5.7.16

El guarrazo que se avecina.

Una amiga de una amiga de mi amiga nos contaba ilusionada cómo un príncipe azul salió de la nada y se metió en su whatsapp y empezó a decirle cosas bonitas. Lo conocía de vista por ser uno de los padres del cole de su hija. Divorciado, conocido en los ambientes falleros, con buena posición... En cosa de un par de de semanas ella ya hablaba maravillas de su galán, que se desvivía por ella, que le regalaba y obsequiaba por doquier, pero ella siempre hacía hincapié en lo buenísima persona que era.

Tan buena persona, que tiene que llevarte a su apartamento en la playa con su cochazo, u otro día llevarte con su moto nueva para que veas lo buena persona que es, por supuesto. O llevarte a sitios caros a cenar, o regalarte cosas caras para que veas la pureza de su alma, por supuesto. Nada que ver su poder adquisitivo. Para nada.

Y conforme escuchaba lo que él le dice, las cosas que hace, las cosas que le escribe, dónde le pone la mano al conducir, las expresiones que usa para dirigirse a ella, a mí se me revolvieron las tripas y me entraron ganas de vomitar. Porque está claro que todas esas buenas personas que aparecen en la vida de cualquiera para llevarte a la cama dicen lo mismo, actúan igual, se comportan igual. También tengo que decir que esta chica es muy poco discreta, porque contaba hasta los detalles más íntimos. Aunque será tan discreta como él, porque sus amigos ya estarán al tanto de las veces que se ven y lo que hacen. Porque esta gente hace eso.

¿Y las ex? Unas lagartas, todas, que querían aprovecharse de él. Pobrecito, qué pena. Y se consuela contigo, que eres muy buena, y lo quieres sólo por la nobleza de su persona y no te has dejado deslumbrar por todo lo que tiene. Y vuelves a hacer hincapié en lo bellísima persona que es mientras me enseñas la foto de alguien que, si no tiene lo que tiene, seguro que ni te fijarías en él, bonita. Cuando me preguntó que qué opinaba, le dije que bueno, que era el principio, que es todo muy bonito. Me llamaron aguafiestas. Luego reconocieron que sí, que tal vez todo iba muy rápido. Pero repitieron una y otra vez lo buenisísisisisisisima gente que es.

Y yo, mientras escuchaba con el estómago revuelto y viendo lo que va a pasar antes de lo que se piensa, callaba hasta que pude preguntarle a mi amiga por ese chico, porque son de la misma falla. Y me comentó que era todo un donjuán, que tenía claro lo que quería, y que no pensaba engancharse con ninguna, que jugaba con las tías y luego las dejaba de lado.

Lo que yo había pensado.

Así que espero que la decepción que se lleve no sea demasiado grande, pero estamos a principios de verano y él no tendrá a nadie más, y durará hasta que se canse o se fije en otra. Porque esta clase de gente hace eso..

Me da lástima la muchacha por lo ciega que está.

Pero quién soy yo para decirle nada.


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