23.6.20

El retorno a la normalidad

Holabuenasquétal.

Parece que ya volvemos a la rutina rutinaria de la que nos quejábamos antes. Eso sí, ahora con mascarilla y geles que no son de placer ni de sabores (o yo, por lo menos no he querido probarlos). Y nada, que ahora estamos más desinfectados que antes porque la naturaleza nos ha llamado guarros.

Lo de la distancia social lo llevo bastante bien. A mí, que no me gusta que me toque la gente salvo quien yo quiero que me toque, me gusta el que ya no quieran darte golpecitos en el brazo al hablarte. Lo llevo estupendamente, además de que parece que hay quien cree que soy yo quien tiene la peste por la forma en que ahora mantienen las distancias. Y de puta madre, oiga. Estoy por maquillarme pústulas para que me eviten más aún.

Lo de los besos lo llevo muy bien también. Sólo a los más y muy allegados, y no a todos, pero correré el riesgo para que los míos me contagien de algo, o ser yo quien les infecte, pero me ahorro de dar muchos besos a gente que puedo prescindir de besar porque si antes lo hacía por compromiso al saludarles ahora me viene de miedo para quitarnos esa absurda costumbre de babarnos la cara con cualquiera por compromiso. La manita, como mucho, y luego una buena dosis de gel o de agua y jabón porque yo no sé qué se ha rascado antes de tocarme mi mano, que soy un poquito asquerosita y esto ha hecho que me lave las manos un millón de veces más de las que me las lavaba antes.

Lo de las visitas es un poco absurdo. Viene gente con mascarilla que no se quita en todo momento, que se ha lavado las manos al entrar, que se sienta casi al final del pasillo para que no les contagie algo y que, antes de irse, vuelve a lavarse las manos por si mi casa está también infectada de viruses varios. Y los miras pensando en qué gilipollas que son, si ellos pueden traer a mi casa sus mierdas también. Pero bueno, la estupidez humana es así de fascinante.

Y esta nueva normalidad es muy rara, extraña, absurda, pero necesaria. Ya no das besos a cualquiera, ni te tocan tampoco por si acaso, quien no se fía de ti ya no se acerca mucho y tampoco viene mucho a tu casa, así que puedo decir que me gusta esta nueva situación. Distanciamiento social con los que no eran imprescindibles en tu vida, y con los que sí, cervezas, risas, cuidado, abrazos, besos y compañía.

Que hay que tener cuidado, pero no ser unos exagerados. Por nosotros, por los demás, por los nuestros, pero no por los agonías, que esos se alejan solos.

Y nosotros salimos ganando.

Ale, a cuidarse.