29.8.16

Mujer blanca viuda busca...

Una amiga, de esas que como ella tienes mil o dos mil, tuvo la mala suerte de quedarse viuda con un hijo pequeño. La muerte de su marido fue repentina. Y ella, en cuanto quedó viuda, hizo lo que se ve que hace cualquiera: vender la moto gorda de su difunto. No tenía problemas económicos de ningún tipo, pero le dio por ahí. Y de querer la herencia de su marido sin que se hubieran muerto sus suegros. Eso sí, sin preocuparse de ellos. Y se lió la cosa.

Mientras ella iba de viuda de España hablando de su pena a cualquiera y en cualquier sitio hizo que mucha gente se apiadara de ella, yo entre ellas. Y de repente, me quiso poner para que sustituyera a su marido en muchas cosas. Yo mantenía las distancias, pero ella insistía, insistía, e insistía. Incluso delante de la gente hacía creer lo inseparables que éramos. Y éramos lo inseparables que pueden ser dos personas que han quedado unas cuantas veces a tomar café. Pero aparecía por mi casa cada dos por tres, me llamaba por teléfono todos los días, me mandaba whatsapps a cada momento y, lo que es peor, quería quedar conmigo cuando ella dijera, a la hora que dijera y si le venía bien. Y cuando yo decía vale, era capaz de no aparecer sin avisar siquiera. Es que, pensaba yo, se le ha ido la pinza un poco por lo que había pasado.

Pero la pinza se me fue a mí. Estaba aburrida de sus quejas por el dinero, cuando tiene trabajo estable y unos buenos ahorros que se preocupa de repetirte para que lo sepas. Estaba aburrida de sus quejas a su familia política cuando la habían tratado demaisado bien para lo que se merecía. Estaba cansada de que quisiera que la acompañara a TODO, pero delante de la gente me dejaba caer excusas de por qué no podía acompañarla, como si yo lo estuviera deseando. No os tengo qué contar qué contestaciones le daba yo.

Y si le gustaba mi ropa, empezó a comprársela parecida. Y le gustaba mi pelo, y empezó a cortarse el pelo como yo (menos mal que la genética no nos pudo hacer más diferentes), a peinarse como yo, a maquillarse como yo. A mí ya me daba la risa y comentaba entre mis amigos que cómo es que, con lo que llega a odiarme cierta gente, puede haber otra que me imite de manera tan descarada.

Quedamos un par de veces para salir con otra gente, con la que empecé a hacer buenas migas y quedé muchas veces. Y ella empezó a comportarse como un novio celoso, reprochándome suavemente (pero reprochándome al fin y al cabo) que quedara con esa gente sin ella. Y también podéis haceros una idea de mi contestación. Porque quería que yo estuviera a su entera discposición, y sólo para ella. Pero claro, piensas que la pobre lo ha pasado mal, y necesita compañía, y...

Con su marido no se había ido de viaje nunca. Parece ser que es que si te vas de viaje gastas dinero, y a ellos no les gustaba gastar. Pues de repente, mis viajes y mis fines de semana fuera de Valencia se convirtieron en algo muy apetitoso para ella, y ya quiso que nos fuéramos las dos de viaje a Madrid, a Barcelona, a... Yo estaba alucinando, pero cambié de tema y no le dije nada. Pero me surgieron viajes y ella empezó a enfadarse conmigo porque no le había dicho nada. Tampoco os tengo que decir lo que le contesté, ¿no?

Cuando me dijo que estaba buscando piso por mi zona casi me da un infarto. Quería que fuéramos vecinas. Tuve suerte, los que vendían no le gustaban, aunque ella quería precisamente uno en mi edificio, pero afortunadamente para mí está completo.

Y un día dice que necesita ayuda para una cosa en la casa. Y yo, con toda la mejor intención, me ofrecí a ayudarle. Bueno, no fue ayuda realmente porque lo que hizo fue desaparecer dejándome a mí todo el fregao. Ni se acercó, mientras yo estuve todo el día empantanada en una mierda que puede hacer un profesional, pero claro, es que le costaba dinero. Y después de terminarla lo mejor que pude, acabar rota, destrozada, reventada y magullada, me cruzo con una amiga en común y me cuenta que se quejó del acabado diciendo que no le había gustado. Que no le había gustado lo que yo le había hecho.

Dije que era una desagradecida de mierda.

Me llama y no le cojo el teléfono. Luego le digo cualquier excusa y listo. Me manda un whatsapp y no le contesto. Siempre tengo algo. Cuando me dice que quedemos siempre tengo una excusa para no hacerlo. Y cuando me cuenta sus problemas le digo que yo también tengo y no los voy contando por ahí.  En un día podía tener hasta nueve llamadas perdidas suyas. Nueve. Ahora ya no. Juju.

Así que ante alguien tan desagradecido, codicioso, avaricioso, envidioso y malo prefiero no tener mucho que ver. Me teme, porque no insiste ya. Por detrás se queja de que no sabe qué me ha pasado con ella, cuando éramos inseparables. Y se lo comenta a los que vieron lo inseparables que éramos mientras yo huía de ella o hacía planes sin ella. Que ya no tiene con quién salir. Que nos íbamos a ir de viaje. Que íbamos a hacer muchas cosas juntas. Que teníamos muchos planes. Me toca las narices que pluralice cuando lo suyo es un monólogo siempre.

Yo ofrecí una mano y casi me arranca el brazo e intenta hacerse pasar por mi hermana gemela (repito: la genética no nos pudo hacer MÁS diferentes)

¿A que soy una gilipollas? Pues lo bueno es darse cuenta para solucionar el problema.

Y en ello estoy.

No hay comentarios: