21.9.15

Las personas no son tan distintas a los animales

Este fin de semana hemos tenido sesión de cine, en donde cada uno sugería una película. La mía ha sido una de mis favoritas, la típica película de serie B para no pensar pero que sí te hace pensar: "Siempre a tu lado", con Hugh Jackman.

No voy a contar de qué va, por si a alguien le apetece verla. Cuando yo la vi por primera vez quedé encantada con la escena en la que la protagonista está viendo un documental de animales. Me fijé en lo que decía, y desde entonces veo que es perfectamente aplicable a las personas, porque hay quien actúa exactamente como esos animales que describe.

El libro estaba descatalogado, pero lo encontré en una tienda de segunda mano. Y aquí está el párrafo en el que puedo quitar la palabra animales y poner nombres de personas jeje.



"La paralización es una reacción muy extendida ante la amenaza del predador, pero algunas presas añaden una sutileza a la conducta de la paralización. En cuanto ven que se acerca un predador corren a esconderse detrás de un árbol antes de quedarse inmóviles como una estatua.

Si la paralización no funciona, el paso siguente es la huida. Muchas especies víctimas han desarrollado métodos de fuga sorprendentemente rápidos, y hay varios refinamientos en la conducta de huida. En lugar de intentar escapar alejándose con la mayor rapidez posible del predador, algunos animales siguen una ruta errática y zigzagueante. Esta táctica se basa en el principio de que el perseguidor no será capaz de cambiar de dirección con la misma eficacia que la presa.  Para conseguir su propósito, los cambios de rumbo del animal fugitivo deben ser irregulares, de manera que el predador no pueda anticipar cuándo o en qué dirección se producirá el siguiente.

Otra estrategia consiste en correr y esconderse, o correr y retroceder. Es un método usado por los animales que no podrían soportar una huida prolongada. Corren súbitamente a la mayor velocidad posible y luego se quedan paralizados, totalmente inmóviles, entre la vegetación. Si el predador toma la dirección incorrecta permanecen ocultos hasta que haya pasado el peligro, pero si vuelve a aproximarse, esperan hasta el último momento para volver a correr y esconderse. Pueden repetir esta táctica una y otra vez hasta que, con una poca de suerte, el predador abandona la persecución.

Desmond Morris, "El arte de observar el comportamiento animal"


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