23.3.16

De la cobardía y de otras historias

Soy un imán para la gente con problemas de pareja. Yo creo que no hay nadie en este mundo que no haya confiado en mí para despotricar contra su pareja, o su expareja, contando desde las tonterías más superficiales hasta las intimidades más sonrojantes. Y todos, sin excepción, no se dan cuenta de que están conviviendo con una persona que no es como ellos quieren. Ninguno quiere adaptarse al otro, nadie cede, y todos dejan pasar el tiempo en una relación que es más apariencia que otra cosa. Postureo. La soledad no quema, ni escuece.

No me quiere, no me hace caso, no sale conmigo, no le gusta lo que hago, no quiere que haga esto, he dejado de hacer esto por él/ella.

Imbéciles.

No eches la culpa a otra persona de las cosas que ya no haces  porque no le gusten o le sienten mal. No culpes a tu pareja o expareja de tus fracasos, dejando de lado de cosas antes placenteras para ti. Todos hemos pasado por esa fase, así que sé de lo que hablo. Por delante de esa persona o discutes o acabas dejando que el tiempo pase. Por detrás la pones a parir delante de quien sea.

Imbéciles.

Y luego resulta que te comparan con ellos/as. Que tú eres diferente, que le hablo de ti, que tú tal y cual y más allá. Y no se dan cuenta de que yo fui la imbécil de alguien tiempo atrás. Y, como son mis amigos, les digo lo que no quieren escuchar.

Cobardes. El primer paso es el más difícil, sobretodo cuando hay convivencia. Pero el miedo a la soledad es tan fuerte que la gente acepta situaciones lamentables, indiferencias, renuncias y amenazas de enfado con tal de no perder a su churri.

La próxima vez invéntante otra excusa de por qué ya no haces lo que te gusta, porque a medida que avanza la conversación acaba saliendo. Imbécil.

Y no le eches la culpa a tu pareja.

Cobarde.

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