6.11.16

Con sólo una mirada.

Estás con uno de ésos amigos a los que no te da ya vergüenza contarle nada y que si te dice que ha atracado un banco le dices que si quiere dinero que te lo hubiera pedido. Es una de esas selectas personas en tu vida que está más o menos presente, pero esa afinidad y complicidad no desaparece a pesar del tiempo y de la distancia, o de ambas cosas.

Una de las sensaciones más fantásticas en la vida para mí es el momento en el que uno de esos mejores amigos y yo tenemos un momento absurdo que, con sólo una mirada, nos hace reír hasta las lágrimas. Es una conexión tan personal y tan especial que sólo la sientes con unas pocas personas . Cuando estamos en una situación neutra, anodina, rutinaria, y alguien dice algo de repente, y entonces sucede: vemos entre risas cómo al otro se le caen las lágrimas por la mayor chorrada de una u otra parte, da igual quién la haya dicho. Un momento tonto lo tengo con cualquiera, pero esos momentos precisamente no se pueden comparar con nada más que con esos momentos con estos mejores amigos. Reír hasta que duele la barriga. Una hilaridad absurda y cómplice. Y os juro que pasan los años y sigo teniendo el momento chorra sólo son ellos y con nadie más que con ellos. Es curioso, ¿no? Porque mira que a lo largo de los años conoces gente, pero no sé, es como si hubiera una parte de mí que excluye al resto de los mortales. Son momentos tan personales que si los compartiera con cualquiera perderían valor, creo yo. Y cuando las risas no nos deja hablar, llegando incluso a taparnos la cara con la mano, vencidos por las carcajadas, sólo nos reímos y disfrutamos del momento. Y te quedas como un san dios de lo a gusto que te ríes.

Porque a ver. Estos amigos lo saben todo de ti y a pesar de eso siguen queriéndote. Y mucho. Y formas parte de su vida, ellos de la tuya, te cuentan secretos, chismes y tontás, y tú les dejas hacer dándote cuenta de lo importante que tienes que ser para ellos para que te hagan partícipe de ciertas cosas tan personales que harían sonrojar al mismísimo diablo. Pero oye,  que esa afinidad hace que se solucionen los problemillas que puedan surgir, los malentendidos, los roces y cualquier cosa que pueda ofendernos. Y cuando tenemos claro que está todo solucionado, aquí no ha pasado nada, y seguimos como si tal cosa.

Pero ese momento en el que alguien dice algo aparentemente inocente y nos cruzamos una mirada significativa con alguna intención improvisada, o recordando la misma maldad, hace que aparezca la risa tonta a la vez. Y la risa se convierte en carcajadas sin poder parar. A veces soy yo la que suelta una frase que desencadena la tormenta, porque guasona puedo ser un rato. Ay, qué gusto reír así...

Encima pasan los días y recibo un mensaje, o pasa el tiempo y sale el tema, en el que alguien aún se acuerda que se partió de risa en ese preciso momento conmigo, llegando a volver a reír con ganas  recordando también esa sensación. Y me gusta porque veo que les pasa lo mismo que a mí, también lo notan.

Hay momentos muy bonitos en la vida, y este es uno de ellos para mí.

Y lo bonito también es seguir compartiéndolo con ellos desde hace tanto tiempo.

Ninguno de mis ex han sabido esto pero se habrían sentido excluídos. Algunos mucho, en especial cierto ex con uno ochenta y siete de cuerpazo pero relleno de serrín, corchopán y celos, muchos celos, que no entendía jamás qué podía hacerme tanta gracia para reír de ninguna manera. Hay gente que te llega muy dentro físicamente (pensad la burrada más grande que se os ocurra porque hay quien llega MUY dentro), pero estos amigos y yo llegamos a algo que no se tiene con cualquiera.

Los ex desaparecen, pero estos amigos reaparecen las veces que se tercien, y las que nos queden.

Y con sólo una mirada podemos desencadenar un momento inolvidable :D

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