen siendo los mismos que tiempo atrás se comportaron de manera tan miserable, y tampoco nos van a devolver el precioso tiempo que les dedicamos y que podríamos haberlo gastado en contar confetti.

Tiene que ser muy lamentable y triste que no les queramos ni ver por lo bajo que han caído, por las personas tan odiosas y vomitivas que son. Y no quieren darse cuenta, pero no es nuestro problema. Y no ven que no son nada realmente. Pero saben que perdieron algo que tenían y no lo van a recuperar. Cada uno de ellos actuará de una forma diferente para justificarse, para convencerse que no han hecho nada malo. Pero es cierto que las personas que estén a su alrededor tienen que ser muy infelices.

Por que ellos reparten lo que son: mierda.