26.4.16

Nada es verdad...

¿Os han dicho alguna vez algo contradictorio el mismo día? ¿Os han felicitado por vuestro trabajo y al rato alguien os ha dicho todo lo contrario? Pues eso me ha pasado a mí, con mi aspecto. Y siempre, siempre, recordad, depende de los ojos con los que te miran.

No sé qué pasa, si es por el corte, por la humedad adecuada en el ambiente o por la longitud, pero me están diciendo que tengo un pelo muy bonito, que si mi rizo es muy bonito, que si me hago algo, pues no, la verdad, pues chica, qué bonito tu rizo. Ni que yo fuese la hermana morena de Shirley Temple, pero bueno. Gracias. Y otro día, chica, qué pelo tan bonito tienes, huy, gracias, pues sí, la verdad, muy bonito, te queda muy bien, no te lo dejes más largo. Y llega otra persona que alaba mi cabello digno de un anuncio pantene. Pero llega otra y me dice que vaya pelos llevo, que si no podía hacerme algo, cortármelo de otra manera o tal y cual. Menos mal que sé que mi pelo está estupendo, pero también sé que no llevo el pelo como le gustaría, por eso me da quejas.

Al darme el sol más de lo normal en mí, luzco un moreno bastante bonito e inusual. Salen pecas, ya empiezan a salir ciertas manchas, pero oye, que me veo con buena cara. Y llega alguien que me dice: oye, tú estás muy guapa, ¿no? Huy, gracias. Y llega otra persona. No sé qué te pasa, pero te veo muy guapa últimamente. Ay, gracias, es agradable que te digan eso. Y llega otra persona diferente. Nena, qué bien te veo, estás estupenda. Ay, gracias. Mi ego llega a las dos partes de la calle y yo sin moverme del sitio, toma ya. Y en esto llega otra persona, la misma que he comentado antes y me dice que tengo cara pedo, que debería maquillarme un poco, que si estoy pálida... Pero yo hace tiempo que no hago caso porque paqué.

Y he adelgazado. Ahora uso tallas antes impensables para mí después de los 20 años, por lo que me puedo poner lo que quiera y me queda bien encima. Y es una suerte poder comprarte lo que sea y podértelo poner (snif, os juro que eso me emociona). Y al cambiar de talla, cambias de vestuario, por lo que tu ropa es más ajustada, y ya que estamos, de colores más alegres. Y te dicen lo bienísimamente que te ven, los estupendísimamente que estás y lo megahiperbien que te queda todo. Huy, gracias, dices. Si todo el mundo dice que me ven muy bien, será porque lo estoy, y no sólo porque yo me vea bien. Y llega quien ya sabemos y me dice que vaya ropa llevo más fea/ancha/estrecha/etc y que debería ponerme (ponga aquí lo que quiere que me ponga). Ha ha ha ha.

Y así, con TODO.

Bueno, creo que he dejado claro que todo depende de los ojos con los que te miran.

Así que, amiguitos, pensad que Ramón de Campoamor ya nos lo advirtió en sus versos:

Y es que en el mundo traidor
nada es verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira

25.4.16

Tú no eres.

A lo largo de la vida me he encontrado personas que, por diferentes circunstancias, estaban en lo más profundo de un pozo, o camino a ello. Gente que se hundía en un mal momento, incapaz de reaccionar o de creer que podía superarlo, y me han dado penita, siempre me dan, y en esos momentos hago lo que siempre hago: brindarles mi compañía y apoyo hasta que se encuentran mejor.

Pero pasa una cosa con algunos de ellos. Que no lo aprecian.

No lo aprecian porque mientras están mal saben que estás ahí preocupándote por ellos, implicándote, animándoles, pero en el momento en el que están mejor olvidan que estuviste ahí cuando, tal vez, nadie más estuvo. Aguantaste desplantes, palabras duras, quejas, cuando pensaste que era por los malos momentos que pasaban, pero realmente es porque no eres tú quien quisieran que estuviera ahí. Es como si te tuvieras que esforzar más por ser merecedor de sus gratitudes y simpatías, cuando realmente lo hiciste por simple empatía.

Desprecian cuanto haces, ningunean tu persona, y luego por detrás se burlan de lo que has hecho por ellos, cuando no ganabas nada ayudándoles, sólo era pena por ellos. Y todo es porque la persona que tal vez causó la suya no estaba ahí volviendo a ellos, tal como desean y no se dan cuenta.

¿Y qué se puede hacer?

Nada. No se puede hacer absolutamente nada. Porque hay gente así de ingrata, de desagradecida, de retorcida, para querer tenerte ahí pero quejarse si no lo estás. Malas personas que por delante te lloran y por detrás te insultan o se burlan de ti.

Pero tú no tienes la culpa.

Querer ser buena persona desinteresadamente es lo que tiene, que puedes encontrarte a esta clase de gente que paga contigo lo que no se atreve con la persona que causó sus males. No se atreven a decirles a ellas lo que te dicen a ti. No son capaces de decirles sus quejas, sus lamentos y sus reproches a alguien que los ha causado, pero sí a ti.

No eres quien ha causado tanto odio ni tanta rabia, y has ayudado a gente que no se lo mereció. Pero acuérdate del karma y aléjate de ellos porque ni te merecen, ni te aprecian ni lo mereces tú.

Usando un símil, todos recogeremos lo que sembramos. Y ellos también.

Así que date media vuelta y aléjate de donde no te quieren.

14.4.16

No era sólo una fotografía.

Tengo muchas fotos tuyas de épocas divertidas y de momentos en el que el estilismo nos había abandonado por completo. Aparecemos sonrientes, relajadas, en varios sitios, a lo largo de los años. Veo nuestra evolución, nuestras pintas, nuestros amigos, que van cambiando con el tiempo. La de anécdotas que tenemos, la de sitios que visitamos, la de gente que conocimos... Y todo seguía su curso, incluso la vida, que nos separó un poco a todos, cada uno por su lado. Casualidades del destino, coincidí con ella por última vez en un autobús camino al trabajo en la gran ciudad, con la de líneas que hay... Decidimos llegar tarde para hablar un poco más, teníamos cosas qué contarnos, que hacía tiempo que no nos veíamos.

Yo no sabía que iba a ser la última vez que la vería. Bueno, la penúltima.

La última vez fue en un periódico, cuando una noticia espeluznante contaba su muerte. Al verla sentí un escalofrío. No puede ser, cómo puede haber pasado...Y allí estaba ella en la foto, con su gran sonrisa y esos ojillos tan alegres, como ella era. Y te llamé para contarte la noticia. Y te quedaste de piedra, sin comprender por qué una persona se puede ir tan pronto de este mundo y de esa manera tan absurda.

Entre las fotos que hice hay una en la que salís las dos en tu coche, posando para mí. Es una foto bonita, alegre, como ese día que inmortalicé en esa instantánea. Dos jóvenes con apenas veinte años, un fin de semana volviendo a casa tras pasar el día por ahí. Durante muchos años, todos estos, he guardado la foto siempre pensando que te la tenía que dar.

Hoy te la he dado, sabiendo que te iba a gustar tenerla. Primero, no sabías que existía esa foto, y segundo, he visto cómo te ha salido una sonrisa al verla. Te has emocionado al recordar a nuestra vieja amiga que hace tanto tiempo que se fue y nos hemos reído recordando esos tiempos, lo bien que nos lo pasábamos.

Me has dado las gracias por la foto. Y me alegro haberte dado algo que te haya hecho sonreír.

No era sólo una foto. Era vuestra foto. Y ahora sólo es tuya.


4.4.16

A veces todo va bien

Las cosas a veces van tan mal que me da miedo preguntarle a la gente que cómo le va. Paro, muertes, enfermedades y desgracias varias salpican la vida de los demás, pero está bien preguntar para que vean que te preocupas por ellos, que hace tiempo que no hablamos y no está de más saber uno del otro.

Y entre tantas maluras y desastres, aparece alguien te dice que le va bien. Y te enumera, compartiendo contigo, los motivos de su felicidad. Buena suerte, gran futuro, gran compañía, grandes proyectos, bebés a la vista e, incluso como me dijo alguien, un premio de la lotería bastante suculento.

Y yo pienso: anda, pero si a la gente le puede ir bien, y yo con miedo a preguntarles. Qué tonta soy a veces.

Y  me alegro, qué narices. Me alegra saber que alguien es feliz en este momento, que disfruta de un momento dulce, de una ilusión, de una época divertida o de un gran momento personal. Y me alegro porque hay esperanza entre tanta amargura, entre tanta tristeza, entre tanta desolación.

Y el que se amargue por la felicidad de otro, tiene un problema, y grande.