28.11.16

Estoy

Estoy en una época de la vida que escucho sólo a quien me apetece. Hay gente que confía en mí y me cuenta sus penitas, o me cuentan sus intimidades, y yo escucho atentamente porque me siento privilegiada por ser una persona elegida para tal muestra de confianza. Puedo dar consejos gratuitos, puedo dar mi modesta opinión, pero me siento halagada por tal detalle.

Estoy en una época de mi vida en la que sólo estoy haciendo lo que me apetece. No tengo miedo a hacer algunas cosas aunque sepa que no voy a sacar nada en claro, y no me da miedo decir otras porque sé que no tengo nada qué perder. O veo que hay resultados o que da sus frutos. La gente que quiera estar, estará, y la gente que quiera escuchar, escuchará. Y yo, que ya no tengo ni miedo que perder, digo lo que me apetece porque vivo en una época de mi vida en la que no tengo miedo a decir lo que pienso.

Estoy en una época de mi vida en la que hago cosas que sólo me imaginé hacer, que me embarco en cruceros amenos o en naufragios seguros pero que llenan mis días de actividades que me mantienen ocupada y productiva. 

Estoy en una época de mi vida en la que el día que no hago nada es un día perdido. Por eso hago, digo, escucho, hablo, sonrío, pienso y vivo.

Me siento viva.

Estoy viva.


26.11.16

Skype, ese gran invento.

Conversación por skype mientras hacemos la comida.

-Oye, me estás poniendo todo el culo en la pantalla.
-Esto lo soluciono enseguida.

Le pongo una botella de agua Bezoya frente a la cámara.

-Joder, prefiero el culo.
-Nada, eso te pasa por quejarte.

Me ha puesto frente a su cámara una cafetera.

-¿Vamos a estar así toda la comida?-pregunta.
-Si lo prefieres, te puedo poner ahora una botella de vino Arzuaga que me regalaron.
-Mejor que el agua, desde luego sí es.
-Venga.

Pues toma botella de vino.

¿Quién dijo que skype es aburrido?

22.11.16

Llueve.

Cuando camino por la calle y empieza a llover me gusta levantar la cara y notar esas primeras gotas sobre la piel.

Cuanto más fina es la lluvia es mejor la sensación. Durante unos segundos saboreo esos instantes en donde noto algo agradable, aunque después, según la intensidad de la lluvia, decida si seguir con mis rarezas o caminar junto algún edificio para resguardarme, si es más intensa y no llevo paraguas. .

Con las primeras gotas ves cómo la gente a veces cree que en vez de agua está lloviendo ácido corrosivo, lo que da lugar unas situaciones un tanto cómicas, como la que va con el paraguas al lado de la pared y tú, sin paraguas, le tienes que decir que hace bien en no mojarlo, no sea que se le encoja. El paraguas, quiero decir.

Parecerá una tontería, pero la lluvia siempre me recuerda a que limpia la atmósfera, el suelo, riega la tierra y las alcantarillas se llevan toda la suciedad. Poéticamente, quiero decir que hay cosas que me gusta pensar que la lluvia se las lleva, las arrastra lejos y despeja muchas cosas.

Hoy está lloviendo. La lluvia está limpiando la atmósfera, las calles, riega la tierra en jardines y campos, y yo pienso que también está limpiando algunas cosas de mi vida y regando otras.

También me gusta ver llover y ver cómo el agua del suelo se va, cómo se forman los charcos. Y cómo, al dejar de llover, me fijo cómo se van secando el suelo y esos charcos hasta que desaparecen.

Y tras la lluvia, el suelo se seca, la tierra se seca, y la vida sigue igual que antes de que lloviera.

Por todo eso me gusta la lluvia.

Salvo cuando llueve como se describe en la película Forest Gump: de abajo a arriba, de lado...

15.11.16

Lo que nos enseñó Groucho Marx

Yo tuve una amiga que me ofreció un aparentemente buen puesto de trabajo. Aparentemente tenía un buen sueldo, sector metal. Lo único que tuve seguro desde el principio era que estaba cerca de mi casa. Ese aparentemente buen trabajo, bien remunerado y cerca de casa resultó ser una mierda en la que pronto mi sueldo se convirtió casi en la mitad y cada vez tardaban más en pagarme, hasta que dejaron de hacerlo porque sí. Mi amiga, la mano derecha del jefe, no sólo era su secretaria. Huy, creo que no debería usar esa expresión, puesto que era la amante del jefe. No sabía que los demás nos dimos cuenta, y ella iba como si fuese la dueña de la empresa, y el jefe la dejaba hacer y deshacer a su antojo. Me fui por piernas, claro, pero antes me pagaron todo lo que me debían, cosas de sindicatos. Incluso la parte de sueldo no cobrado de los meses que se redujo mi nómina por arte de magia. Mi amiga dejó de ser mi amiga, por supuesto.


"Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna." Groucho Marx.

Otra vez una conocida empezó a salir con un chico que la invitaba a todo. Todo eran regalos, cenas, viajes, y ella no ponía un duro. Era felicísima viendo cómo el otro la agasajaba y la colmaba de dádivas. Cada vez que ella abría la boca el otro le compraba lo que señalara. Luego el otro hacía lo que le daba la gana, pero ella seguía a su lado aguantando lo que cayera. Sin él no podía tener ese ritmo de vida, esa cantidad de cosas, hacer tanto... Porque ella precisamente no era de las más trabajadoras y casualmente con él no necesitaba trabajar porque para qué, si él tenía un sueldazo que ella acababa disponiendo a su antojo.

"Hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!" Groucho Marx.

Mi primer amor, de entre todas las mujeres del mundo, eligió a la hermana de un alto cargo con muuuuuucha gente famosa entre sus círculos de trabajo y de amistad. Gracias a los contactos que hizo por ser su cuñadísimo, la empresa de su padre fue de viento en popa y él pudo conocer a esa gente importante y famosa con quienes codearse, hacer negocios y hacer amigos. 

Chico: Un coche y un chófer cuestan demasiado. He vendido mi coche. 
Groucho: ¡Qué tontería! En su lugar, yo hubiera vendido el chófer y me hubiera quedado con el coche. 

Chico: No puede ser. Necesito el chófer para que me lleve al trabajo por la mañana. 

Groucho: Pero, ¿cómo va a llevarle si no tiene coche?. 

Chico: No necesita llevarme. No tengo trabajo." 

(Sopa de ganso)

El chico del que hablé hace un par de posts se puso a salir con una chica que tenía un cargo directivo en una empresa, ganando una pasta gansa y gozando de un nivel social muy elevado, además de propiedades en varios puntos de España. Enumeraba la de cosas que ella le regalaba, le compraba, le invitaba... Parte de la casa de este elemento la amuebló incluso con el mobiliario que se retiró de la oficina en la que ella trabajaba porque habían comprado otro nuevo. Y aunque era alguien que no quería comprometerse con nadie, con ella cambió de opinión radicalmente. Me acuerdo que siempre comentaba que no le gustaba regalar, pero desde luego, aceptar regalos se le daba divinamente. Míos, de alguien, de ella, de cualquiera. Pero de ella, más aún, porque eran regalos que nadie llegaba a ese poder adquisitivo.


"¿Pagar la cuenta? Qué costumbre tan absurda." Groucho Marx.

Trabajé con gente con pareja que acabó liada (tanto hombres como mujeres) con sus respectivos encargados y jefes. Ante un recorte de personal, precisamente esta gente no fue la despedida. Daba igual el sitio, parece que eso funciona. Había un jefe de 1.55, canijo y feo, que se llevaba a las tías de calle. Pero si daba pena verlo...  Pero las afortunadas eran renovadas, los afortunados eran renovados, y los demás no lo éramos. No digo que todos los renovados hicieran algo con los encargados para que les renovaran, qué va. Había gente muy válida. Pero tambi´en la gente que se había liado con alguien de arriba.

"¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Le dejó mucho dinero su difunto marido? Conteste primero a la segunda pregunta." Groucho Marx.

O sea: que si gozas de una superioridad económica o laboral eres objeto de deseo y por eso la gente se fija más en ti y aguanta lo que sea, y eres perfecto, estupendo y no quieren soltarte.

"¿No es usted la señorita Smith, hija del banquero multimillonario Smith? ¿No? Perdone, por un momento pensé que me había enamorado de usted." Groucho Marx. 

Pero oye, que la gente que hace esas cosas que se prostituya como quiera. son libres de hacerlo, y la diferencia está en el precio, en el status y en el beneficio que consigue, tanto económico, social o laboral que se adquiere a su lado. Eso sí, que luego no se quejen si le ponemos ese nombre a esas relaciones.


-Señorita, ¿se acostaría conmigo por un millón de dólares?

-¡Por un millón de dolares, por supuesto!

-¿Y por un dólar?

-¡Oiga! ¿Por quién me ha tomado?

-Eso quedó muy claro en la primera pregunta, ahora sólo negociamos el precio.




13.11.16

Frente a una taza de café.

Mientras remuevo mi café me viene a la cabeza una foto que puse en facebook.

Era un café en el que un camarero había hecho un corazón al poner la leche. Y tú sales reflejado en la cuchara. No sé si alguien se habrá dado cuenta, pero tu imagen sale invertida en la parte convexa de la cucharilla. Yo sí me di cuenta, y esa foto no la puse sólo porque yo también me uní a la moda de fotografiar los cafés decorados, sino porque salías tú de una forma velada pero no tan pública como para que se te reconozca.

Mientras tomo café en los lugares en donde solíamos tomarnos uno me siento en los mismos sitios en donde te veía cuando llegaba, y contemplo la perspectiva que tenías cuando ocupabas uno u otro sitio. Veo a los camareros que nos atendían. La rutina forma parte de esa vida en la que tú ya no estás desde hace tiempo. Todos siguen haciendo exactamente lo mismo que antes de que desaparecieras. Todo parece igual, salvo que tú ya no estás.

Ya no vendrás a recogerme con el coche, ni me llevarás a algún sitio. No me ayudarás a bajar muebles de mi casa  ni compartiremos la última cerveza del frigo. Atrás han quedado enfados, risas, broncas, enfrentamientos y bromas que forman parte de nuestros recuerdos.

Aunque ya no me vas a preguntar qué quiero tomar, sigo pidiendo lo mismo siempre.

Me gusta ir a los sitios en donde solíamos coincidir, a los que solías ir, pero sólo porque estabas tú.

Nunca pensé que te iba a echar tanto de menos, pero lo cierto es que, aunque no nos lleváramos especialmente bien, noto muchísimo tu ausencia, hasta el punto de que me duele, y no exagero. Hice lo que pude, no lo apreciaste, pero saliste de mi vida como un caballero y un auténtico señor. Ahí me sorprendí gratamente. No todo el mundo decide irse así.

Voy a sitios en los que estuviste, en los que estuvimos, a los que me llevaste, de los que me hablaste, de los cuales siempre tenías alguna anécdota y en ellos no te veo. Viajo por España y recuerdo muchas veces algo que comentaste de algún sitio cuando paso, cuando llego, cuando estoy, pero no te sitúo en ningún lugar de todos ellos. En cambio, siempre te veo cuando miro mi taza de café en casa, o en una cafetería, da igual el sitio o la ciudad.

Supongo que el tiempo asentará todo, hará que tu ausencia sea más llevadera, pero tengo que reconocer que, desde que no estás, el café ya no me sabe igual.

9.11.16

Historia de un impresentable.

Hace poco más de tres años yo andaba enrollada con un chico. Lo conocí en una red social. Parecía lo que parecen todos cuando los conoces y es de las peores personas que he conocido nunca. 

Estaba ahorrando para comprarse un piso de nueva construcción, y me pedía asesoramiento con cada cosa que quería hacer, como si yo fuese una experta en la compra de pisos, y luego hacía él otra cosa completamente diferente. Es más: le aconsejé que prefiriera perder algo de dinero para optar a un piso mucho más barato porque estaban bajando los precios para quitarse esos pisos de encima. No me hizo caso, claro. Alguien compró el piso de al lado de su casa por la mitad de lo que él ha tenido que hipotecar. 

Una de las cosas que sí guardo con cariño fueron las largas noches conectados hablando por skype o por gtalk. Se nos hacía de día a veces sin enterarnos, así que acabamos poniéndonos una hora tope porque eso no era sano para ninguno de los dos. Pero se ve que cuando esta clase de gente te tiene muy segura empieza a pedir, a exigir y su careta de gente buena empieza a caerse tan lentamente que no te das cuenta. Era una especie de relación a distancia, pero que yo ni me planteaba un algo más y él tampoco hablaba de venirse, claro. Era algo que sabía que tendría fecha de caducidad, algo que se iba estropeando por cosas que no me gustaban, incluso veía que esa relación en realidad era una puta mierda desde el principio, que estaba pasándolo mal, que no me gustaba, que ya no había ilusión, que estaba siendo abandonada. Que no quería nada serio. Ya, no hacía falta que me lo dijera.

Es de las personas que os aseguro que aún doy gracias a los dioses que me dejara. Y resulta que  me dejó por alguien mucho más acorde a él, por supuesto: alguien con un buen e importante puesto de trabajo y un gran sueldo impensable para una mujer, con quien puede hacer muchas más cosas que conmigo, claro.

Esas chicas no son abandonadas, seguro.

Bueno, pues nada como tener ella  un buen puesto de trabajo y un buen sueldo para que ya sí que quieran tener novia estable, oye. 

Bueno, pues mientras yo seguí mi vida, él fue exhibiendo su suerte y su novia por todas partes. Cuando hablaba en el chat, incluso hablaba de lo fantásticamente bien que se lo pasaba con su novia delante de su exnovia, a la que yo no conocía. Incluso contaba detalles tan íntimos que yo pensaba que qué coño piensa esa gente que habla así de la persona con quien sale. Decía que no era guapa, que no tenía buen cuerpo, pero contaba las intimidades con ella como si estuviera relatando una película. No sé, será algún trauma de la adolescencia para que la gente vea que tiene una vida sexual. A saber lo que diría de mí, claro. Se creía el rey del mambo. Pero lleva mal el que no siguiera detrás de él. ¿No eras tan feliz? Pues ya está, te dejo en paz. 

Y eso tampoco lo quería él.

Durante un tiempo hubo un intercambio de correos intermitente entre él y yo. Qué tal, Eufrasia. Bien. Mira qué arañazo me he hecho (foto) Ah, pues ten cuidado. Me va bien en el curro. Me alegro. Y cosas así. Él seguía con ella, claro. Lo que yo no entendía era para qué me escribía si tan feliz era con esa chica. Presumía de dónde iban, dónde viajaban, las cosas que ella le regalaba... Vale, ¿y...? 

Igual que con otra gente he retomado contacto tras un tiempo, con él no quise. Un día me salió una invitación suya para chatear en gtalk y la rechacé. ¿Qué estaba haciendo? Acabó quejándose a amigos en común que no le hacía caso. Y acabó desapareciendo de las redes sociales, pero no por mí, no soy tan importante para nadie hasta el punto que hagan eso por mí.

A día de hoy veo en su facebook que tiene la misma foto que le pedí yo que se hiciera, con su camiseta negra. Es la misma foto. Fue una persona que jugaba con eso de que si te quito de facebook, ahora te pongo, ahora te añado, pero me enfado y te quito... y creo que soy lo suficientemente mayor para esas cosas. Fue una persona malvada, mucho, no voy a entrar en detalles. Pero vaya medio añito me dio, el muy... 

Da pena que haya gente que no sea lo que parece, y con él me alegro que no lo sea, porque engaña y mucho, y la gente que le rodea acaba viéndolo y dejándolo de lado. No tiene respeto por la privacidad, no la habrá tenido conmigo, pero bueno, no es el único que lo ha hecho. No sé ahora qué es de su vida pero es que hace tres años que dejó de importarme.

Que por qué me acuerdo de él... Porque me ha salido entre los contactos de hangouts al cambiar el chat. Y por él he decidido dejar de usar esa cuenta de correo para chatear, y abrirme otra. 

Una de las cosas que más gracia me hacía era cuando se enfadaba y me amenazaba con quitarme de fb. Pues quítame, le decía yo. El detalle es que él nunca estuvo en mi fb personal, sino en uno de los que uso para redes sociales. Y yo sí estuve en el suyo.

Bueno, pues todo eso para contaros que tengo G+, por si os interesa. Ya tengo cuatro :D Y él no está en ninguno :D

6.11.16

Con sólo una mirada.

Estás con uno de ésos amigos a los que no te da ya vergüenza contarle nada y que si te dice que ha atracado un banco le dices que si quiere dinero que te lo hubiera pedido. Es una de esas selectas personas en tu vida que está más o menos presente, pero esa afinidad y complicidad no desaparece a pesar del tiempo y de la distancia, o de ambas cosas.

Una de las sensaciones más fantásticas en la vida para mí es el momento en el que uno de esos mejores amigos y yo tenemos un momento absurdo que, con sólo una mirada, nos hace reír hasta las lágrimas. Es una conexión tan personal y tan especial que sólo la sientes con unas pocas personas . Cuando estamos en una situación neutra, anodina, rutinaria, y alguien dice algo de repente, y entonces sucede: vemos entre risas cómo al otro se le caen las lágrimas por la mayor chorrada de una u otra parte, da igual quién la haya dicho. Un momento tonto lo tengo con cualquiera, pero esos momentos precisamente no se pueden comparar con nada más que con esos momentos con estos mejores amigos. Reír hasta que duele la barriga. Una hilaridad absurda y cómplice. Y os juro que pasan los años y sigo teniendo el momento chorra sólo son ellos y con nadie más que con ellos. Es curioso, ¿no? Porque mira que a lo largo de los años conoces gente, pero no sé, es como si hubiera una parte de mí que excluye al resto de los mortales. Son momentos tan personales que si los compartiera con cualquiera perderían valor, creo yo. Y cuando las risas no nos deja hablar, llegando incluso a taparnos la cara con la mano, vencidos por las carcajadas, sólo nos reímos y disfrutamos del momento. Y te quedas como un san dios de lo a gusto que te ríes.

Porque a ver. Estos amigos lo saben todo de ti y a pesar de eso siguen queriéndote. Y mucho. Y formas parte de su vida, ellos de la tuya, te cuentan secretos, chismes y tontás, y tú les dejas hacer dándote cuenta de lo importante que tienes que ser para ellos para que te hagan partícipe de ciertas cosas tan personales que harían sonrojar al mismísimo diablo. Pero oye,  que esa afinidad hace que se solucionen los problemillas que puedan surgir, los malentendidos, los roces y cualquier cosa que pueda ofendernos. Y cuando tenemos claro que está todo solucionado, aquí no ha pasado nada, y seguimos como si tal cosa.

Pero ese momento en el que alguien dice algo aparentemente inocente y nos cruzamos una mirada significativa con alguna intención improvisada, o recordando la misma maldad, hace que aparezca la risa tonta a la vez. Y la risa se convierte en carcajadas sin poder parar. A veces soy yo la que suelta una frase que desencadena la tormenta, porque guasona puedo ser un rato. Ay, qué gusto reír así...

Encima pasan los días y recibo un mensaje, o pasa el tiempo y sale el tema, en el que alguien aún se acuerda que se partió de risa en ese preciso momento conmigo, llegando a volver a reír con ganas  recordando también esa sensación. Y me gusta porque veo que les pasa lo mismo que a mí, también lo notan.

Hay momentos muy bonitos en la vida, y este es uno de ellos para mí.

Y lo bonito también es seguir compartiéndolo con ellos desde hace tanto tiempo.

Ninguno de mis ex han sabido esto pero se habrían sentido excluídos. Algunos mucho, en especial cierto ex con uno ochenta y siete de cuerpazo pero relleno de serrín, corchopán y celos, muchos celos, que no entendía jamás qué podía hacerme tanta gracia para reír de ninguna manera. Hay gente que te llega muy dentro físicamente (pensad la burrada más grande que se os ocurra porque hay quien llega MUY dentro), pero estos amigos y yo llegamos a algo que no se tiene con cualquiera.

Los ex desaparecen, pero estos amigos reaparecen las veces que se tercien, y las que nos queden.

Y con sólo una mirada podemos desencadenar un momento inolvidable :D