4.4.07

Ya que estamos en fechas...

El otro día -temprano empezaron- volvía a casa cuando me crucé con una cofradía que llevaba su santo a algún sitio, digo yo. Todos con sus ropajes, sus capas de raso, sus bordados dorados y su cucurucho en la cabeza, la cruz en la mano... Eso de ver a varias decenas (¿o eran cientos?) de personas cara a tí, casi de noche, en calle no muy ancha, amparados por el anonimato que ofrece la capucha, mirándote con total disimulo -pero van hacia tí-, te hace sentir un pelín incómoda. Como alguien te diga adiós, la has cagado, porque la curiosidad hará que te gires, te pares, para saber quién coño ha sido el que te ha dicho adiós. Si el/la saludador/a se digna, se girará y hará malabarismos para sujetar como pueda la cruz que lleva en la mano para poder levantarse la capucha para que le veas la cara. Y no sé qué es más difícil: si intentar averiguar quién narices es, sólo por el tono de la voz, o levantarse la capucha haciendo equilibrio para que no se caiga la cruz y pifostie al de atrás, sólo porque quería saludarme. Casi mejor que no me salude nadie, y que luego me digan "te ví el otro día".

Bueno, pues iba yo caminando entre encapuchados -hay que ver qué tétrica es nuestra religión, colegas-, cuando ya han terminado de pasar los hermanos cofrades, pero le llega el turno a los tambores. Estás perdida como camines por la acera equivocada. Piensa que la mayoría del personal es diestro, por lo que si caminas por tu derecha, es más fácil que te libres de ir esquivando los palos del bombo. Pero yo no sé qué pasa, pero creo que ahora hay más zurdos que nunca. Y no es que me molesten los zurdos, sino que me da la sensación de que todos los tambores me retumban más en los oídos si pasan por mi izquierda. Y no hay nada peor que darle a un niño revoltosillo un tambor, porque se dedica a atronar oídos y a romper nervios. Pues yo pienso que el niño malote se ha multiplicado y crecido, porque anda que éstos no le daban con ganas... Y como te vean poner cara de estreñida -sobretodo cuando llegas a la altura de los bombos-, las has cagado. En serio: la has cagado, porque le arrean más fuerte amparándose, eso sí, en el anonimato de su capucha con dos bujero pa lo ojo.

Y me cruzo con dos de que van de bonito con dos velitas. Él, traje, corbata e insignia en la solapa. Ella, de negro, mantilla y peineta. Me saludan. Los conozco, claro. Son unos vecinos de mis padres que, por lo visto, les apetecía ser este año los cofrades mayores de la cofradía. Detrás, el selecto grupo de la presidencia de la cofradía. También me saludan, para eso son vecinos. Faltaría más.

Y el santo, que es tan regrande que tiene que ir empujado sobre un carro porque a hombros la gente ya no puede. O ya no quiere. A saber.

Detrás del santo, las feligresas, tan monas ellas con su velita, llenando la calle de cera que hará chirriar los zapatos y las ruedas de los coches durante dos meses. Algunas me saludan. También son vecinas. Y pienso que me iré directa al infierno. Y pienso que me estoy meando, así que aprieto el paso, saludo a un par de fieles más, y me voy a mi casa, prometiéndome a mí misma que, si me vuelvo a cruzar con otra cofradía, me cambiaré de calle.

No me molestan los saludos, pero los tambores me han hecho pupita en el oído, que lo tengo pelín delicado últimamente.

Me estoy haciendo vieja, lo sé. Pero vosotros también (whahahahahahahaha, yo, que viviré eternamente...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy de Jerez y lo que dices me suena una miajilla.
Recuerdo una noche de agosto, serían las 12.30 +o- cuando empecé a oir unos gritos, parecía mucha gente. Con un miedo que te cag*s, entré a la calle de dónde venían los gritos (era mi camino, no podía desviarme) y me encontré a un montón de tíos ensayando para semana santa. Llevaban su palio, pero en vez de una figurita, cargaban sacos de mortero!!! Me dió un alivio ver que gritaban del esfuerzo...
Bueno un besito guapetona!
P.S.: Nena!!!! Esta noche te he visto! Sip! He soñado contigo. No te preocupes, no era ninguna guarrerida!