21.9.16

Sube a por el bocata.

Hace años (uf, ahora me da un perezón buscarlo...) hablé de los nombres de los niños. Recuerdo que comenté que ahora la gente está obsesionada por singularizar los nombres  de sus hijos. Y empecé a numerar nombres extraños que en Sudamérica hicieron historia. También comenté que aquí en España antes se singularizaba a sus hijos con nombres del santoral del día. Hoy, por ejemplo, es san Mateo, pero ayer fue san Eustaquio, y el día 28 será san Wenceslao. Y no conozco a ningún niño que se llame Wenceslao, pronunciando la W como una B. Y me hace ilu.

Bueno, pues tras los nombres extranjeros escritos de cualquier manera (no sabéis de cuántas formas se puede escribir Jennifer), tras los nombres de seres mitológicos, de dioses griegos, de personajes literarios, ahora llegan los nombres de personajes de series. El gusto es como el culo, todos tenemos uno, y algunos son demasiado llamativos. Y no para bien.

Se supone que los nombres te sugieren algo, o alguien. Cuántos niños se llamarán Hugo por Hugo Silva (los padres de estos niños pintan menos a la hora de elegir el nombre que Marichalar para elegir el nombre de los suyos). Cuántas niñas se llamarán María a secas tras la tradición de combinar ese nombre con otro, el oficial. Pero cuántos padres habrán elegido nombres extraños que tendrán que estar deletreando durante años y se quejarán de que la gente no sabe escribirlo. Cuántos hijos tendrán que deletrear su nombre durante años para decir que la H de su nombre no va ahí. O que esa C es una K. O que lleva H, o no la lleva. Ya ninguno se llama Agapito, como el abuelo. O Agustina, como la abuela. O Gertrudis, como la tía. Si ahora ante un grupo de niños llamas a Alejandro, Pablo, Ainhoa (o Ahinoa, o Ainoha), Andrea y Carla, vienen todos los niños. Y así no se diferencian tampoco. Inspiración, señores. Inspiración.

Ya puestos, podemos echarle un ojito a los emperadores romanos, con nombres gloriosos que han pasado a la historia por diversas cosas, pero bueno, que creo que no conozco a ningún niño que se llame así tampoco.

Empezamos...

Podemos usar nombres que reflejen el comportamiento de los niños, como Quieto, Ingenuo, Geta, Constante, Cómodo, Tácito, Alejandro Severo, Severo a secas, o Claudio el Gótico.

Podemos usar nombres que reflejen su modestia, como Constantino el Grande, Magno Máximo, Petronio Máximo, Pupieno Máximo, o simplemente decir que es el puto amo: Máximo. Sin segundo nombre ni ná, porque no le hace falta.

Podemos sugerir en nuestro catálogo más nombres de emperadores romanos: Volusiano, Pacatiano, Trajano, Vespasiano, Numeriano, Valentiniano, Regaliano, Rómulo Augústulo (pobre, es que encima son los dos), Nepociano, Mayoriano, Leliano, Jotapiano (qué a gusto se quedarían sus padres),  Gordiano, Diocleciano, o Diadumediano. Advertimos que tuvieron que pasarlo muy mal en el cole por las rimas de sus nombres. 

Mención especial y pésame a quien se llamara Próculo. También indicaría que sus padres no lo querían, y era un niño no deseado.

Eso sí, nadie se atrevería a toser a niños llamados Nerón o Calígula. Vamos, ni sus padres.

Sería un espectáculo en el parque escuchar un Herenio Etrusco, ven a merendar. O un Julio Nepote (con risas de fondo entre otros niños), sube a por el bocata.

Claro que estar en clase, que pasen lista y escuchar un  Domicio Domiciano haría que volvieran a pensar en una rima. Y también cuando escucharan un Clodio Albino.

Así que podrían elegir nombres más normales como Víctor, Julio, César, Claudio, Augusto o Marco Aurelio.

Pero no me digáis que ante Silbanaco no os viene a la cabeza tócate el sobaco.

Para finalizar el post, encontraremos un nombre bastante común: Constantino.

Y también estáis pensando en la rima, pillines.




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