6.11.17

Donde nadie más mira.

Muchas veces estamos tan enfrascados por el final del trayecto que nos perdemos el viaje. Estamos tan pendientes de llegar que no prestamos atención al camino. Y a mí, que me gusta mirar donde nadie mira, veo detalles que pasan desapercibidos pero que guardan una belleza y una simbología que sólo aprecio yo, puesto que soy quien los observa, los descubre y quien los disfruta.

Que los descubra y los disfrute no significa que los comparta. No. A veces el contar las cosas, como dice Stephen King, hace que la otra persona no comprenda qué es lo que la hace tan especial para ti, por lo que prefieres encontrar a alguien que comprenda lo que quieres contar.

Cuando unos miran a la novia, me gusta mirar al novio y ver su cara cuando ella llega. Cuando unos miran los fuegos artificiales, me gusta mirar la cara de la gente y ver cómo disfruta. Cosas así. De hecho, cuando estoy con cierta gente y veo que disfruta haciendo algo, me gusta fotografiarlas disimuladamente para luego pasarles las fotos y que se vean disfrutando de esos momentos sin posar, de manera espontánea. 

Es algo tan personal y tan subjetivo que me cuesta explicarlo, pero es algo que me gusta, es algo que me hace sentirme bien y cada vez que encuentro algún detalle que desconocía o veo algo donde nadie más mira me hace pensar en que hay muchas cosas en las que no nos fijamos y pasan sin pena ni gloria. A veces no son gratas, pero eso es otra historia.

Así que veo cosas que no busco, encuentro cosas sin querer y me fijo en cosas que nadie más mira.

Como me dijo una gran amiga, la vida es un paseo, y hay que disfrutarlo.

Y eso hago.

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