26.10.15

Cuánto te quiero, amiga

¿Habéis conocido alguna vez a gente que os quiere más que a su vida? Gente que dice haría por ti cosas que jamás haría, gente que repite hasta la náusea lo más muy mejor amiga que eres suya y lo cuantísimo que te quiere, lo pregona a los cuatro vientos, te lo dice mil veces en la cara... pero te encuentras de que sólo dice eso, dice palabras que se lleva el aire. Palabras que por mucho que repita no van a ser más verdad. Palabras que no tienen valor. Mentiras, vamos.

Y entonces se te queda la cara de gilipollas. Y no digáis que no, que se nos queda a todos.

Y puede ser que no te quisieras dejar llevar por esa vorágine de amistad supina y suprema por ese alguien que quiso arrastrarte a ese afecto incondicional y público. Que miraras todo con cierta incredulidad porque no puede ser que de repente que alguien te quiera tanto y tan de golpe. Vamos, no te quiere ni tu madre así, te va a querer un ajeno o una ajena. Que quiera cambiar su vida para acoplarse a la tuya, que te ofrezca y no quieras. Que a lo mejor es porque sabe que vas a adecir que no. Que tire de ti y des excusas para no dejarte llevar. Porque sabe que le vas a decir que no. Porque le falta tatuarse tu nombre en la frente y tu jeta en el pecho, a lo legionario.

Entonces piensas: a ver si de verdad le caigo tan bien. Porque aunque no seas tan efusivo/a puede que haya gente así, gente que te acopla a su estela, haciéndote uno de los elegidos para estar cerca suyo. Y a ti no te sabe mal hacerle un favor, porque no cuesta nada. O dos, porque total, qué más te da. O treinta, porque no te supone ninguna molestia.  Algunos de esos amigos te los hacen a ti, o se ofrecen. Algunos, pero menos, te los hacen sin más.

¿Y luego?

Y luego pasa el tiempo. Y ese tiempo tan sabio que pone a la gente en su sitio te demuestra que esa gente que dice que te quiere tanto, en realidad no te quiere. Ni una miajita. Por salirse con la suya te dejan de lado cuando encuentran alguien que les interese más. O son capaces de dejarte a la altura del betún para demostrar lo buenos que son ellos. Y aquí, amigos, da igual que se tratara de alguien que estuviera completamente sola o con muchos problemas, porque va a tener memoria selectiva y tú no vas a estar en sus recuerdos ni en sus gratitudes. Seguro que sus nuevas amistades le habrán ayudado mucho cuando estuvo mal. Ah, no, que quien estabas eras tú.

Por eso, cuando alguien me dice lo mucho que me quiere, digo que no necesito que la gente me quiera mucho, sino que me quiera mejor. Porque ese cariño del que hablo en este post es tan efímero y falso que es absolutamente prescindible e innecesrio.

Y resulta que la ingrata soy yo. Que no les comprendo.

Ya.

Claro.

No hay comentarios: