24.2.16

La sierva.

Todos tenemos problemas, tarde o temprano. A veces, esos problemas nos superan, y no vemos salida, o no sabemos cómo hacerles frente. Si tienen solución, acabamos viendo un resquicio de luz por donde afrontarlos. Si no tienen solución, acabamos aprendiendo a vivir con ello.

Porque la vida es así.

Hay unas personas que son importantes para mí. Siempre he estado ahí, porque las he querido. Siempre he ofrecido mi ayuda cuando la necesitaban, siempre he hecho cuanto podía para que estuvieran mejor, siempre han podido contar conmigo. Los he visto vencidos, superados... Me ha apenado verlos mal, me he preocupado por ellos, he callado muchas cosas porque pensaba que estaban así por estar pasando una mala racha. O porque cambiarían.

Pues no. Es que eran así.

Se han aprovechado de mí, me han utilizado. No he sido más que un felpudo, una herramienta, un objeto, un siervo. Ellos merecían mis atenciones y mis preocupaciones. Yo estaba allí para servirles. No me merezco nada, ni el aire que respiro. Yo no era nada. No soy nada. No era nadie ni lo soy. Ni lo seré. Mis problemas no son nada, ni importantes. No soy nada, ni nadie pero me reprochan el que no esté cuando ellos quieren.
Yo no quería pensar que iba a ser así siempre. Pero es que siempre lo es.

Lo es. Y no se puede hacer cambiar a cierta gente.

Recojo lo poco que queda de mi dignidad y de amor propio y corto la cadena invisible que me unía a ellos. ¿Qué necesidad tengo de aguantar esto por más tiempo? Es humillante querer al que ni siquiera te aprecia, pero llega un momento en el que decides que se acabó.

Prefiero hundirme sola a que me hundan.

Y no pienso hundirme.

Prefiero navegar a la deriva, aprender a vivir sin ellos.

Porque a veces lo más cerca que hay de estar feliz es no tener al lado a cierta gente. Y no nos damos cuenta de que hay veces que tenemos que soltar la cuerda que nos sujeta, porque nos duele mientras permanezcamos agarrados. Cuanto más tiempo estés sujeto a ella más duele. En cambio, soltarla asegura un dolor más fuerte, aunque mucho más corto, y evita estar viviendo una agonía a saber cuánto tiempo. O con el temor de qué es lo que les ofende ahora. O el desilusionarte porque te han vuelto a fallar de nuevo.

Y yo quiero ser feliz.

Por lo menos estar tranquila.

No hay comentarios: