27.2.19

Ganando.

Qué ganas de complicarse la vida tienen algunos. Qué ganas de fastidiar, de meterse con otras personas que, o bastante tienen encima con lo que viven, o con gente que está de lo más tranquila.

Qué ganas de hacerle faenas a alguien, que ganas de fastidiar, de malmeter, de complicarle la vida a los demás, sólo por el placer de ver el efecto que causan o, seguramente, por la envidia que les despierta esa persona al poseer algo que ellos jamás podrían conseguir. Y nada mejor que destruir, o intentarlo, autoestimas y tranquilidades que no son suyas.

Qué ganas de crear cosas malas, rumores, problemas, malos rollos, con lo bonito que es saber hacer cosas buenas. Pero no saben, por eso actúan de esa manera, por eso lo hacen por detrás, porque a la cara no se atreven. Los valientes no actúan así.

Qué ganas de aislar a alguien para machacarlo, qué ganas de intentar desprestigiar, forzarle a hacer algo que no quiere o pagarlo con él cuando no le afecta ni es causa de problema. Qué ganas de demostrar lo mala persona que puede llegar a ser.

Ya lo has demostrado, lo habéis demostrado, y no habéis visto resultados. El mundo sigue girando y vosotros no sois el centro de nada, de nadie, porque no sois nadie, por mucho que hayáis, has, intentado eliminar a quien hace sombra. Os cobijáis en gente igual que vosotros para daros la razón, justificar vuestros actos despreciables y queréis no pensar que habéis sido descubiertos y que hay quien sabe la gentuza que sois.

Eso habéis ganado: nada.

Ahora ya sabemos de qué material estáis hechos. De mierda.

7.2.19

Separados por el mundo.

Voy a hablaros de los separados.

Los separados es una especie humana que ha estado viviendo con otra persona a la que le ha echado la culpa de todo lo que le pasaba. No les dejaban salir con los amigos, ir con la bici, jugar al fútbol, ir al bar, jugar a la petanca o irse de señoras. Da igual, siempre ella tendrá la culpa. Su ex, esa pérfida mujer que les ha amargado la vida, quitado la juventud y hecho la vida imposible.

Los separados son diferentes a los otros hombres, porque en cuanto se ven libres de esa horrible mujer a la que le tienen que pasar una pensión por esos niños que no viven con él porque no solicitó la custodia, ni siquiera la compartida, bajo cualquier excusa, deciden que es hora de rehacer su vida. Concretamente lo deciden incluso antes de firmar los papeles del divorcio porque claro, viven en un infierno y tienen que desfogar con otras, pero eso no tiene nada que ver con que esa horrible esposa esté enfadada con ellos, es que no sabe comprenderlos.

Esta clase de personas se dedica a cambiar su vestuario por algo mucho más juvenil. Colores claros, camisetas de grandes letras, aspecto deportivo, se dedican a colgar en redes sociales que han rejuvenecido hasta a los 15 años, poniendo en sus perfiles fotos de lo bien que se lo pasan, siempre sonrientes, felices, enseñando lo bien que están ahora sin esa mujer gruñona con la que, salvo hijos, pensiones e hipoteca, poco o nada más tienen en común. Porque "vuelven" a hacer todas esas cosas que no podían hacer cuando estaban casados con esa bruja que les hacía la vida imposible.

También todos creen que su físico es algo parecido al de George Clooney, Brad Pitt o Hugo Silva, su cuerpo como el de cualquier campeón olímpico de gimnasia y su arte amatoria es incomparable, suprema y que todas las mujeres están deseando probar, puesto que dejan al mismísimo James Deen como un principiante.

Y como se creen libres de tal tormento que ellos jamás causaron ni provocaron, por supuesto, creen que cualquier mujer del mundo está deseando quedar con ellos. Puedo añadir incluso que creen que cualquier mujer que les dirige la palabra quiere estar con ellos. Es más, se creen el centro de todas las miradas: todas las mujeres se tocan pensando en ellos y los hombres los envidian por ser tan machotes, tan libres, tan varoniles...

Son tan varoniles que hacen cosas de hombres, porque los hombres hacen esas cosas. Yo diría que los hombres de verdad no las hacen, pero ellos, en su cabeza, deciden que sí las hacen porque es un reclamo para las mujeres. Hablar del buen sueldo que tienen, el estatus que tiene su puesto de trabajo, mirar las tetas de la persona con la que hablan... vamos, lo normal. Y, sobre todo, creer, convencido, que a ella le gusta escuchar todo cuanto dice y que esas cosas de hombres de verdad no le molestan, porque cómo le van a molestar, si son cosas de hombres.

Los hombres que ellos dicen que son hablan de esas mujeres de forma despectiva. Son simples y vulgares muescas que si no las cuentan no existen para quienes escuchan, por lo que las cuentan aunque no haya habido nada (total, quién lo va a descubrir) y cuentan intimidades si las hay porque total, la que no se va a enterar es ella... o eso creen.

Y algo que también tienen en común es que quieren quedar con esas mujeres que les hacen casito, ya sea por una conversación casual o por cortesía. Es normal que pregunten, o sugieran, que un día podrían quedar a tomar algo, pero que vayan al puesto de trabajo de esa persona, a los lugares en donde suele ir, o se hagan los encontradizos y repitan tú qué haces normalmente (frase recurrente escuchada a varios separados que no se conocen entre sí)  hace que la persona sobre la que vuelan en círculos se sienta incómoda. 

Y si además, tiene vuestro móvil, tranquilas, que hará cuanto esté en su mano para que creáis que es divertido, interesante, encantador, aunque sea más simple y vulgar que un charco de agua sucia. Con el tiempo lo veréis.

Así que, amigas, si alguna vez dais con un especímen así, huid. No perdáis el tiempo en ellos, ni por educación, ni por muy buenos que estén. Son cansinos, arrogantes, repetitivos, y los detectaréis porque TODOS dicen y hacen lo mismo: hacen y dicen lo que sea para que caigáis en sus brazos, pero es que lo hacen con cuantas pueden.

Hay separados que valen la pena, por supuesto. Pero, si os doy un consejo, no hay nada peor que un recién separado. Pagará con vosotras todas las mierdas que "le haya hecho" su malvada ex.

He dicho.