26.11.18

La pala.

Supongo que eres una de esas pocas personas con las que he conectado desde el primer momento. Y digo supongo, porque años, cafés y confidencias después, aquí seguimos, compartiendo secretos, copas y momentos que no se le regalan a cualquiera y sabemos que podemos confiar mutuamente. De hecho, jamás hemos discutido, y cualquier percance que hemos tenido lo hemos solucionado de manera civilizada, sin reproches, con argumentos, y a pesar de todo seguimos con nuestra amistad.

No lo dijiste, pero me di cuenta que pasabas por un mal momento. Tal como te dije, los malos momentos se quedan atrás y nosotros avanzamos, pero quisiste detenerte, sin saber que es lo que no hay que hacer. Pero lo hiciste, y te aferraste al problema mientras quisiste evadirte con otros problemas que no vienen a cuento y que yo, por desconocimiento, o por imaginación, te dije que estaba más que bien refocilarte en ellos, pero que no tenían por qué ser más que temporales.

Nadie sabe nada, nadie de tu entorno imagina siquiera lo que te pasa, y yo te veo llorar intentando ordenar pensamientos, sensaciones y emociones. ¿Qué hago? Tomarte la mano y escuchar en silencio. Hay veces que es mejor callarse y dejar que te desahogues, no tengo por qué decir nada cuando eres tú la que me pide que te escuche, y eso hago. Me pediste silencio y te conté el tuit que decía que un buen amigo es que al que le dices que has matado a alguien y sólo te pregunta si tienes una pala. Te reíste.

Bueno, pues parece que estabas aferrada a una cuerda que no querías soltar, cuando es mejor la leche que te vas a dar que el dolor que estás pasando, la agonía de algo que sólo existe en tus deseos, sentimientos no correspondidos y, sobre todo, la incertidumbre de un futuro que crees o temes peor que el presente que estás viviendo.

Sé que es muy difícil soltar, pero a veces es lo único que hay que hacer cuando ya no puedes más. 

Y hoy me dices que esa cuerda se ha roto, la misma a la que estabas aferrada con una mano como si fuese lo que te diera la vida.

Y no.

Eres de las personas más inteligentes que conozco. Eres una persona con muchas cualidades, proyectos y capacidades. Y estás llena de ilusiones. Y te lo digo, te lo repito, para que veas que es verdad, como si yo te tuviera que convencer, porque no te lo crees. Y te hago reír entre lágrimas, y te hago reflexionar con algunas cosas, porque para decirte mi opinión no hay que ser ni agresiva ni dura. Tal vez veas en mi experiencia que lo que te digo es algo en lo que tienes que reflexionar. No se puede correr tras un fantasma, ni perder nada que no tienes, ni luchar contra lo que no existe.

A partir de hoy enterremos todo ese sufrimiento y esta mala época, que aquí he traído una pala.

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