16.10.17

¿Echamos un partido?

Creo que un día voy a escribir en el blog las cosas que me dicen los tíos de sus ex para ponerlas como excusa cuando no han hecho algo durante mucho tiempo cuando les gustaba mucho. Y no porque ellas se lo hayan impedido con una pistola en la cabeza o los hayan encadenado durante años en una mazmorra. No. Simplemente dejaron de hacerlo.

Hoy, en el papel protagonista tenemos a Ricardo. 42 años. Divorciado. Ex-jugador de fútbol sala. Dos hijos. Guapo, y mucho. Dejó de jugar al fútbol porque su ex-mujer seguramente le rajaba los balones, le llenaría las zapatillas de chinchetas o lo ataba de pies y manos el tiempo que durara el partido para que no pudiera ir, porque no iba. Decía que ella tenía la culpa de que no fuera.

Llega el divorcio. Y no es que él diga: no, mira, es que dejé de jugar al fútbol. No. La culpa a ella. Porque por ella dejó de ir a jugar a fútbol sala con los de la falla, con los del trabajo, con sus amigos... Por ella, porque se enfadaba, porque porque porque porque...

Así que Ricardo, feliz y divorciado, volvió a jugar a fútbol sala, tal y como siempre había deseado y tanto le gustaba. Jornadas, competiciones, campeonatos...

Y conoció a otra chica, que no sé cómo se llama. Le llamaremos Clodomira, por ejemplo.

Ricardo y Clodomira empezaron a salir y les fue bien. Tanto, que estoy deseando saber qué excusa pondrá Ricardo cuando le pregunte que por qué ya no juega al fútbol sala que tanto le gustaba y que dejó de jugar por su ex-mujer ahora que ya no le puede echar la culpa a su ex-mujer.

Menos mal que yo no estoy con alguien así...

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