25.2.18

Sentada en el parque.

Un día, ocurre.

Es un día normal, como tantos otros, no tiene nada de especial. Pero te notas diferente. Y te levantas de la cama como si nada, porque no pasa nada, y te aseas, desayunas y te quitas el pijama, dudando qué ponerte ese día y si hará frío o calor.

Ese día es tan normal que haces todo lo que tienes que hacer sin incidentes y, salvo que se estropee algo en casa, no tiene ninguna anécdota destacable qué contar. 

Pero de repente, te das cuenta. Ese pensamiento que te atormentaba, eso que te oprimía el pecho en cuanto pensabas en ello o en esa persona, ha desaparecido. Y te sorprendes.

Te sorprendes de haber estado dando tanta importancia a algo que te hacía sentir mal. Alimentándolo. Atormentándote. Pero ahora no, ahora se ha esfumado y no sabes cuándo ni cómo. 

Tal vez se lo llevó la última lluvia caída, la que limpia, refresca y riega. O tal vez se lo llevó el viento, con una brisa silenciosa. O tal vez simplemente se desgastó de tanto pensar en ello.

Sea como fuese, ya no está.

Y te sientas en el banco de un parque dejando que el sol te toque y el viento también. Y mientras estás sentada no haces nada más que cerrar los ojos y relajarte. Nada como hacer lo contrario a lo que tanto tiempo estabas sufriendo.

Ahora disfruta.

La realidad está ahí, pero la aceptación también. Y cuando tú cambias, todo cambia. Y has cambiado, hace tiempo que lo hiciste. Vendrán otras preocupaciones, sí, pero ahora disfruta de esa calma que te rodea, de quererte tú misma, de darte todos esos caprichos que siempre te negaste a saber por cuál de los motivos.

Mira a la gente pasar por tu lado, a los ciclistas, a las madres con carrito de bebé, a los jubilados que van a dar una vuelta. Mira cómo se mueven las hojas de los árboles, la amplia gama de verdes que puedes encontrar en ellas y el travieso rayo de sol que se cuela hasta llegar al suelo.

Ese es un día como otro, pero a la vez no lo es. Ese día es un bonito día. El día en el que por fin todo termina y sigue a la vez. En el que ya no duele, ya no piensas y ya no vas a hacer nada para que vuelva ese sentimiento.

Ese día llega. 

Te lo aseguro.

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