28.2.16

Personas que son regalos.

A lo largo de la vida conocemos a muchos tipos de personas. Desgraciadamente muchos son egoístas y te quieren por algo o para algo, decepcionándote porque la amistad es algo más que un quid pro quo. Simplemente, la amistad es afinidad, igual que el amor. Es querer a alguien incondicionalmente sin más que ver feliz a la otra persona sea cual sea su situación, en especial en los malos momentos, a través del tiempo. Reírse de cualquier cosa, disfrutar del silencio en su compañía y de tener ganas que compartir cosas.

Hace unos años conocí a alguien que me demostró tener el corazón más generoso de los que haya conocido en muchos años. Esa persona me ofreció su amistad, su casa, su tiempo y su apoyo desde que la conocí. A pesar de las diferencias hemos seguido nuestra amistad incondicionalmente. A pesar de la distancia, hemos hecho cuanto hemos podido para vernos. Para que os hagáis una idea por ella he sido capaz de hacer 800 kms en un día sólo para disfrutar de una comida juntas, por ejemplo. Y me ha hecho partícipe de su felicidad y de sus grandes momentos.

Y me ha apoyado en mis malos momentos. Y me ha regañado cuando lo ha considerado necesario, y me ha animado, aconsejado y ha hecho lo posible para que viera que estaba a mi lado, a pesar de la distancia. Y me ha hecho el regalo más grande y original que jamás nadie me haya hecho. Y cambié lágrimas de tristeza por lágrimas de emoción al recibir un correo con mi regalo. Y me doy cuenta de que el mejor regalo que me han hecho en la vida ha sido conocerla.

Pronto podré disfrutar de este regalo que me ha hecho alguien a quien no podré agradecer en ocho vidas todo lo que ha hecho por mí. Su amistad ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida porque ha sido sana, incondicional y, sobre todo, sincera.

Y esto jamás podré olvidarlo, pase lo que pase. Porque yo no olvido estas cosas.

Y como sé que me leerá, lo dejo aquí escrito otra vez.

Mil gracias.


24.2.16

Más gente como tú.

Ya había escrito hoy un post, pero es que esto merece otro. Que no todo van a ser cosas malas, y eso que no cuento apenas nada.

Hoy me han dicho una cosa muy bonita, que me ha hecho reflexionar.

Me gusta tu carácter. Afrontas tus problemas, les plantas cara, sabes lo que quieres y vas a por ello aunque te la pegues. Eres directa, sincera y, lo mejor de todo, es que aunque el mundo se te esté hundiendo nunca pierdes tu sonrisa, y ahora no la has perdido. Debería haber más gente como tú.

Sí la pierdo, y me inflo a llorar, y me tengo que poner las gafas para que no se noten mis ojos hinchados. Pero lo hago a solas.

Pero ha sido bonito y esto se merecía un post para recordarme que nunca debo perder mi sonrisa. Pase lo que pase.

:)

La sierva.

Todos tenemos problemas, tarde o temprano. A veces, esos problemas nos superan, y no vemos salida, o no sabemos cómo hacerles frente. Si tienen solución, acabamos viendo un resquicio de luz por donde afrontarlos. Si no tienen solución, acabamos aprendiendo a vivir con ello.

Porque la vida es así.

Hay unas personas que son importantes para mí. Siempre he estado ahí, porque las he querido. Siempre he ofrecido mi ayuda cuando la necesitaban, siempre he hecho cuanto podía para que estuvieran mejor, siempre han podido contar conmigo. Los he visto vencidos, superados... Me ha apenado verlos mal, me he preocupado por ellos, he callado muchas cosas porque pensaba que estaban así por estar pasando una mala racha. O porque cambiarían.

Pues no. Es que eran así.

Se han aprovechado de mí, me han utilizado. No he sido más que un felpudo, una herramienta, un objeto, un siervo. Ellos merecían mis atenciones y mis preocupaciones. Yo estaba allí para servirles. No me merezco nada, ni el aire que respiro. Yo no era nada. No soy nada. No era nadie ni lo soy. Ni lo seré. Mis problemas no son nada, ni importantes. No soy nada, ni nadie pero me reprochan el que no esté cuando ellos quieren.
Yo no quería pensar que iba a ser así siempre. Pero es que siempre lo es.

Lo es. Y no se puede hacer cambiar a cierta gente.

Recojo lo poco que queda de mi dignidad y de amor propio y corto la cadena invisible que me unía a ellos. ¿Qué necesidad tengo de aguantar esto por más tiempo? Es humillante querer al que ni siquiera te aprecia, pero llega un momento en el que decides que se acabó.

Prefiero hundirme sola a que me hundan.

Y no pienso hundirme.

Prefiero navegar a la deriva, aprender a vivir sin ellos.

Porque a veces lo más cerca que hay de estar feliz es no tener al lado a cierta gente. Y no nos damos cuenta de que hay veces que tenemos que soltar la cuerda que nos sujeta, porque nos duele mientras permanezcamos agarrados. Cuanto más tiempo estés sujeto a ella más duele. En cambio, soltarla asegura un dolor más fuerte, aunque mucho más corto, y evita estar viviendo una agonía a saber cuánto tiempo. O con el temor de qué es lo que les ofende ahora. O el desilusionarte porque te han vuelto a fallar de nuevo.

Y yo quiero ser feliz.

Por lo menos estar tranquila.

23.2.16

Revelaciones

Cuando te encuentres ante dos opciones y tengas que elegir, simplemente lanza una moneda al aire. Es un truco que siempre funciona, y no sólo porque por fuerza te saca de dudas, sino porque en ese breve momento en que la moneda está en el aire...

de repente sabes qué cara quieres que salga.


No sé de quién es, pero se merece un aplauso, porque es grande, muy grande.

Y yo tengo una moneda en la mano.

17.2.16

El final de la incertidumbre.

No hace mucho tiempo hablé de lo mala que es la incertidumbre.

Ahora ya no la tenemos.

https://www.youtube.com/watch?v=PvvDj2fnKoQ


8.2.16

Hace más el que quiere...

Érase una vez una chica que conoció a un chico. Ella era una chica más y él era uno de tantos, y empezaron a salir. Con el tiempo, la relación se hizo más seria y ellos se dieron cuenta de que estaban enamorados. Y todo iba muy bien hasta que una de las familias empezó a meter las narices y a crear mal rollo entre ellos. Que si habían intereses ocultos. Que si no eran buena gente. Que si iban por el interés. Pero ellos siguieron juntos.

Con el tiempo, las presiones hicieron efecto y rompieron. Durante un tiempo dejaron de verse, y durante ese tiempo comprendieron que seguían queriéndose y no podían vivir uno sin el otro. Y los dos empezaron a verse a escondidas, en pleno siglo XXI, como dos adolescentes que no querían que nadie se enterara de su secreto.

Mientras los creyeron separados, hubo quien intentó que ella fuera rondada por el hijo de una familia adecuada, aunque ella sólo seguía teniendo ojos para él, y comentaba divertida que la quisieran emparejar como antaño se hacía.

Siguieron en secreto hasta que un día se dieron cuenta de que no podían estar así para siempre. No habían hecho nada malo ni lo estaban haciendo, así que como personas adultas decidieron salir a la luz y decir que se casaban.

Llovieron cuchillos y problemas. Pero ellos siguieron adelante con sus planes de boda.

Y se casaron. Y fueron ninguneados por algunos familiares, despreciados, amenazados y vejados. Pero a ellos no les importó.

Ella reconoce que lo pasaron muy mal, que estuvieron demasiado tiempo escondiéndose, que no sabía cómo pudieron seguir juntos sin que alguien perdiera la paciencia y que ahora es cuando se siente feliz. Él la mira embelesado.

Van a ser padres y están que no se lo creen.

Hay historias que tienen un final feliz a pesar de las adversidades. Sólo hay que querer. Y quererse. Porque hay gente que no "quiere" si no lo tiene fácil. Y eso no es querer.

Así que hace más el que quiere que el que puede, ¿a que sí? :)