27.6.16

Inspira...

Hay gente que te estresa. No se dan cuenta, pero por la forma de hablar, de comportarse, por querer controlarlo todo o estar en todo acabas pensando que no podrías estar más tiempo con ellos sin acabar con tres infartos al acabar el día. Y cuando se alejan respiras aliviada. Qué descanso. Qué paz. Qué tranquilidad...

En cambio, hay también gente que te relaja. Por sus maneras suaves de hablar o de actuar acabas siendo contagiada por esa tranquilidad. Y detrás de una cosa, otra. Y tras un mal día viene una tarde apacible. Y tu mal humor se desvanece junto a personas así.

Y cuando apareces agobiada por cualquier tema te hace sentarte a la fresca para que disfrutes de esa brisa que se lleva tus preocupaciones. Y hace que la cerveza que te tomas te sepa mejor de lo normal. Y hace que acabes yéndote a casa hecha una balsa de aceite. Y hace que, al dormir, su respiración en tu nuca sea como un bálsamo relajante. Y su sonrisa al despertar haga que pienses que vas a tener un buen día. Y que te recuerde que casi todos los problemas tienen solución, y que acabes viendo que te ayuda sin que te des cuenta. Y que un simple beso o un simple abrazo te desestrese. Un mensaje o una foto te hace saber que no hay que dar tanta importancia a todo, sino a lo que se lo merece. O que te cambie una lámpara y te descubras contemplando cómo todo parece más fácil si lo hace él. O que vayas a su casa una tarde y acabes dándote cuenta que amanece mientras sigues despierta a su lado en el sofá.

Es agradable tener a una persona así cerca. Ha sido alguien que me ha sorprendido gratamente. Me calma. Me tranquiliza. Es contagioso eso que desprende.

Y pienso que qué afortunada será la chica que acabe con él.

Espero que no lo estropeen.

20.6.16

Escucha.

Me gusta  escuchar a la gente.

 A mí, que hablo por los codos, y siempre tengo algo qué contar o algo de qué hablar; a mí, que me las dan con queso en las dos mejillas con la mano abierta, que parezco tonta a veces... a veces me da por callar y sólo observo cómo se expresa la gente, las cosas qué dice, a las que da importancia; escucho esas frases que dejan caer una intención, una queja, una indirecta, o veo cosas que nadie más ve... hasta que se ven de tan evidentes se vuelven.

Esas cosas que suelta la gente sin querer dicen mucho de ellas. A veces no se dan cuenta de lo que realmente quieren, pero desde luego, esas divagaciones, esas ganas de llenar silencios (con lo bonitos que son a veces, la verdad) nos hacen decir cosas a veces inoportunas, insolentes, ofensivas o simplemente tan transparentes que nos muestran ante nuestros interlocutores tal y como somos.

Pero yo hablo de escuchar a los demás.

Y veo que el que se quejaba del clasismo ajeno es el primero que luego lo imparte hacia los demás. El que consigue un empleo sin esfuerzo les da a los demás charlas de lo duro que conseguir un trabajo. El que no ha tenido que preocuparse más que de estudiar en la vida habla de lo duro que ha sido salir adelante. Quien no sabe lo que es pagar una hipoteca se lamenta de lo cara que es la vida. El que tiene dinero y se queja de que apenas tiene. El que no tiene preocupaciones y se encarga de meter cizaña con los demás. El que tiene salud y exagera cualquier molestia para que le presten más atención. El que se siente inferior a sus compañeros y tiene que corregir cualquier chorrada que digan los demás para demostrar lo mucho que sabe. El que está amargado y se encarga de amargar a los demás.

Yo no sé en qué grupo estoy. Lo mismo estoy en varios y no me doy cuenta, pero desde la barrera se ven muchas cosas de los demás.

Vivimos en una época egoísta, en donde hay muy poca gente empática de verdad. Puedo contaros cientos de ejemplos de personas que, aparentemente, eran generosos, pero realmente buscaban un beneficio propio, de diferente forma. Pero gente empática, hay muy poca. Pero existen. Al igual que existe gente realista. Gente que se siente afortunada, o gente que se siente tranquila con su vida. Gente que no te quiere dar quejas de algo sabiendo que tú estás pasándolo peor y puedes ofenderte. Gente que admite su fortuna, no presume de ella y tampoco la menosprecia en una falsa modestia.

Porque la falsa modestia es asquerosa, perdonad que os diga.

Me gusta observar a la gente, escuchar lo que dice y luego ver lo que hace.

Así se les conoce realmente.

2.6.16

El jardín con flores

Siempre comparo la amistad con un jardín con flores.

Es un jardín lleno de plantas y flores que no dejarán de crecer si lo cuidas, lo mimas, quitas las malas hierbas que impiden la floración o que crezcan sanas y fuertes.

Y cuando no lo riegas, no te preocupas, empiezan a crecer esas malas hierbas que lo estropean, que matan cosas buenas y sanas que viven en ese jardín. Si no riegas también muere todo lo que haya. Porque la amistad, como ese jardín, necesita un mantenimiento. A veces muy poco, porque la planta es fuerte. Otras veces necesita más cuidado porque quieres que esa planta tan delicada siga adelante y le dedicas más tiempo que a las otras. Nada de flores de temporada, no tiene por qué tener una gran variedad. Nuestro jardín puede tener pocas plantas, pero hay grandes árboles con años de antigüedad, y otros brotes que quisieron plantarse solos y son capaces de regarse solos para seguir allí. En tu jardín.

Siempre le he dado mucho valor a la amistad porque los verdaderos amigos son los que están ahí en lo bueno, en lo malo y las veces que hagan falta. Con los que compartes lágrimas, risas, grandes momentos y grandes recuerdos.

Qué suerte tengo con mi jardín y con mis flores, árboles, arbustos y verde césped.

Qué suerte tengo de poder andar descalza en él tras la tormenta.

Porque mi jardín esta vez me ha cuidado a mí.