2.8.21

Vacunada

Después del confinamiento, todo el mundo, menos yo, es experto en pandemias, confinamientos, medicina, vacunas, periodismo, política, sanidad y todología. Y yo, vulgar y triste ignorante, veo con asombro que cualquier persona a la que le pregunte cualquier cosa va, y me contesta. Y yo alucino de que, o yo no me he enterado de nada, o aquí todo el mundo se ha sacado varias carreras durante el tiempo que estuvimos en casa, aprovechando toques de queda y aislamientos varios.

Como soy una ignorante y en casa hay alguien que no debe contagiarse de nada, pues he sido especialmente cuidadosa con las relaciones personales (bueeeeno, no del todo, guiño, guiño, codazo) y he procurado, eso sí, mantener las distancias con cualquiera y sólo coincidir con unos pocos en eventos poco concurridos o al aire libre, y a una distancia prudencial.

Hemos tenido suerte de que nadie de los míos se ha contagiado, aunque el virus ya ronda a gente cercana, incluso a compañeros de trabajo, y yo me he librado de momento. 

Yo estaba deseando que llegara la vacuna, la que fuese. Y entonces escuchas a los expertos en vacunología y epidemiasistas que, con todo su santo papo, te hablan de lo peligrosísimas que son las vacunas, que no te las pongas, que no son de fiar, y todas esas cosas que te dicen a ti, triste y humilde ignorante, y yo diciendo: mira, si no te quieres vacunar, tu vacuna para mí, que no tengo ningún problema en salir de dudas. Que te va a dar un trombo, que la señora Virtudes, de 103 años, se ha muerto tras vacunarse. Qué dices. Como lo oyes. Pero si tenía 103 años. Sí, pero estaba viva y se ha muerto después de vacunarse. Pero si la vacunaron hace medio año y tenía 103 años. Sí, pero estaba viva antes de vacunarse y ahora está muerta. Ah. Y su marido murió de covid. Pero si tuvo un accidente el hombre hace diez años y se dio un golpe en la cabeza. Pero fue de covid. Pero qué dices. Como lo oyes. Y eso: que antes de la vacuna todas las muertes eran por covid y ahora cualquier muerte o cosa que te pase es por la vacuna. Hasta si te caes y te rompes un brazo. También es por la vacuna.

Y te asustan. Que te dan trombos con la vacuna. Y lo que tengo claro yo, esta pequeña e insignificantee ignorante, es que con el covid sí que te puede dar trombos.(¿Se dice la covid o el covid?) Y te dicen que no: que con la vacuna te salen trombos hasta en el pelo. Y yo, expectante, mirando a ver si caía gente de covid o por la vacuna, y parece que lo primero ha ido ganando por goleada. Por la vacuna, no he conocido a nadie aún, pero me lo han repetido tanto que yo, persona curiosa, cada vez que me advertían de lo peligrosa que es la vacuna (recordemos que todos son expertos en cualquier materia que se tercie, sin entrar en los negacionistas) yo deseaba cada vez más que me la pusieran, sólo por saber si me iba a dar un trombo.

Cuando empezaron a vacunar a sanitarios y a gente de mediana edad empezaron estos expertos vacunantes a decir la inmensa lista de efectos secundarios nada más vieras la aguja. Y parecía tan terrible que muchos se negaron a vacunarse por miedo a una reacción tan dura y fuerte. Y yo, flipando, porque he viajado al extranjero, me han vacunado de varias cosas a la vez y no tuve efectos secundarios, pero esta vacuna tiene que ser especial, cuando la gente  habla de ella como si se acercara el apocalipsis. Y cuando te dicen: Y TE HACEN ESPERAR UN CUARTO DE HORA CUANDO TE VACUNAN POR SI TE HACE REACCIÓN ya se me escapa la risa floja. Cuando me he vacunado para irme de viaje, fíjate, también me dijeron que me esperara un cuarto de hora, pero oye, estos expertos con el mando de la tv en la mano, cuando lo dicen, por algo será, pero yo quiero comprobarlo, DEJADME, QUE QUIERO PROBARLO CON MI PROPIO CUERPO Y PODER CONTARLO A MIS NIETOS, SI VIVO.

Entonces es cuando ya te hablan de que si una es mejor que otra. Porque la gente te habla de vacunas como si fuesen vino. Este es mejor que otro. Y tú escuchas, ya pensando que vas a morir con la aguja clavada en el brazo de un trombo por la vacuna, pero oye, que sea LA BUENA, que si me muero, quiero que sea con la mejor vacuna de todas, qué es eso de que me pinchen una mierda, no, no, yo quiero morir con la buena, como si se pudiera elegir.

Y llega el día en que me vacunan, en la que coincidí con un amigo y fuimos juntos a sacrificarnos, todo sea por dejar de sufrir cuanto antes, que ahora sí que nos vamos a morir, que nos lo han dicho varias veces si nos vacunamos y, tras una espera corta, zas, me pinchan y me dicen que me siente en una silla un cuarto de hora. Mi amigo decía que estaba bien. Yo esperaba el infarto ese fulminante que te decían que te daba con la vacuna. Y no. Nada. Un dolorcillo en el brazo al día siguiente (lo normal cuando te pinchan músculo y te meten a presión un líquido) y ya. Mi amigo, malísimo de la muerte. Nuestra vacuna era la Pfizer. Por lo menos moriríamos con la vacuna buena. Tres semanas después, volvemos. Durante esos días, los mismos que me decían que con la primera dosis te ponías malísimo, pues que no, que era con la segunda. Así, para tranquilizar. Yo veía cómo a compañeros las vacunas les sentaba de formas muy diversas y casi me sentía culpable por estar bien. Pero que no, coño, que sólo es suerte. Y, cuando nos ponen la segunda dosis, mi amigo vuelve a medio morirse de lo malo que se puso y yo flipando de que no me hacía apenas nada (sólo una pequeña inflamación de ganglios) tras la segunda dosis. Y qué decepción. Ni una triste y mínima molestia.

Ahora resulta que a la gente que le han vacunado tras ser expertos en epidemias, pandemias, vacunas, medicina, sanidad, irrigación, acueductos, carreteras y el vino, dicen que no nos han puesto la vacuna, sino que nos han puesto suero porque no nos ha hecho reacción. Y ahí yo ya me planto, y digo que hasta ahí podíamos llegar. Que han estado acojonando a la gente para que no se vacunen. Que  cuando se han vacunado, han dicho en qué dosis y con qué vacuna sienten tantos efectos secundarios. Y que ahora, si no tienes ni un dolorcillo, es que te han inyectado suero. Y no, por ahí no paso. Yo esperaba mi trombo y no me ha dado ni un dolor de cabeza. Me habían dicho que me iba a doler, a morir entre horribles dolores y nada de nada. Yo sólo quería vacunarme. Y ya estoy vacunada.

Que nada, que estoy esperando a que alguien deje de teñirse el pelo para que otros digan que esas canas son por la vacuna también.

Que es fascinante cómo se crean las alarmas por demasiados bocachanclas.

4.5.21

No sé.

No sé si tenéis la inmensa suerte de tener a quien contarle absolutamente todo y no arrepentirte de haberlo hecho. Esa persona en quien confías de tal manera, que te vuelcas, y eres completamente transparente. A quien le relatas tus más oscuras miserias y tus más grandes alegrías y siempre, siempre, estará a tu lado, consolándote si es necesario, y de felicitarte con las cosas buenas que te sucedan. Regañándote si no le gusta lo que haces, o dándote un consejo que no has pedido porque cree que es lo mejor para ti.

No sé si sabéis lo que es el estar con alguien de tal manera que pienses que es alguien imprescindible en tu vida desde que apareció. No necesita estar, no necesita que le llames, no necesitas ver. Se está, se llama y se ve cuando surge y cuadran las agendas, pero no es indispensable, aunque sí agradable. En contar las novedades de varias semanas en apenas una tarde frente a una cerveza. El contar tus penitas y tus alegrías y que no te importe mostrarte como eres sin miedo a que te juzgue, sólo te comprende y respeta porque sabe cómo eres y te aprecia tal como eres.

No sé si tenéis a alguien en vuestra vida a quien podéis dejarle/decirle cualquier cosa, repito: cualquier cosa, y pedirle cualquier cosa, y a cambio os pedirá que le guardéis cualquier cosa, y os pedirá cualquier cosa porque el nivel de confianza es mutuo.

No sé si tenéis la tranquilidad de saberte acompañada por alguien que criticará los payasos que conoces por las redes, a los fantoches que conoces en persona, y lamentará que los chicos que sí le gustaran para mí no cuajaron...

No sé si conocéis la sensación de tener a quien te pone firme cuando toca, que te consuela cuando lo nocesitas, que te acompaña durante años y que sabe que haga lo que haga por ti, es y será recíproco siempre.

No sé si habéis conocido esto pero, desde luego, yo me siento muy afortunada porque, aunque no tenga pareja estable casi nunca, ni un trabajo estupendo, ni bien remunerado, ni una vida de ensueño, ni ejemplar, puedo decir que tengo la inmensa y gran suerte de saber lo que es tener a alguien así en mi vida.

Y eso, no lo puede decir todo el mundo ^_^





21.1.21

La otra

 Por lo visto, los hombres que me han gustado de verdad me ven como el hombro en el que llorar.

He presenciado y vivido lágrimas y cabreos de recién separados a los que su ex siempre, pobrecitos, los trataba como una puta mierda. He aguantado morros y enfados que no he provocado por ex que, casualmente, siempre les ha hecho saltar y, casualmente, pagar conmigo sin comerlo ni beberlo. He visto cómo me han buscado para desahogarse porque su ex, esa tan malvada, les había hecho no sé qué, o no sé cuántos. Y yo, por esa empatía que me caracteriza, les escuchaba porque necesitaban hablar, sin juzgar a esa ex de turno que no conocía. Y, mientras, tuve que soportar de ellos lágrimas, cabreos, morros, enfados y desahogos por ex que no conocía ni me importaban.

Cuando ya están tranquilitos y ven que además de tener un buen hombro donde llorar resulta que tengo un revolcón, hubo quien lo intentó, y quien lo logró. Su ex seguía en su boca, hasta que empezaron a hablar de otras, incluso en la cama después de retozar, en donde vi que yo era la otra, pero no lo quise reconocer. Y siempre era otra la que les hacía suspirar, otra de la que hablaban maravillas, otra con la que suspiraban, soñaban o se derretían. Otra. Siempre había un nombre de mujer que no era el mío. Pero con quien se acostaban era conmigo, no con ellas. Se acostaban conmigo y se despertaban conmigo, no con ellas. Y alguna vez tuve que decir que si tanto les gustaba esa moza, una, por qué me la nombraban a mí, y dos, qué coño hacían conmigo. Y entonces era cuando empezaban las excusas. Tú me comprendes. Contigo estoy muy bien. Y todas esas cosas que te dicen para convencerte. Pero yo sabía perfectamente que yo era la otra.

Y me dejaron sin decir adiós, o de forma brusca, poco elegante o siendo cruel cuando la susodicha les hizo caso. Y yo a veces lo llevé regular, y otras veces peor, algunas bastante bien. Pero todos ellos se fueron para ser felices junto a su amada, con la que comparten hoy una vida en común por siempre jamás, mientras yo me preguntaba: ¿Otra vez?.

De todo ello aprendí una cosa: que me alegro de que me dejaran por ella, la elegida. Me alegro de que ahora sean felices, coman perdices y regalices, tengan hijos, o perro, o hipoteca, o contrato de alquiler comunes porque los que son realmente felices me dejan en paz, tranquila y ni miran lo que haga o deje de hacer. Me alegro de que me abandonaran, cada uno a su manera, porque así demostraron cómo eran realmente, dejando en mi recuerdo la cobardía y la maldad que poseían, que no me mostraron cuando me necesitaban y, supuestamente, lo pasaban tan mal por culpa de esa ex, que era la malvada del cuento. Y la forma de marcharse es lo que recuerdo de ellos.

Todos, tras el sí de ella, presumieron de pareja, de esposa, de mujer, de lo enamoradísimos que están todos ellos. Que el amor les durará para siempre. Y hubo quien se encargó de intentar pregonármelo en la cara, como si no me hubiera enterado ya de su felicidad absoluta y eterna porque ya lo había anunciado a bombo y platillo. Y de recordármelo intermitentemente, por si se me olvidaba, cansinos.

Pero hay un pequeño, mínimo y sutil detallito sin importancia.

Que mientras ellos las cortejaban, con quien se acostaban era conmigo. Que cuando ellas les dijeron que sí, casi todos seguían acostándose conmigo hasta que vieron que ellas aceptaban empezar algo con ellos. Incluso hubo quien simultaneó a ambas. Que yo me entero a veces de las cosas.

Y seguro que a ninguna de ellas les hará ni puta gracia enterarse de ello, como a mí me alivia pensar que ningún tío así quisiera quedarse conmigo.

Porque recordad que nuestros actos son los que nos definen.

Y qué suerte tengo de que me dejaran esos tíos.

20.1.21

Grandes glorias a España.

Supongo que será por la compañía, pero últimamente me siento una sexsymbol.

Que no, que es mentira. Sigo igual de buenorra, pero estoy con la risa floja y nada, que no me importa que me usen para cosas sucias porque sarna con gusto no pica, y que me quiten lo bailao cuando llegue, que llegará, el fin.

 Pues bueno, hoy voy a hablaros de la lencería.

Masculina, por supuesto.

 Qué, cómo se os queda el cuerpo.

¿Seguís usando el calzoncillo? Porque ir como Supermán pero sin talle tan alto y sin traje por debajo, pues no sienta muy bien como no seas el protagonista del anuncio de Dolce &Gabbanna o como se escriba. Que no deja espacio a la imaginación. Y si encima tiene apertura delantera, pues... Vamos, que espero que no. Por vuestro bien. Por dios, aunque no os vea nadie, pero eso NO. Por muy cómodo que sea. Pensad que un día puede surgir la oportunidad de echar un clavo y cuando llega vuestro turno... MEEEEEEEEEC. Así que no, chicos. Por vuestro bien. Por imagen. Por lo que sea. Pero eso NO. No sois nadadores profesionales. No lo necesitáis.

Luego está el boxer. El ajustado o el ancho. El ajustado hay quien se queja de que se le enrolla. El ancho, que lo lleva todo muy suelto, y es muy cómodo, y... A ver. Hijo mío. La ropa interior debe ser cómoda, pero no tienes que ser un péndulo andante. Se trata de recoger suavemente para que la joya de la corona esté acunada con tu contoneo. Pues no, hay gente que cree que es de la campaña de liberad a Willy y todos podemos comprobar que Willy está debajo de la ropa, y es algo que no necesitamos saber. Aunque lo sepamos. Que sabemos que algo hay en esa zona, pero NO necesitamos ver las grandes glorias a España. 

También os digo que qué triste tiene que ser el que presume de Willy. Porque, hijos míos, la grandeza del hombre está en que de nada sirve tener un Willy cuando no hace más que flotar. Bueno. Ya me entendéis.

Luego están los boxer, pata más larga, más corta, pero que recoge el asunto. Parece que os gusta más. Bueno, la verdad es que oscuros suelen ser los más utilizados. Eh, pillines. Para que no se note qué, ehhhh. Así que eso. Que son cómodos.

Y luego están las tangas modelo Briatore. Qué. Cómo se os queda el cuerpo. Ale, ahora que se os vaya esa imagen de la cabeza.

Y está la eterna pregunta: ¿con o sin calcetines?



7.1.21

El mundo está lleno de personas

Anda que no llevo años dándoos la turra con mis historias, desde laborales hasta económicas, pasando por sentimentales, personales y contándoos cosillas, muchas veces camufladas, porque a saber quién puede llegar a este nuestro blog.

Pero siempre, siempre, os hablo maravillas de la gente que te quiere sin más y está ahí dando la turra para que sepas que sigue y seguirá ahí aunque no haga falta. Que están para lo bueno y lo malo, en especial para lo malo, que para lo bueno sabemos que todo el mundo se apunta, y para cuando doy la turra no quedan más que los que son mis amigos.

Bueno, pues voy a daros la turra con algo muy poco importante y muy poco profundo. Esta vez es por otro tío, qué raro, eh, a que no os lo esperábais. Bueno, pues, con diferencia, físicamente es el hombre más impresionante de con cuantos he estado y retozado. Les deja a todos los demás como tirillas anémicos. Un Henry Cavill llenito de deseo de amor por mí al que conocí hace unos diez años en redes sociales y hace poco decidimos socializar más profundamente.

Ventajas: lo conozco desde hace tiempo, sé con quién ha estado, cuántas y como hemos tenido confianza durante estos diez años me ha contado detalles íntimos de sus gustos que ahora podría aprovechar o no debido a esa información privilegiada. Él no tiene ni idea de la mitad de mis cosas porque yo no cuento apenas lo que hago o me pasa, no pertenecía a mi círculo íntimo. Y que no quiero tener una relación estable, con lo emocionante que se volvió la vida y la de cosas que se pueden hacer siendo soltera. El mundo está lleno de personas y no me importa ir conociéndolas, descartando o profundizando. 

Inconvenientes: horarios. Compaginarlos viene a ser un poco complicado, pero bueno, se hace lo que se puede y el tiempo cunde, se aprovecha de una manera magistral. Claro que, ahora que pienso, esto debería haberlo puesto en ventajas. Bueno, que eso. 

Así que cuando me encuentro observándolo muy cerca de mí o lo veo con esa sonrisilla pícara o en momentos más íntimos pienso en que es afortunado el jodío, estar conmigo y disfrutar de una pedazo tía como yo.

Que otras cosas no tendré, pero os aseguro que hace mucho tiempo se me despertó el ego y ni puedo, ni quiero, amagarlo. Que yo también sé ser superficial y me gusta disfrutar de cochazos habiendo viajado con cuatro latas.



25.11.20

De perros y hombres

Yo nunca quise tener un perro.

Realmente, ni siquiera lo había pensado. Jamás se me había pasado por la cabeza, nunca lo había sopesado, planteado ni imaginado. Ni como supuesto. En la vida había tenido esa idea. Y ahora resulta que me siento como la mujer que susurra a los perros, porque parece ser que me llevo mejor con los perros de lo que me imaginaba.

Que una cosa es pensar en tener perro y otra, muy diferente, es que te gusten. A mí me gustan los perros de los demás porque yo no me había planteado nunca tener uno propio.

Que se alegre de verte llegar a casa, que te reciba con alegrías, que quiera jugar contigo, que te traiga sus cosas para que las arregles, que quiera acompañarte cuando quieras salir, que se quede durmiendo con la cabeza sobre tu muslo... Joer, es mejor que tener novio, no fastidies. Los animales son mucho más nobles que cualquier tipo que con el que haya salido yo. Porque tanto a los perros como a los tíos con los que he salido hago una cosa en común: tratarlos muy bien. La diferencia es que los perros lo agradecen. Los tipos estos, además de que se les hace poco, quieren más, y además, para despreciarlo.

Los perros de mis amigos son cariñosos, se abalanzan sobre ti y a veces no controlan la fuerza que tienen cuando son grandes. Porque me gustan los perros grandes. Me encanta hacerles rabiar y juego con ellos. Les pongo los pies encima cuando están tumbados y les rasco con los dedos, y ellos se dejan, disfrutan, o quieren más cuando me detengo. Me traen sus juguetes cuando quieren jugar. Me miran esperando una galletita que suelo tener por ahí para ellos. Se dejan acariciar y abrazar. Se quedan durmiendo a mis pies o sobre el sofá junto a mí permitiendo que les esté rascando la cabeza, el cuello o el lomo. Mueven su cola alegres cuando me ven y me reciben con todos los honores. Me hacen sentir bien. Joer, que sólo soy una amiga de sus dueños y agradezco ese cariño que comparten y te dan.

Nunca he salido con nadie que tuviera perro, ahora que lo pienso. Supongo que es una señal. Yo tampoco he tenido perro, vale, pero no me he comportado como han hecho los personajes con los que he salido. Los perros agradecen que les traten bien. Los perros son muy agradecidos.

No comparo a hombres y a perros, yo sólo quería contar que nunca había pensado en tener mascota.

Jamás se me había ocurrido.

Nunca.

8.10.20

Y a otra cosa.

 Llevaba un tiempo ilusionada con alguien. 

Yo creía que la cosa iba bien. Luego pensaba que no. Luego pensaba que sí. Otra vez pensaba que no. Y como estoy de un rancio para qué, pues lo dejé estar y resulta que oye, que sí era lo que parecía pero cuando yo ya estoy dispuesta a involucrarme más de lo que tenía pensado tras tanta insistencia... es que no le apetecía complicarse la vida ni compromiso de ningún tipo. Ah. Ahora no. Interesante.

Bueno, pues llegó una nueva concursante a nuestro programa.

Yo tengo claro que no pienso mover un dedo por absolutamente nadie que no muestre interés por mí, y yo di un paso atrás dejando espacio, aire y distancia porque yo ya estaba convencida de que la cosa no  iba nada bien.

Y así era.

Lo bueno es que, bueno, los sentimientos son los que son, y no es fácil olvidarte así como así de quien te has ilusionado. Pero bueno, la verdad es que me he ilusionado tantas veces por alguien, que otra vez más tampoco me supone un drama, ni un trauma. Sólo que esa persona tampoco era para mí. Sí, ese tipo de personas en las que parece que me fijo, que cuando aparece otra mujer con dinero o buena posición, de repente no existe nadie más para ellos y oye, con ellas sí que quieren algo estable, serio y formal.

Es bonito el sentimiento, ha sido algo agradable pero he perdido el interés por completo, como si te estuvieras divirtiendo mucho en algún sitio y de repente algo te corta el rollo. Pues por el estilo. Y menos mal que ni me he pillado por él, ni mucho menos enamorado. De todas formas, no es agradable que te hagan sentir como un pasatiempo.

Así que vuelvo a recoger esos trocitos de corazón que se me han roto pero que podré reparar sin problemas. Vuelvo a dejar la mirada perdida durante unos segundos, vuelvo a apretar los labios en un gesto de orgullo y vuelvo a suspirar detrás de un tabique de nuevo.

Pero entonces levanto la cabeza, doy dos palmadas y me digo: "venga".

A otra cosa.

Que yo tengo muchas cosas pendientes por hacer y realizar, y mi tiempo no se detiene.