9.4.20

El imán.

Dicen que la vida es un espejo y que atraes lo que eres.

Pues como esa frase me la tomé como mandamiento en mi vida, cuando se acerca algo o alguien que no me conviene o me hace sentir mal, enseguida pienso que una mierda soy eso que se planta delante de mis narices, que yo no soy eso, ni así, por lo que lo ignoro y hago todo lo posible para que se me plante delante otra cosa y que sí me guste. Porque yo ya, lo que tengo clarísimo, es lo que no quiero y lo que no soy.

Vale, ya ha pasado mi momento de hablar de mí, coño, que parece que el blog es mío. Que sí, que a unos les caeré fatal, otros me querrán mucho y para la inmensa mayoría de los siete mil millones de habitantes en el planeta no soy absolutamente nadie. Perro vamos a dar la vuelta a la tortilla... ¿Qué pasa con esa gente que deja de existir para nosotros?

Eso es una cosa en la que he pensado alguna vez. Hay amistades, relaciones, compañeros, que se desgastan, que se alejan, que sólo están con nosotros una etapa de nuestra vida, porque hay gente que sólo está de paso. Pero hay gente a la que evitamos, de la que no queremos saber absolutamente nada. Esa gente era el espejo en el que no nos gusta reflejarnos porque ni de coña somos así. Es gente que no aporta absolutamente nada bueno a nuestras vidas. Y es gente que no queremos que esté en nuestra vida. ¿Por qué? Hay muchas razones, pero la más importante es porque nos maltrataron, y es un verbo que puede tener muchas interpretaciones. Demasiadas.

Y pienso, primero, en qué clase de placer obtendrán en ser tan malas personas. No sé, tendrán algún trauma, o complejo, o alguna filia tan rara como ellos, porque no me explico el nivel de hijoputismo que pueden llegar a tener, nivel psicopatía.

También pienso en qué ganan con ello. Si la gente les da de lado, por qué insisten en ese comportamiento mezquino y falso. Ya sabemos que son mala gente, pero... ¿tanto les compensa? ¿Pierden tiempo de su vida en hacer infelices a los demás? ¿Para qué? Y eso hace volver al punto anterior. Inmadurez. Miedo. Inferioridad. Miseria.

Y luego está en por qué no quieren comprender que hace tiempo se quedaron fuera de nuestras vidas. Y no volverán a ellas. Primero, porque ya nos preocupamos nosotros de rechazar a gente así, ya tuvimos suficiente y, segundo, porque no todos intentan de nuevo acercarse. Unos por cobardía, otros por falsedad, pero los que vuelven no han cambiado su manera de ser, siguen siendo los mismos que tiempo atrás se comportaron de manera tan miserable, y tampoco nos van a devolver el precioso tiempo que les dedicamos y que podríamos haberlo gastado en contar confetti.

Tiene que ser muy lamentable y triste que no les queramos ni ver por lo bajo que han caído, por las personas tan odiosas y vomitivas que son. Y no quieren darse cuenta, pero no es nuestro problema. Y no ven que no son nada realmente. Pero saben que perdieron algo que tenían y no lo van a recuperar. Cada uno de ellos actuará de una forma diferente para justificarse, para convencerse que no han hecho nada malo. Pero es cierto que las personas que estén a su alrededor tienen que ser muy infelices.

Por que ellos reparten lo que son: mierda.



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