11.8.07

En el coche de papá nos iremos a pasear.

Desde pequeña he tenido un problema muy grave y muy molesto: era ver el coche, y ponerme mala. Y no digamos cuando me subía... Y ya, si llegaban curvas, era el acabose. Cual niña del exorcista, iba salpicando con cada bote. Mi madre, muy precavida, siempre llevaba bolsas y toallas para mi porque, casualidades de la vida, yo era la única que se mareaba.

Cada viaje me suponía un trauma. Tal cual. Me ponía tan mala, que cuando mis padres tenían claro que nos íbamos, y ya tenían decidido el día, podía pasarme los días con el estómago revuelto sin apenas probar bocado. Una de las veces acabó con un ayuno prolongado, porque era incapaz de ingerir algo. Sabía que cuando me subiera al coche, me pondría malísima. Y qué razón tenía...

Ni chicles, ni pastillas, ni dormir, ni ná. Toda yo era un misterio de la ciencia. Ningún medicamento me aliviaba, ni ningún método casero tampoco. Me aconsejaban oler colonia, y yo, que soy de nariz finísima, acababa atufá de las esnifás que me pegaba. Y daba igual que cambiara de marca, porque el resultado era el mismo: una gran y asquerosa pota.

Más que de viaje, parecía que íbamos de viacrucis, porque a cada curva, mi padre tenía que soportar mi "paraparaparapara", ya que a los tres kilómetros -aproximadamente- de cada inicio de viaje, yo ya había agotado las reservas de bolsas, toallas, y el asunto comenzaba a desbordarse. Y es curioso que, para lo poco que comía, mi estómago tuviera tanta sustancia (por llamarlo de alguna manera)

Otra persona, un día, me aconsejó que viajara con una piedra en la mano, porque seguro que no me marearía. Un remedio de la abuela, un remedio de pueblo, que ni mataba, ni curaba, pero yo lo probé. Ná. Que las piedras no tienen poderes curativos, por mucho que digan.

Así que fuí creciendo hasta cierto punto. Estoy segura de que, si no me hubiera mareado tanto, ysi tampoco me hubiera regüelto el estómago tanto, yo ahora sería una chica mucho más alta y lozana, fruto de las proteínas y vitaminas que, por desgracia, mi cuerpo no pudo retener en aquellos tiempos.

Y no os creáis que el coche era lo único que me ponía a punto de la muerte. Cualquier medio de transporte era suficiente para dejarme KO. El peor, el barco. Con deciros que me mareo con el patinete de la playa...

Ahora soy de tamaño normal, soy miope, y sólo me mareo en contadas ocasiones. En muy contadas ocasiones. Aún así, no me gusta el coche, pero vale. Puedo hacer 2014 kilómetros sin vomitar ni una sóla vez. Puedo viajar en el tren y leer al mismo tiempo, en cualquier posición, sin marearme -cosa que en el coche ni lo intento, porque es retroceder en el tiempo-. Con el autobús aún no he podido. Sigo mareándome, pero como tampoco tengo ocasión de tener que pillar alguno, de eso me libro. En avión, soy feliz. Sobran las palabras. Pero yo no sé qué le ponen a los patinetes de la playa que hacen que me ponga malísima.

Y hay tres métodos para marearme en coche en la actualidad: muchas curvas, un mal conductor, o que el coche sea nuevo -por el olor, no lo soporto-.

Y luego mi madre me pregunta que porqué no tengo el carnet del coche. Mami, es un pequeño trauma infantil...

4 comentarios:

Unknown dijo...

jajajaja hija mía...si k estás traumada tú esta temporada..¿Quien ha estado jugando con Peter Pan? ^^ un beso lozana!!

LaReinaDelSur dijo...

Jajaja A mi de peque me pasaba lo mismico! Lo estaba leyendo y me estaba muriendo de risa!!!
He llegado a vomitar en el garage, mientras yo estaba dentro del coche y mis padres metiendo las maletas en el maletero y obviamente el coche estaba parado... y lo más gracioso, en la parte de atrás normalmente íbamos mi hermana, mi prima y yo sentada en medio. Pues iba hablando o cantando o haciendo el tonto con mi hermana y cuando tenía que vomitar me giraba para mi prima! Jajaja Las primeras veces lo aguantaba, pero luego gritaba: Jo!!!! Vomítale a tu hermana! No te gires y me pringues a mi!!!

Muy bueno el post!

P.S.: Como remedio casero inservible me ponían una moneda de 50 pesetas en el ombligo y con esparatrapo hacían una cruz sobre la moneda... Mi madre pobrecica no sabía que hacer conmigo!

Anónimo dijo...

Pobreeeeeeeeee, bueno Eufra pero poco a poco vas superando traumas infantiles... la historia de las personas es de superación... asi que nada poco a poco... a ver cuando me saco yo el carnet! sin trauma infantil... pero bueno.

1 besazo guapa

Anónimo dijo...

a mí me pasaba igual :) lo que peor me ponía era el olor a gasolina (así que sin haber montado en el coche ya tenía el estómago revuelto), las curvas y la velocidad. menos mal que de pequeña apenas viajaba en coche. en mi familia éramos más de tren. sólo una cosa, anímate y sácate el carnet que ya verás que conduciendo no te mareas :) besotes.