10.7.19

Algo normal.

Tengo que reconocer que no todo el mundo que me conoce, o me haya conocido,  ha tenido el placer de hacer conmigo algo realmente cotidiano y normal.

No hablo de beber hasta caer borrachos, ni de viajar, ni de ir de concierto, ni de ver una película en el cine, ni de ir a comer a 400 kilómetros de casa, ni de quedarnos dormidos viendo la tele, ni de pintar una habitación, ni de ayudar en una mudanza... Nada de eso. Hablo de ir a la playa.

Ir a la playa y lucir mis bikinis cada vez más coloridos me supone cero esfuerzo. Sigo odiando la arena, sigo odiando quemarme, pero no sé, como que le he pillado el gustillo a notar la brisa en la espalda desnuda, enterrar los pies en la arena húmeda y fresca y de hacer el muerto o el pino en el agua, a merced de las olas.

Tampoco me importa, aunque lo prefiero, ir en horas vespertinas a la costa y meterme en el agua. No tomo tanto el sol, no me quemo, pero me resulta agradable tener el sol a mi espalda mientras miro hacia el mar. La arena, repito, no me gusta, pero la tolero mejor cuando no quema.

Pero por la noche... Ah... Esa arena fría, esa orilla oscura... De noche no me gusta el sonido del mar, me parece inquietante, pero meter los pies en la arena fría, caminar por la orilla, es un placer del que no puedo , ni quiero, prescindir. Y meterme en el agua por la noche supone una delicia que comparto con muy poca gente porque, reconozcámoslo, muy pocos pueden llegar a comprender. Y se hace o no se hace, pero sólo se dice una vez. Tiene que ser dicho y hecho. Quien quiere, lo hace ipso facto, aun sin bañador. 

Tanta excusa de cosas no hechas y tantos planes de algo que no se hace nunca...

Y el amanecer... ah... ese hilillo de luz que recorre el agua hasta mis pies es algo que siempre me gusta ver. La arena congelada y la playa desierta. Todo un lujo.

Bueno, que eso. Que no todo el mundo ha podido venir conmigo a la playa a una de esas horas, y mirad que es algo realmente normal.

Espero seguir sin quemarme este verano. Estoy en racha :D