26.7.18

...Let´s go exploring!

Espero que nunca hayáis conocido lo que es la desesperación, por el motivo que sea.

Si sois de los afortunados que no sabéis darle forma ni conocéis ese sentimiento, os doy mi más sincera enhorabuena. Qué dichosos sois. Afortunados. No sabéis lo que es pasar por ello.

En cambio, si conocéis lo que significa, sabéis perfectamente lo que se siente y de lo triste que es esa situación.

Pues voy a hablar de lo que ocurre cuando se deja la desesperación atrás, muy atrás, y todo ha cambiado. Y no significa que sea porque te haya tocado la lotería, ni tengas una pareja fabulosa, ni porque se hayan muerto todos los que te han hecho daño (la primera y la tercera opción son muy interesantes)

El cambio estuvo en ti.

¿Qué ocurre? Aunque ya haya hablado alguna vez sobre ello, vuelvo a insistir en que el cambio está en ti. En cómo dejas que te afecten las personas o la situación. Si tus males no tienen solución, para qué te agobias. Pero si la tienen, para qué te agobias. Algo así. También el apartar a toda esa gente, de la forma que sea, de tu vida. No le des importancia a quien no la tiene. No camines junto a quien no quiere dar un paso por ti. No sufras por alguien que no se preocupa por ti. Y sobre todo, preocúpate por ti, sólo por ti. Que por mucho que tengas, que ofrezcas, que hagas, el que no te quiere, no te va a querer tengas lo que tengas, hagas lo que hagas. Y siempre querrá más con la excusa de que no te importan lo suficiente, para ver hasta dónde eres capaz de aguantar por tenerlos a tu lado. Y encima, se divierten viéndote pasarlo mal. Porque lo hacen, y creen que no lo sabes.

Que busquen a otra persona que tenga más que tú, que les ofrezca más, a quien exijan más, porque eso es lo que quieren: que satisfagan sus intereses, no les interesa la persona en sí.

Y tú te encuentras con que estás libre de esas personas cuando ven que ya no tienen influencia sobre ti. Oh, yeah.

Y exploras. Exploras caminos a los que no habías dado importancia, u otros que no habías visitado antes. Te dedicas a explorar personas a las que no habías prestado atención y a otras que se te presentan por esos caminos.

Nuevas experiencias, cosas que nunca te atreviste a hacer, por el motivo que sea.

Porque no es que seas sólo libre, es que ahora además te sientes libre.

Disfrutar de la soledad como antes nunca habías hecho. Disfrutar de compañías que buscan estar a tu lado. Disfrutar de momentos inesperados, improvisados, que te encuentras, y que saboreas sin esperar ese algo más que antes tanto buscabas.

Que tener, tengo lo mismo que antes, pero prefiero compartir ese nada con la gente que se preocupa por mí, que me quiere por lo que soy, no por lo que tengo, y eso ya lo he dejado claro varias veces en el blog.

Y qué diferente es cuando los chakras y el chi se te han puesto en línea, disfrutando del paseo, a veces sola, otras acompañada, sin obsesionarte con la meta. Porque a veces el camino te lleva a lugares nuevos que no habías imaginado antes, y eso supone nuevas oportunidades.

Por esa gente que me hace sonreír, que tiene un momento para mí, o que se acuerda de mí sin más. Por esos besos y abrazos sinceros, por esas visitas, viajes y excursiones que compartimos. 

¿Y sabéis una cosa? Siempre guardo para mí un trozo que no comparto con nadie. El que busca ver anochecer en el mar. El que también busca ver el amanecer. Bañarme de noche en el mar. El que busca las estrellas fugaces. El que se encuentra con una sonrisa para mí sin esperarla, o una llamada, o un mensaje. Sonrío ante detalles que otrora pasaron sin darles la importancia que se merecen. Muchos detalles que no quiero compartir aquí tampoco porque son sólo míos y no pienso dejar que pierdan su emoción. Tal vez haya compartido algo con alguien, pero muy pocos han estado allí conmigo, y muchos menos los hicieron conmigo.

Y mientras sigo explorando este mundo mágico, a ver si vuelvo más a menudo al blog, que os tengo abandonados con mis cosas.

Así que volveré en breves.

Muahahaha.