4.1.08

A contrarreloj.

Me he encontrado con la noticia de que la gente prefiere los centros comerciales porque no quieren aglomeraciones... ¿Mande? ¿Aglomeraciones en un hipermercado? Aglomeraciones no habrá en la tienda de la esquina de tu casa, en donde el dueño ha vendido un paquete de pañuelos en lo que llevamos de lustro. Pero decir que en los centros comerciales no hay aglomeraciones es como decir que tras las fiestas seguimos en el mismo peso que antes de comenzarlas. Cada uno es diferente.

Más allá de las aglomeraciones por esta época está el tema de aymadrequenoencuentroloquebusco. Teniendo en cuenta de que las campañas se preparan un mes y pico antes, dudo mucho que alguien encuentre el juguete de moda o la oferta de sus sueños el día antes de desmantelar los pasillos de regalos. Pero el día anterior a la entrega de premios -léase navidad o reyes-, la gente es odiable. La gente es insoportable. Llegas a odiar a la gente. Te convertirías en un psicópata sin ningún problema. Te sacan de quicio a pesar de la mierda de sueldos que pagan. Y peor aún si eres externa. Todos saben más que tú, todos lo quieren ya, y quieren encontrar lo que buscan en el almacén. Si, en el almacén. En la tienda ya saben que no hay lo que quieren. Tiene que estar en el almacén. Y en el almacén, el día que termina la campaña, sólo queda lo que no se ha vendido y unos huecos llenos de aire y polvo que te hacen limpiar de año en año antes de llenarlo con otras cosas de la campaña siguiente.

Recuerdo el caso de una mujer que buscaba una muñeca, el juguete estrella de esas navidades, pero no quedaba. Estábamos a mediados de diciembre, pero no quedaba ni una, y tampoco se recibiría más. La mujer insistió en que fuera al almacén a mirar por si quedaba alguna. Yo le dije que no quedaba. Ella insistió en que fuera. Acabé poniéndome seria y le dije que NO QUEDABA. Ella se fue no muy convencida, y la sorprendí preguntándole a un compañero de otra sección por la muñequita de los coj*nes. El chico recurrió a mí. Le conté la historia: que no hay, y que ya me había preguntado a mí. A los cinco minutos, me llaman por el pasillo. Era ¡la misma señora! preguntándome si quedaba alguna de esas muñecas. No voy a escribir aquí lo que le dije -tampoco le dije tanto, pero yo perdería glamour ante vosotros-, pero se tomó peor lo que no quedara ninguna muñeca de ésas.

El día de nochebuena o el de reyes, es cuando la gente que es habitual del último momento no encuentra lo que quiere, está enfadada y quiere pagarlo con alguien: tú. Llegas a escuchar barbaridades. Yo siempre les decía que lo que me decían a mí, que tuvieran narices de decírselo al jefe de sección o, mejor aún, al director. Ninguno tenía esa valentía de la que alardeaban, y acababan fundiéndose con la aglomeración que llenaban el pasillo. Por ejemplo, acusan a los empleados de reservarse ciertos productos para comprarlos ellos. Toma, pues claro. A ver quién en su trabajo no goza siquiera de una ventaja frente a otros consumidores. Pero los comprábamos mucho antes, para que pasaran desapercibidos. Para eso si que podíamos -o pueden- tener ciertas ventajas frente a los demás. Pero al mismo precio, que yo no tenía descuento por empleado. Y el que quiera algo, que no se espere al último momento, ni al penúltimo. Que venga en el puente de diciembre cuando aún queda algo de todo. Después, ya no.

Yo lo tengo claro: este año regalo perfumes. Me he gastado un pastorro en perfumes. Es algo práctico, no necesita pilas ni lavados en seco... Todo son ventajas. Y como además sabes lo que utiliza cada uno, pues estupendo de la muerte.

Y ahora, si me permiten, voy a ducharme, que mi aroma no lo camufla ni el perfume más caro.

Feliz año con retraso, que paséis un feliz día de reyes, y seguid siendo buenos.

2 comentarios:

Satrústegui dijo...

Feliz año, Eufrasia!

ileniaz dijo...

Feliz Año!