Después del confinamiento, todo el mundo, menos yo, es experto en pandemias, confinamientos, medicina, vacunas, periodismo, política, sanidad y todología. Y yo, vulgar y triste ignorante, veo con asombro que cualquier persona a la que le pregunte cualquier cosa va, y me contesta. Y yo alucino de que, o yo no me he enterado de nada, o aquí todo el mundo se ha sacado varias carreras durante el tiempo que estuvimos en casa, aprovechando toques de queda y aislamientos varios.
Como soy una ignorante y en casa hay alguien que no debe contagiarse de nada, pues he sido especialmente cuidadosa con las relaciones personales (bueeeeno, no del todo, guiño, guiño, codazo) y he procurado, eso sí, mantener las distancias con cualquiera y sólo coincidir con unos pocos en eventos poco concurridos o al aire libre, y a una distancia prudencial.
Hemos tenido suerte de que nadie de los míos se ha contagiado, aunque el virus ya ronda a gente cercana, incluso a compañeros de trabajo, y yo me he librado de momento.
Yo estaba deseando que llegara la vacuna, la que fuese. Y entonces escuchas a los expertos en vacunología y epidemiasistas que, con todo su santo papo, te hablan de lo peligrosísimas que son las vacunas, que no te las pongas, que no son de fiar, y todas esas cosas que te dicen a ti, triste y humilde ignorante, y yo diciendo: mira, si no te quieres vacunar, tu vacuna para mí, que no tengo ningún problema en salir de dudas. Que te va a dar un trombo, que la señora Virtudes, de 103 años, se ha muerto tras vacunarse. Qué dices. Como lo oyes. Pero si tenía 103 años. Sí, pero estaba viva y se ha muerto después de vacunarse. Pero si la vacunaron hace medio año y tenía 103 años. Sí, pero estaba viva antes de vacunarse y ahora está muerta. Ah. Y su marido murió de covid. Pero si tuvo un accidente el hombre hace diez años y se dio un golpe en la cabeza. Pero fue de covid. Pero qué dices. Como lo oyes. Y eso: que antes de la vacuna todas las muertes eran por covid y ahora cualquier muerte o cosa que te pase es por la vacuna. Hasta si te caes y te rompes un brazo. También es por la vacuna.
Y te asustan. Que te dan trombos con la vacuna. Y lo que tengo claro yo, esta pequeña e insignificantee ignorante, es que con el covid sí que te puede dar trombos.(¿Se dice la covid o el covid?) Y te dicen que no: que con la vacuna te salen trombos hasta en el pelo. Y yo, expectante, mirando a ver si caía gente de covid o por la vacuna, y parece que lo primero ha ido ganando por goleada. Por la vacuna, no he conocido a nadie aún, pero me lo han repetido tanto que yo, persona curiosa, cada vez que me advertían de lo peligrosa que es la vacuna (recordemos que todos son expertos en cualquier materia que se tercie, sin entrar en los negacionistas) yo deseaba cada vez más que me la pusieran, sólo por saber si me iba a dar un trombo.
Cuando empezaron a vacunar a sanitarios y a gente de mediana edad empezaron estos expertos vacunantes a decir la inmensa lista de efectos secundarios nada más vieras la aguja. Y parecía tan terrible que muchos se negaron a vacunarse por miedo a una reacción tan dura y fuerte. Y yo, flipando, porque he viajado al extranjero, me han vacunado de varias cosas a la vez y no tuve efectos secundarios, pero esta vacuna tiene que ser especial, cuando la gente habla de ella como si se acercara el apocalipsis. Y cuando te dicen: Y TE HACEN ESPERAR UN CUARTO DE HORA CUANDO TE VACUNAN POR SI TE HACE REACCIÓN ya se me escapa la risa floja. Cuando me he vacunado para irme de viaje, fíjate, también me dijeron que me esperara un cuarto de hora, pero oye, estos expertos con el mando de la tv en la mano, cuando lo dicen, por algo será, pero yo quiero comprobarlo, DEJADME, QUE QUIERO PROBARLO CON MI PROPIO CUERPO Y PODER CONTARLO A MIS NIETOS, SI VIVO.
Entonces es cuando ya te hablan de que si una es mejor que otra. Porque la gente te habla de vacunas como si fuesen vino. Este es mejor que otro. Y tú escuchas, ya pensando que vas a morir con la aguja clavada en el brazo de un trombo por la vacuna, pero oye, que sea LA BUENA, que si me muero, quiero que sea con la mejor vacuna de todas, qué es eso de que me pinchen una mierda, no, no, yo quiero morir con la buena, como si se pudiera elegir.
Y llega el día en que me vacunan, en la que coincidí con un amigo y fuimos juntos a sacrificarnos, todo sea por dejar de sufrir cuanto antes, que ahora sí que nos vamos a morir, que nos lo han dicho varias veces si nos vacunamos y, tras una espera corta, zas, me pinchan y me dicen que me siente en una silla un cuarto de hora. Mi amigo decía que estaba bien. Yo esperaba el infarto ese fulminante que te decían que te daba con la vacuna. Y no. Nada. Un dolorcillo en el brazo al día siguiente (lo normal cuando te pinchan músculo y te meten a presión un líquido) y ya. Mi amigo, malísimo de la muerte. Nuestra vacuna era la Pfizer. Por lo menos moriríamos con la vacuna buena. Tres semanas después, volvemos. Durante esos días, los mismos que me decían que con la primera dosis te ponías malísimo, pues que no, que era con la segunda. Así, para tranquilizar. Yo veía cómo a compañeros las vacunas les sentaba de formas muy diversas y casi me sentía culpable por estar bien. Pero que no, coño, que sólo es suerte. Y, cuando nos ponen la segunda dosis, mi amigo vuelve a medio morirse de lo malo que se puso y yo flipando de que no me hacía apenas nada (sólo una pequeña inflamación de ganglios) tras la segunda dosis. Y qué decepción. Ni una triste y mínima molestia.
Ahora resulta que a la gente que le han vacunado tras ser expertos en epidemias, pandemias, vacunas, medicina, sanidad, irrigación, acueductos, carreteras y el vino, dicen que no nos han puesto la vacuna, sino que nos han puesto suero porque no nos ha hecho reacción. Y ahí yo ya me planto, y digo que hasta ahí podíamos llegar. Que han estado acojonando a la gente para que no se vacunen. Que cuando se han vacunado, han dicho en qué dosis y con qué vacuna sienten tantos efectos secundarios. Y que ahora, si no tienes ni un dolorcillo, es que te han inyectado suero. Y no, por ahí no paso. Yo esperaba mi trombo y no me ha dado ni un dolor de cabeza. Me habían dicho que me iba a doler, a morir entre horribles dolores y nada de nada. Yo sólo quería vacunarme. Y ya estoy vacunada.
Que nada, que estoy esperando a que alguien deje de teñirse el pelo para que otros digan que esas canas son por la vacuna también.
Que es fascinante cómo se crean las alarmas por demasiados bocachanclas.