19.1.17

La bella durmiente.

Yo siempre digo que el mundo no es suficientemente grande. 

Da igual dónde vivas, en qué trabajes y a quién conozcas de la otra punta de España, puesto que la teoría de seis grados a veces sólo se trata de dos. Por ejemplo, os cuento un secreto: resulta que una amiga trabaja en un sitio muy catalán (por así decirlo) allá en tierras catalanas, y me contó que su jefa le pone los cuernos a su churri, al que yo también conozco por una de esas casualidades de la vida, con un compañero de trabajo. Hay fotos, son la comidilla de la empresa. Y me pregunto cómo me entero yo de esas cosas antes que él, que lo tiene todo más cerca... Bueno, él hizo lo mismo antes, pues ahora que tome de su medicina, y que sea el último en enterarse, quién soy yo para iluminarle...

Bueno, que eso, que el mundo no es tan grande.

Lo que iba a contar.

Resulta que en nochevieja, una de las más divertidas de mi vida, nos encontramos con una chica que iba de lo más borracha. Iba con unas amigas que la dejaron sola, imaginad en qué plan iba, aunque yo no sé qué clase de amigas son las que te dejan en ese estado, y no sé tampoco qué les hizo la otra para que la abandonaran. Lo que sí vi era el estado en el que se encontraba: era una especie de lapa babosa con todos los tíos más decentes presentes que, menos mal, tuvieron el conocimiento suficiente para rechazarla. Y ella se acercaba a otro, y tampoco. Bueno, pues acabó dormida espatarrada en una silla, junto a su chaqueta. Tuvimos el detalle de taparle con la chaqueta y dejar que durmiera un poco la mona, También estábamos pendientes de que nadie pudiera sobrepasarse con ella. Cuando se despertó la bella durmiente le preguntamos si quería que la acompañáramos a casa y ella, incapaz de balbucear nada, nos miraba como diciendo estas quieren robarme el alma, seguro. Se negaba. Le dijimos que llamábamos a la policía para que la llevara en casa, que no fuera sola, y también se negaba. Le dijimos que llamábamos a un taxi, y tampoco. Que la dejáramos en paz, empezó a gritar. Y yo, que no fui a la escuela diplomática le dije que a nosotras no nos gritara, que era una desagradecida, después de haber estado pendiente de ella, que llevaba enseñando las bragas toda la noche dormida en la silla. Bueno, casi literalmente huyó sola, dando bandazos por la calle. Pues ella misma.

Hoy: pleno centro de Valencia, con la de gente que hay en el mundo, he ido a arreglar unos papeles y en la cola alguien me ha preguntado algo. Al girarme me encuentro con la bella durmiente, que se ha quedado casi tan blanca como mis bragas de abuela. Y he hecho como que no me acordaba de ella y he vuelto a mis papelotes.

Os juro que le ha temblado la voz. Hasta le ha salido un gallo al hablar. 

Esa noche no hubo príncipe que se acercara a ella porque olía a vómito. 

Pero yo me lo pasé pipa :D




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