30.12.16

Las bragas rojas

Dicen que empezar el año con ropa interior roja da suerte.

Hortera es un rato, eso sí, y quien diga lo contrario es un hortera, salvo si tienes el cuerpo de la chavala del anuncio intimissimi, no fastidies. Así me la pondría hasta transparente. Lo que no dicen es cómo hacer que la suerte haga más efecto.

Nadie especifica si las bragas rojas hay que llevarlas sin depilar, en la cabeza, o por fuera del pantalón. O si hay que coger las de otra persona y olerlas, o hay que llevarlas hasta que se caigan de viejas.

Tampoco ha dicho nadie si había que comérselas, si hay que hacérselas a ganchillo o si hay que usarlas durante una semana entera sin ducharte.

Sea lo que sea como haya que llevarlas, yo este año, ni desde hace cien años, me las he puesto, porque ni creo en esas cosas, ni voy a creer.

Lo mismo todo pasa por no llevarlas en nochevieja.

A ver si va a ser por eso. Qué cabeza la mía, eso me pasa por no seguir las viejas costumbres. O lo mismo se me ha roto un espejo, vertido sal o he pasado por debajo de trescientas escaleras y yo sin darme cuenta. O me ha mirado un tuerto, cruzado un gato negro o tengo por algún lado algo con el número trece y sigo sin enterarme. O todo a la vez.

Sea lo que sea, ya pasó, así que vayamos a por lo importante.


Feliz año nuevo.

5.12.16

La caja

Tengo una caja de bombones de metal de lo más normal. En cambio, el contenido es lo que la hace especial para mí, y no porque contenga chocolatinas.

Dentro de esa caja guardo como oro en paño notas y postales que gente muy especial me escribió en su día. Es gente que está ahí siempre, y siempre tiene algo bonito que decirme, pase lo que pase. Y lo dejan por escrito de su puño y letra en postales que me mandan desde mil sitios. Postales que me hicieron reír, postales que me hicieron sonreír y postales que me emocionaron. Notas que me hicieron llorar a moco tendido y notas que me hicieron reír a carcajadas.

Una de las cosas más personales que tenemos es la letra, y en esa caja guardo escritas a mano momentos en los que alguien, en un momento dado, se acordó de mí. Y casualmente es gente que sigue ahí a pesar del tiempo o de la distancia.

Hoy añado a mi colección otra postal que me emociona hasta las lágrimas. Como diría quien la ha escrito, QUÉ BONITO, COÑO, QUÉ BONITO.

Pues eso. Que en la caja de bombones guardo notas y postales de gente que me quiere aún, a pesar de todo, y mucho.

Y cómo no corresponderles... :)

Qué moñas soy a veces, pero me alegro de que sean por cosas así :D


28.11.16

Estoy

Estoy en una época de la vida que escucho sólo a quien me apetece. Hay gente que confía en mí y me cuenta sus penitas, o me cuentan sus intimidades, y yo escucho atentamente porque me siento privilegiada por ser una persona elegida para tal muestra de confianza. Puedo dar consejos gratuitos, puedo dar mi modesta opinión, pero me siento halagada por tal detalle.

Estoy en una época de mi vida en la que sólo estoy haciendo lo que me apetece. No tengo miedo a hacer algunas cosas aunque sepa que no voy a sacar nada en claro, y no me da miedo decir otras porque sé que no tengo nada qué perder. O veo que hay resultados o que da sus frutos. La gente que quiera estar, estará, y la gente que quiera escuchar, escuchará. Y yo, que ya no tengo ni miedo que perder, digo lo que me apetece porque vivo en una época de mi vida en la que no tengo miedo a decir lo que pienso.

Estoy en una época de mi vida en la que hago cosas que sólo me imaginé hacer, que me embarco en cruceros amenos o en naufragios seguros pero que llenan mis días de actividades que me mantienen ocupada y productiva. 

Estoy en una época de mi vida en la que el día que no hago nada es un día perdido. Por eso hago, digo, escucho, hablo, sonrío, pienso y vivo.

Me siento viva.

Estoy viva.


26.11.16

Skype, ese gran invento.

Conversación por skype mientras hacemos la comida.

-Oye, me estás poniendo todo el culo en la pantalla.
-Esto lo soluciono enseguida.

Le pongo una botella de agua Bezoya frente a la cámara.

-Joder, prefiero el culo.
-Nada, eso te pasa por quejarte.

Me ha puesto frente a su cámara una cafetera.

-¿Vamos a estar así toda la comida?-pregunta.
-Si lo prefieres, te puedo poner ahora una botella de vino Arzuaga que me regalaron.
-Mejor que el agua, desde luego sí es.
-Venga.

Pues toma botella de vino.

¿Quién dijo que skype es aburrido?

22.11.16

Llueve.

Cuando camino por la calle y empieza a llover me gusta levantar la cara y notar esas primeras gotas sobre la piel.

Cuanto más fina es la lluvia es mejor la sensación. Durante unos segundos saboreo esos instantes en donde noto algo agradable, aunque después, según la intensidad de la lluvia, decida si seguir con mis rarezas o caminar junto algún edificio para resguardarme, si es más intensa y no llevo paraguas. .

Con las primeras gotas ves cómo la gente a veces cree que en vez de agua está lloviendo ácido corrosivo, lo que da lugar unas situaciones un tanto cómicas, como la que va con el paraguas al lado de la pared y tú, sin paraguas, le tienes que decir que hace bien en no mojarlo, no sea que se le encoja. El paraguas, quiero decir.

Parecerá una tontería, pero la lluvia siempre me recuerda a que limpia la atmósfera, el suelo, riega la tierra y las alcantarillas se llevan toda la suciedad. Poéticamente, quiero decir que hay cosas que me gusta pensar que la lluvia se las lleva, las arrastra lejos y despeja muchas cosas.

Hoy está lloviendo. La lluvia está limpiando la atmósfera, las calles, riega la tierra en jardines y campos, y yo pienso que también está limpiando algunas cosas de mi vida y regando otras.

También me gusta ver llover y ver cómo el agua del suelo se va, cómo se forman los charcos. Y cómo, al dejar de llover, me fijo cómo se van secando el suelo y esos charcos hasta que desaparecen.

Y tras la lluvia, el suelo se seca, la tierra se seca, y la vida sigue igual que antes de que lloviera.

Por todo eso me gusta la lluvia.

Salvo cuando llueve como se describe en la película Forest Gump: de abajo a arriba, de lado...

15.11.16

Lo que nos enseñó Groucho Marx

Yo tuve una amiga que me ofreció un aparentemente buen puesto de trabajo. Aparentemente tenía un buen sueldo, sector metal. Lo único que tuve seguro desde el principio era que estaba cerca de mi casa. Ese aparentemente buen trabajo, bien remunerado y cerca de casa resultó ser una mierda en la que pronto mi sueldo se convirtió casi en la mitad y cada vez tardaban más en pagarme, hasta que dejaron de hacerlo porque sí. Mi amiga, la mano derecha del jefe, no sólo era su secretaria. Huy, creo que no debería usar esa expresión, puesto que era la amante del jefe. No sabía que los demás nos dimos cuenta, y ella iba como si fuese la dueña de la empresa, y el jefe la dejaba hacer y deshacer a su antojo. Me fui por piernas, claro, pero antes me pagaron todo lo que me debían, cosas de sindicatos. Incluso la parte de sueldo no cobrado de los meses que se redujo mi nómina por arte de magia. Mi amiga dejó de ser mi amiga, por supuesto.


"Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna." Groucho Marx.

Otra vez una conocida empezó a salir con un chico que la invitaba a todo. Todo eran regalos, cenas, viajes, y ella no ponía un duro. Era felicísima viendo cómo el otro la agasajaba y la colmaba de dádivas. Cada vez que ella abría la boca el otro le compraba lo que señalara. Luego el otro hacía lo que le daba la gana, pero ella seguía a su lado aguantando lo que cayera. Sin él no podía tener ese ritmo de vida, esa cantidad de cosas, hacer tanto... Porque ella precisamente no era de las más trabajadoras y casualmente con él no necesitaba trabajar porque para qué, si él tenía un sueldazo que ella acababa disponiendo a su antojo.

"Hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!" Groucho Marx.

Mi primer amor, de entre todas las mujeres del mundo, eligió a la hermana de un alto cargo con muuuuuucha gente famosa entre sus círculos de trabajo y de amistad. Gracias a los contactos que hizo por ser su cuñadísimo, la empresa de su padre fue de viento en popa y él pudo conocer a esa gente importante y famosa con quienes codearse, hacer negocios y hacer amigos. 

Chico: Un coche y un chófer cuestan demasiado. He vendido mi coche. 
Groucho: ¡Qué tontería! En su lugar, yo hubiera vendido el chófer y me hubiera quedado con el coche. 

Chico: No puede ser. Necesito el chófer para que me lleve al trabajo por la mañana. 

Groucho: Pero, ¿cómo va a llevarle si no tiene coche?. 

Chico: No necesita llevarme. No tengo trabajo." 

(Sopa de ganso)

El chico del que hablé hace un par de posts se puso a salir con una chica que tenía un cargo directivo en una empresa, ganando una pasta gansa y gozando de un nivel social muy elevado, además de propiedades en varios puntos de España. Enumeraba la de cosas que ella le regalaba, le compraba, le invitaba... Parte de la casa de este elemento la amuebló incluso con el mobiliario que se retiró de la oficina en la que ella trabajaba porque habían comprado otro nuevo. Y aunque era alguien que no quería comprometerse con nadie, con ella cambió de opinión radicalmente. Me acuerdo que siempre comentaba que no le gustaba regalar, pero desde luego, aceptar regalos se le daba divinamente. Míos, de alguien, de ella, de cualquiera. Pero de ella, más aún, porque eran regalos que nadie llegaba a ese poder adquisitivo.


"¿Pagar la cuenta? Qué costumbre tan absurda." Groucho Marx.

Trabajé con gente con pareja que acabó liada (tanto hombres como mujeres) con sus respectivos encargados y jefes. Ante un recorte de personal, precisamente esta gente no fue la despedida. Daba igual el sitio, parece que eso funciona. Había un jefe de 1.55, canijo y feo, que se llevaba a las tías de calle. Pero si daba pena verlo...  Pero las afortunadas eran renovadas, los afortunados eran renovados, y los demás no lo éramos. No digo que todos los renovados hicieran algo con los encargados para que les renovaran, qué va. Había gente muy válida. Pero tambi´en la gente que se había liado con alguien de arriba.

"¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Le dejó mucho dinero su difunto marido? Conteste primero a la segunda pregunta." Groucho Marx.

O sea: que si gozas de una superioridad económica o laboral eres objeto de deseo y por eso la gente se fija más en ti y aguanta lo que sea, y eres perfecto, estupendo y no quieren soltarte.

"¿No es usted la señorita Smith, hija del banquero multimillonario Smith? ¿No? Perdone, por un momento pensé que me había enamorado de usted." Groucho Marx. 

Pero oye, que la gente que hace esas cosas que se prostituya como quiera. son libres de hacerlo, y la diferencia está en el precio, en el status y en el beneficio que consigue, tanto económico, social o laboral que se adquiere a su lado. Eso sí, que luego no se quejen si le ponemos ese nombre a esas relaciones.


-Señorita, ¿se acostaría conmigo por un millón de dólares?

-¡Por un millón de dolares, por supuesto!

-¿Y por un dólar?

-¡Oiga! ¿Por quién me ha tomado?

-Eso quedó muy claro en la primera pregunta, ahora sólo negociamos el precio.




13.11.16

Frente a una taza de café.

Mientras remuevo mi café me viene a la cabeza una foto que puse en facebook.

Era un café en el que un camarero había hecho un corazón al poner la leche. Y tú sales reflejado en la cuchara. No sé si alguien se habrá dado cuenta, pero tu imagen sale invertida en la parte convexa de la cucharilla. Yo sí me di cuenta, y esa foto no la puse sólo porque yo también me uní a la moda de fotografiar los cafés decorados, sino porque salías tú de una forma velada pero no tan pública como para que se te reconozca.

Mientras tomo café en los lugares en donde solíamos tomarnos uno me siento en los mismos sitios en donde te veía cuando llegaba, y contemplo la perspectiva que tenías cuando ocupabas uno u otro sitio. Veo a los camareros que nos atendían. La rutina forma parte de esa vida en la que tú ya no estás desde hace tiempo. Todos siguen haciendo exactamente lo mismo que antes de que desaparecieras. Todo parece igual, salvo que tú ya no estás.

Ya no vendrás a recogerme con el coche, ni me llevarás a algún sitio. No me ayudarás a bajar muebles de mi casa  ni compartiremos la última cerveza del frigo. Atrás han quedado enfados, risas, broncas, enfrentamientos y bromas que forman parte de nuestros recuerdos.

Aunque ya no me vas a preguntar qué quiero tomar, sigo pidiendo lo mismo siempre.

Me gusta ir a los sitios en donde solíamos coincidir, a los que solías ir, pero sólo porque estabas tú.

Nunca pensé que te iba a echar tanto de menos, pero lo cierto es que, aunque no nos lleváramos especialmente bien, noto muchísimo tu ausencia, hasta el punto de que me duele, y no exagero. Hice lo que pude, no lo apreciaste, pero saliste de mi vida como un caballero y un auténtico señor. Ahí me sorprendí gratamente. No todo el mundo decide irse así.

Voy a sitios en los que estuviste, en los que estuvimos, a los que me llevaste, de los que me hablaste, de los cuales siempre tenías alguna anécdota y en ellos no te veo. Viajo por España y recuerdo muchas veces algo que comentaste de algún sitio cuando paso, cuando llego, cuando estoy, pero no te sitúo en ningún lugar de todos ellos. En cambio, siempre te veo cuando miro mi taza de café en casa, o en una cafetería, da igual el sitio o la ciudad.

Supongo que el tiempo asentará todo, hará que tu ausencia sea más llevadera, pero tengo que reconocer que, desde que no estás, el café ya no me sabe igual.

9.11.16

Historia de un impresentable.

Hace poco más de tres años yo andaba enrollada con un chico. Lo conocí en una red social. Parecía lo que parecen todos cuando los conoces y es de las peores personas que he conocido nunca. 

Estaba ahorrando para comprarse un piso de nueva construcción, y me pedía asesoramiento con cada cosa que quería hacer, como si yo fuese una experta en la compra de pisos, y luego hacía él otra cosa completamente diferente. Es más: le aconsejé que prefiriera perder algo de dinero para optar a un piso mucho más barato porque estaban bajando los precios para quitarse esos pisos de encima. No me hizo caso, claro. Alguien compró el piso de al lado de su casa por la mitad de lo que él ha tenido que hipotecar. 

Una de las cosas que sí guardo con cariño fueron las largas noches conectados hablando por skype o por gtalk. Se nos hacía de día a veces sin enterarnos, así que acabamos poniéndonos una hora tope porque eso no era sano para ninguno de los dos. Pero se ve que cuando esta clase de gente te tiene muy segura empieza a pedir, a exigir y su careta de gente buena empieza a caerse tan lentamente que no te das cuenta. Era una especie de relación a distancia, pero que yo ni me planteaba un algo más y él tampoco hablaba de venirse, claro. Era algo que sabía que tendría fecha de caducidad, algo que se iba estropeando por cosas que no me gustaban, incluso veía que esa relación en realidad era una puta mierda desde el principio, que estaba pasándolo mal, que no me gustaba, que ya no había ilusión, que estaba siendo abandonada. Que no quería nada serio. Ya, no hacía falta que me lo dijera.

Es de las personas que os aseguro que aún doy gracias a los dioses que me dejara. Y resulta que  me dejó por alguien mucho más acorde a él, por supuesto: alguien con un buen e importante puesto de trabajo y un gran sueldo impensable para una mujer, con quien puede hacer muchas más cosas que conmigo, claro.

Esas chicas no son abandonadas, seguro.

Bueno, pues nada como tener ella  un buen puesto de trabajo y un buen sueldo para que ya sí que quieran tener novia estable, oye. 

Bueno, pues mientras yo seguí mi vida, él fue exhibiendo su suerte y su novia por todas partes. Cuando hablaba en el chat, incluso hablaba de lo fantásticamente bien que se lo pasaba con su novia delante de su exnovia, a la que yo no conocía. Incluso contaba detalles tan íntimos que yo pensaba que qué coño piensa esa gente que habla así de la persona con quien sale. Decía que no era guapa, que no tenía buen cuerpo, pero contaba las intimidades con ella como si estuviera relatando una película. No sé, será algún trauma de la adolescencia para que la gente vea que tiene una vida sexual. A saber lo que diría de mí, claro. Se creía el rey del mambo. Pero lleva mal el que no siguiera detrás de él. ¿No eras tan feliz? Pues ya está, te dejo en paz. 

Y eso tampoco lo quería él.

Durante un tiempo hubo un intercambio de correos intermitente entre él y yo. Qué tal, Eufrasia. Bien. Mira qué arañazo me he hecho (foto) Ah, pues ten cuidado. Me va bien en el curro. Me alegro. Y cosas así. Él seguía con ella, claro. Lo que yo no entendía era para qué me escribía si tan feliz era con esa chica. Presumía de dónde iban, dónde viajaban, las cosas que ella le regalaba... Vale, ¿y...? 

Igual que con otra gente he retomado contacto tras un tiempo, con él no quise. Un día me salió una invitación suya para chatear en gtalk y la rechacé. ¿Qué estaba haciendo? Acabó quejándose a amigos en común que no le hacía caso. Y acabó desapareciendo de las redes sociales, pero no por mí, no soy tan importante para nadie hasta el punto que hagan eso por mí.

A día de hoy veo en su facebook que tiene la misma foto que le pedí yo que se hiciera, con su camiseta negra. Es la misma foto. Fue una persona que jugaba con eso de que si te quito de facebook, ahora te pongo, ahora te añado, pero me enfado y te quito... y creo que soy lo suficientemente mayor para esas cosas. Fue una persona malvada, mucho, no voy a entrar en detalles. Pero vaya medio añito me dio, el muy... 

Da pena que haya gente que no sea lo que parece, y con él me alegro que no lo sea, porque engaña y mucho, y la gente que le rodea acaba viéndolo y dejándolo de lado. No tiene respeto por la privacidad, no la habrá tenido conmigo, pero bueno, no es el único que lo ha hecho. No sé ahora qué es de su vida pero es que hace tres años que dejó de importarme.

Que por qué me acuerdo de él... Porque me ha salido entre los contactos de hangouts al cambiar el chat. Y por él he decidido dejar de usar esa cuenta de correo para chatear, y abrirme otra. 

Una de las cosas que más gracia me hacía era cuando se enfadaba y me amenazaba con quitarme de fb. Pues quítame, le decía yo. El detalle es que él nunca estuvo en mi fb personal, sino en uno de los que uso para redes sociales. Y yo sí estuve en el suyo.

Bueno, pues todo eso para contaros que tengo G+, por si os interesa. Ya tengo cuatro :D Y él no está en ninguno :D

6.11.16

Con sólo una mirada.

Estás con uno de ésos amigos a los que no te da ya vergüenza contarle nada y que si te dice que ha atracado un banco le dices que si quiere dinero que te lo hubiera pedido. Es una de esas selectas personas en tu vida que está más o menos presente, pero esa afinidad y complicidad no desaparece a pesar del tiempo y de la distancia, o de ambas cosas.

Una de las sensaciones más fantásticas en la vida para mí es el momento en el que uno de esos mejores amigos y yo tenemos un momento absurdo que, con sólo una mirada, nos hace reír hasta las lágrimas. Es una conexión tan personal y tan especial que sólo la sientes con unas pocas personas . Cuando estamos en una situación neutra, anodina, rutinaria, y alguien dice algo de repente, y entonces sucede: vemos entre risas cómo al otro se le caen las lágrimas por la mayor chorrada de una u otra parte, da igual quién la haya dicho. Un momento tonto lo tengo con cualquiera, pero esos momentos precisamente no se pueden comparar con nada más que con esos momentos con estos mejores amigos. Reír hasta que duele la barriga. Una hilaridad absurda y cómplice. Y os juro que pasan los años y sigo teniendo el momento chorra sólo son ellos y con nadie más que con ellos. Es curioso, ¿no? Porque mira que a lo largo de los años conoces gente, pero no sé, es como si hubiera una parte de mí que excluye al resto de los mortales. Son momentos tan personales que si los compartiera con cualquiera perderían valor, creo yo. Y cuando las risas no nos deja hablar, llegando incluso a taparnos la cara con la mano, vencidos por las carcajadas, sólo nos reímos y disfrutamos del momento. Y te quedas como un san dios de lo a gusto que te ríes.

Porque a ver. Estos amigos lo saben todo de ti y a pesar de eso siguen queriéndote. Y mucho. Y formas parte de su vida, ellos de la tuya, te cuentan secretos, chismes y tontás, y tú les dejas hacer dándote cuenta de lo importante que tienes que ser para ellos para que te hagan partícipe de ciertas cosas tan personales que harían sonrojar al mismísimo diablo. Pero oye,  que esa afinidad hace que se solucionen los problemillas que puedan surgir, los malentendidos, los roces y cualquier cosa que pueda ofendernos. Y cuando tenemos claro que está todo solucionado, aquí no ha pasado nada, y seguimos como si tal cosa.

Pero ese momento en el que alguien dice algo aparentemente inocente y nos cruzamos una mirada significativa con alguna intención improvisada, o recordando la misma maldad, hace que aparezca la risa tonta a la vez. Y la risa se convierte en carcajadas sin poder parar. A veces soy yo la que suelta una frase que desencadena la tormenta, porque guasona puedo ser un rato. Ay, qué gusto reír así...

Encima pasan los días y recibo un mensaje, o pasa el tiempo y sale el tema, en el que alguien aún se acuerda que se partió de risa en ese preciso momento conmigo, llegando a volver a reír con ganas  recordando también esa sensación. Y me gusta porque veo que les pasa lo mismo que a mí, también lo notan.

Hay momentos muy bonitos en la vida, y este es uno de ellos para mí.

Y lo bonito también es seguir compartiéndolo con ellos desde hace tanto tiempo.

Ninguno de mis ex han sabido esto pero se habrían sentido excluídos. Algunos mucho, en especial cierto ex con uno ochenta y siete de cuerpazo pero relleno de serrín, corchopán y celos, muchos celos, que no entendía jamás qué podía hacerme tanta gracia para reír de ninguna manera. Hay gente que te llega muy dentro físicamente (pensad la burrada más grande que se os ocurra porque hay quien llega MUY dentro), pero estos amigos y yo llegamos a algo que no se tiene con cualquiera.

Los ex desaparecen, pero estos amigos reaparecen las veces que se tercien, y las que nos queden.

Y con sólo una mirada podemos desencadenar un momento inolvidable :D

27.10.16

Dibuja, pinta y colorea.

Una amiga se dejó un día la chaqueta en mi casa. No fue un día especialmente frío, pero vamos, que la tendría que echar de menos aunque yo no la avisara en su momento del hallazgo. Dijo que ya se la daría cuando nos viéramos, pero yo cada día le mandaba una foto de la chaqueta con cara triste y una frase a modo de bocadillo en la que le decía que la echaba de menos y que volviera, o una foto de la chaqueta con una cara con barba de varios días y un folio con dibujo de un muro como que apuntaba los días que pasaban sin que la recogiera. Una de las fotos, la que más me gustó, fue la de la chaqueta con unas gafas de sol y una gran sonrisa, y un dibujo atrás en el que se veía unas palmeras, una playa paradisíaca y chicas en bikini. Entre que yo estaba con una temporada mala y tonta en la que me dio por el humor absurdo (como siempre me ocurre en esas épocas) y que la creatividad se me disparó, mi amiga cuenta que se lo pasó bomba con las fotos.

Otro día, el hijo de un amigo se dejó su peluche en mi casa. Era un peluchito de esos pequeños. Bueno, pues allá fui yo con las fotos en donde con papel y colores convertí al osito en un pirata con parche y gorro. Y otro día era una sirenita, y otro día era un jugador del Valencia. El niño se olvidó del peluche, pero el padre anda que no se divirtió con las fotos también.

Y entonces llega mi sobrino con un compañero del cole y me pide que le ayude con trabajos en donde su maestro, que es un poquito especialito, no sólo les pide trabajos, sino quiere que sean lo más originales posibles. Y a mí, que se me da todo eso de maravilla y yo fui leyenda en el colegio por estas gilipolleces que no sirven de nada pero que gustan un montón, me puse manos a la obra a mirar en qué podíamos inspirarnos en hacer el trabajo sobre la prehistoria en cartulina. Porque como la cartulina tiene dos caras, quedamos en que en una iría el trabajo con cuatro imágenes tontas y en la otra iría una escena rupestre, como para ilustrar el trabajo. Los niños fueron los que hicieron lo que yo les dije, yo no hice nada más que dirigirlos. Nota máxima, claro.

Otro trabajo iba de la Comunidad Valenciana, en donde acabé diciéndoles que dibujaran en grande la efigie de un rey Jaime I con su casco. Otra nota máxima, por supuesto.

El amigo de mi sobrino le dice aún: "Cómo mola tu tía".

Pues claro que molo. Y por esas cosas tan simples haces que la gente se acuerde de ti pase el tiempo que pase. Pero es tan entretenido que creo que me divierte más el pensar en el resultado que en el efecto que causa al contemplar la obra... :D

25.10.16

Gente que vive al límite.

Todos conocemos a esta clase de gente que jamás tiene tiempo para quedar, salir, ir al cine, de cena o cualquier otro evento que no sea suyo, porque siempre tiene miles de cosas qué hacer o millones de personas quieren quedar con ellos al mismo tiempo que tú. Y casualmente jamás eres tú el elegido.

Luego te cuenta la de millones de cosas que hace, o que podría haber hecho, aunque luego acabe soltando un al final no salí porque estaba cansado. Cansado de esa frenética vida que no les deja tiempo ni para descansar, por lo visto. Y tan cansados están, que es una de las excusas que te ponen también para no salir. 

Da igual que te acuerdes de ellos para una comida, para una cena, para cualquier cosa que pudiera interesarle, porque hace tiempo que no los ves... Da igual. Siempre tienen algo más importante que hacer, y tú no eres ese algo. Además, te dicen un si cambian los planes, te aviso y quedamos, como si estuvieras deseando ser el segundo plato y te quedara la esperanza de que pierda unos instantes de su interesantísima vida en estar contigo. Quita, quita, no hace falta, ya nos veremos.

Pues pasa lo que siempre pasa, que dejas de avisarles porque total, si nunca va, si nunca viene, siempre tiene algo mejor qué hacer y jamás se apunta... Y sigues tu vida ya sin estar pendients de si les avisas o no, porque ya sabes la respuesta, que es la misma desde hace meses, de dos letras, y empieza por N y termina por O.

Entonces un día surge una cenita entre viejos amigos de la que te avisan de un día para otro y te apuntas enseguida porque será divertida. Y hacen un grupo de whatsapp en donde comentan a quién avisan y a quién no, y todos tenemos claro a quién no avisar, porque sabemos la respuesta. Y llega la cena, nos lo pasamos teta y en fb cuelgan fotos en las que salimos divertidos y relajados.

Adivinad, en este caso, quién resulta que sí que tenía un hueco libre en esa vida tan plena, en ese preciso día a esa hora exacta para haber venido y se ha enfadado por no haber sido avisado.

Si es que no tenemos vergüenza. Cómo se nos ha ocurrido...

23.10.16

Una mala persona.

Dicen que no hay muerto malo, pero hay muertos malos que en vida fueron malas personas. Malas personas, malos compañeros, malos jefes y malos amigos. Gente que no hizo ni un simple gesto para caer bien ni que le cogieran aprecio. Gente que prefirió tener gente atemorizada a su cargo que tener compañeros. Hay gente que no quiere, ni quiso, ni querrá, que la gente tenga un buen recuerdo de ella, y así se preocupan en demostrarlo cada día, con cada persona, salvo con la gente que ostente un cargo superior y que pueda causarle represalias y consecuencias.

Hay gente que no deja un buen recuerdo cuando coincides con ella, ni como persona, ni como compañero, ni como jefe, ni como superior, ni como hombre ni como mujer. Es gente que con cada frase intenta demostrar que eres un vulgar ser ignorante a su servicio, que todo cuando digas es porque no eres digno ni de seguir viviendo, y que cuanto hagas o digas será siempre reprochado y menospreciado por tal persona.

A medida que conoces a otra gente en común, ves que esta persona es así con todo el mundo. Humilla, desprecia, menosprecia y desprestigia a todo cuanto pase por su lado mientras ostenta un cargo o puesto que poca gente pueda plantarle cara, salvo los semejantes, sin miedo a represalias, por lo que se rodea de gente a la que humillar, despreciar, menospreciar y desprestigiar para sentirse mejor porque los iguales ni aguantan a tal persona ni toleran sus comportamientos despóticos, totalitarios y malvados.

Pero esta clase de gente se olvida de que también son simples mortales como los demás, que sangran si se cortan y enferman igual que la chusma que le rodea. Y como son de esta manera, se han ganado tanto desprecio, tanta adversión y tanto odio, que cuando les pasa algo realmente malo hay muy poca gente que se apiade de ellas, aunque las malas personas son las que se alegran de ello. Que ellos se olvidan que también son humanos, y que como humanos, puedan pasarles cosas malas y pasarlo mal. Pero una mala persona, por muy mal que lo pase, no deja de ser mala persona. Sólo pasa a ser una mala persona que lo está pasando mal.

Y cuando mueren te das cuenta que sí hay muerto malo, que suele ser gente que ha sido mala en la vida y que hay muy poca gente que se apiade de tan temprano final. Que es muy triste y patético que cuelguen una especie de panegírico cutre en la que se trate de alabar y justificar a tal persona, sus actos y sus maneras. En donde se intenta amortiguar sus frases hirientes, sus menosprecios y sus ninguneos a sus semejantes.

Porque tiene que ser muy triste que te mueras y que no haya apenas nadie que se entristezca por ti, y que alguien, en un intento desesperado de peloteo tardío o para quedar bien ante a saber quién, acabe escribiendo un artículo en el que intente justificar su carácter cuando nadie -repito, nadie que yo conozca- sienta la más mínima compasión por su muerte.

Lo siento por su hijo, sólo por él. Pero tiene que ser muy triste que, con toda la gente con la que se ha rodeado y con la que ha  trabajado, sólo su hijo le eche realmente de menos.

19.10.16

Paquito

Paquito era amigo de sus amigos, amigo de sus amigas, el centro de la fiesta, alegre, simpático... Paquito pesaba como cien kilos con diecisiete años, pero qué más daba, porque Paco era diversión, risas, bromas... Era todo un figura, se quedaba con la gente por donde iba, hacía amigos por donde aparecía, y nadie, nadie, le podía hacer sombra.

Creo que pocas veces he conocido a alguien tan divertido como él.

Pues pasó lo que a veces pasa: que la gente da el estirón y adelgaza. Y Paquito casi se quedó sólo en la P de su nombre porque adelgazó tanto que se quedó hecho un figurín. Y no es que fuera especialmente guapo, pero desde luego su físico mejoró considerablemente, y entonces ocurrió lo que a veces también pasa cuando alguien adelgaza mucho: que se lo creyó. Y mucho.  No estaba mal, repito, pero es que él estaba seguro de que era una estrella del cine, el hombre de moda, por lo que dejó de ser ese amigo risueño y alegre para creerse caminar cada día sobre una pasarela, y pensar que todas y cada una de las féminas que pisaban la tierra suspiraban por sus huesitos. A mí ya me daba palo hasta saludarle porque alguna vez me hacía algún gesto muy americano y peliculero para saludar que me daba entre grima y sarpullido.

Y como le pasa a la gente que no pilla cacho, cuando lo pillan se creen el centro del universo, dejando de lado amigos, ambientes y círculos, porque también creyó que... bueno, realmente no sé que creyó, pero sí que sé que se lo creyó tanto que dejó de hablarse con todo el mundo y se fue con sus nuevos amigos y amigas, más dignos de su nuevo físico. Ya no era Paquito, ni Paco, ahora era Francesc, mucho más apropiado para su entorno, su imagen y su nueva personalidad.

Pasó el tiempo y cuando nos hemos vuelto a cruzar había absoluta indiferencia por mi parte, sólo con la duda de qué le lleva a la gente ese cambio de comportamiento. Bueno, realmente sé la respuesta: que realmente no era una verdadera amistad.  Él, por supuesto, no me decía nada. Yo dejé de ser digna para él hacía años. Po fale. Creo que en estos años he demostrado que he podido superar tal trauma.

Y resulta que el tiempo sigue pasando y he vuelto a coincidir con él. Fue hace poco en un bar. Oigo que me llaman por mi nombre y me giro para ver a un Paquito de doscientos kilos que me decía casi sin respirar lo estupendísima que me veía, que no había pasado el tiempo por mí y que a ver si nos tomábamos algo. Era todo sonrisa y amabilidad. Pero yo ya no lo reconocía, estaba ante un absoluto extraño con el que no tienes ni por qué hablar. Sólo acerté a decir que estaba bien, y que ya nos veríamos en otra ocasión.

¿Para qué me saluda tantos años después? ¿Por qué lo hace cuando no sólo ha perdido la línea, sino que parece que la ha asustado?

Hay gente que se cree algo, lo que sea, y piensa que lo va a tener eternamente, y por eso saca su verdadera personalidad, cuando se creen superiores, mejores o más que los demás.

Y menudos zascas mete a veces la vida... Uf... hasta retumba y todo si andas cerca.




17.10.16

Ahá.

Recuerdo que una vez, en una cena, di con un pesao. Fue tan pesado que yo miraba suplicante a los que me rodeaban para que alguien me rescatara. El pesao seguía hablando, hablando y hablando de cosas tan infumables para mí que, agotada, me levanté y me fui de golpe, sin una disculpa siquiera, ni una excusa ni nada. Simplemente desaparecí.

Creo que nunca he sido tan explícita para demostrarle a alguien que no lo aguantaba. Bueno, sí: cuando le he dicho a alguien que me aburre siempre contando lo mismo.

Y es que a ver qué haces cuando la gente te cuenta cosas que te ha contado mil veces, o que te está molestando, o que simplemente te agobia. Ser sutil y cambiar de tema no siempre funciona, pero hay gente con la que ya no me apetece ser ni sutil ni diplomática, y a veces peco de borde. Y lo notan, pero siguen con su monólogo de sus problemas o de temas que no me importan, que me aburren y que repiten desde el principio de los tiempos.

¿Cuánto tiempo puedo estar aguantando ese monólogo? Depende del día, pero sé que suele ser poco. Ronda entre cinco segundos y cinco minutos, por lo que a veces me levanto y me voy. Las otras veces corto cambiando de tema. Pero es que cómo puedo ser más suave a la hora de cortar a esta gente.

Y pasa algo: que a esta gente yo no les cuento nada, porque como sólo importa lo que ellos cuentan y lo que les pasa a ellos, pues qué más les da lo que yo vaya a decir. Así que cuando escucho por millonésima vez lo mismo, sus dramas, sus proezas, mientras paso esos segundos decidiendo si cambio de tema o me piro, pienso en lo miserables que somos los demás mortales por no hacer las mismas heroicidades que hacen ellos, o que somos unos mindundis por no ser capaces de aguantar lo que aguantan ellos, que han tenido que luchar contra viento y marea, mientras los demás vivimos en el país de la piruleta.

No se conocen, pero son iguales, exactamente iguales. Yo no sé qué comen, pero es que hacen lo mismo: aburrirme.

Y a mí me aburre la gente que me aburre, por lo que prefiero perder mi tiempo en otras cosas tan poco productivas, pero me gusta elegir yo en qué malgastar mi tiempo.

Pero da igual. La próxima vez que los vea seguirán haciendo lo mismo.

Y por qué yo, me pregunto. Por qué. Argh.

11.10.16

Los hombres que no quieren a las mujeres

Son innumerables las parejas idílicas que  son objeto de admiración por parte de los demás. Tanto él como ella parecen perfectos, forman una unión tan sólida y tan firme que no parece que nada ni nadie pueda romperla. Ella es objeto de envidia sana por parte de las demás debido a que es agasajada por su churri con regalos, detalles, muestras de amor incondicional y público...

...hasta que el amor desaparece por parte de ellos. Por el motivo que sea.

Y hoy voy a hablar de esos hombres que no es que no quieren a estas mujeres, sino que creo que jamás las quisieron. Salvo para aparentar, utilizarlas o no estar solos.

Ya comenté hace unos posts el caso de un mierda (porque otro nombre no podría darle) que abandonó a su chica cuando es diagnosticada de cáncer, alegando que es que no sabía cómo iba a afrontar la enfermedad y necesitaba tiempo. Este ser despreciable e impresentable dejó de aparecer en la vida de la muchacha. Y mejor, porque demostró no tener sangre, ni corazón, ni empatía.

Luego están los que no sólo engañan o dejan, sino que encima que ellas tienen que aguantar insultos, calumnias y numeritos en público. Pero, ¿no fueron ellos los que dieron la relación por terminada?  ¿No fueron ellos los que las abandonaron? Pues no tienen bastante, porque parece que hay que machacar a la otra persona. Plan el perro del hortelano, no la quiero, pero nadie la va a querer tampoco, y ellos creen que se encargan de que así sea.

Pero ¿qué hacemos con los que no sólo demuestran que no las quieren, sino que no se van y se dedican a hacerles la vida imposible hasta machacarlas?

Tengo una vieja compañera de clase que me contaba resignada cómo su matrimonio se fue al garete de repente. Su marido, atento, amabilísimo y solícito, se convirtió en un ogro que no dudaba en desprestigiarla e insultarla públicamente, en poner a sus hijos en su contra, en romper la casa que tenían que compartir debido a la custodia de los niños, sino que, además, dejó de pagar la hipoteca para que fuera ella la que lo tuviera que hacer. Y ella, ante la imposibilidad de hacer frente a toda la hipoteca, veía cómo el banco buitreaba sobre su piso. Y me confirmó llorando que le iban a embargar la vivienda. Yo pregunté por qué no hablaba con el banco para una dación en pago, y ella contestó que él le había dicho que no firmaba, que quería que se jodiera, y que así iba a estar pillada de por vida. Me quedé helada. Y es que encima  se lo decía alguien que iba a estar también pillado de por vida, pero que prefería eso con tal de verla a ella metida en tal marrón. Y verla sufrir. Y no le importaban ni sus hijos. Hasta el banco intervino para que él cediera, pero ni por ésas.

Yo no sé cómo hay gente así, de verdad. Esta gente no quiere a nadie, no pueden ser más falsos antes y más malvados después.

Porque hay gente que parece que disfruta ensañándose con su ex-pareja. ¿No habías dicho que ya no la querías? Pues coño, déjala vivir tranquila.

 Vaya gentuza.

A mí tampoco me quieren, pero no me quieren de esa manera. Y casi puedo decir aliviada que menos mal.





10.10.16

Fuegos artificiales

Anoche estuve viendo de madrugada en el cauce del Río Turia, los fuegos artificiales con motivo de la celebración del día de la Comunidad Valenciana. Fueron todo un espectáculo de ruido y colores, sobre todo, colores, que iluminaron la noche entre el regocijo de los allí presentes.

Y entre todas esas personas estaba yo mirando al cielo como una niña pequeña, disfrutando de lo que estaba presenciando. Mientras todos sacaban sus móviles y sus cámaras para inmortalizarlo, yo seguí con las manos en los bolsillos, mirando hacia arriba con media sonrisa intentando disfrutar de cada petardo, de cada figura, de cada color... No quería perderme un segundo de lo que estaba viendo, no tenía por qué perder tiempo de mi vida en grabar unos momentos que me estaban resultando tan bonitos viéndolos in situ. Me recordó a cuando no hace mucho estuve en Cataluña y presencié el espectáculo de unos castellers. Todo el mundo grababa lo que hacían esos hombres, mujeres y niños, en vez de admirar el espectáculo en sí. Porque hay cosas que hay que disfrutarlas, verlas y recordarlas. Ya habrán otras cosas y otras ocasiones, o más ocasiones, para fotografiar o grabar el evento, pero en esos precisos momentos no vi la necesidad de hacerlo.

Mientras los fuegos artificiales mostraban los colores de la senyera, palmeras doradas y corazones y estrellas, me divertía viendo cómo el público gritaba un oooooh con cada cosa. Veía a la gente disfrutar, y yo me sentía a gusto contemplando el cielo y a mi alrededor.

Lo que me ha llamado la atención es que durante ese tiempo que duraron los fuegos artificiales me sentí bien, despreocupada.  Mi mente, que siempre está llena de cosas, de recuerdos, que no para ni descansa, ayer sufrió un descanso durante esos minutos. Y me sentí bien, disfruté, estuve en paz conmigo misma. Y me di cuenta de que estaba sonriendo mientras.

Hay momentos agradables que te encuentras sin esperarlos, que si los cuentas rompes la magia del momento, porque lo mismo la gente cuando te escucha no lo entiende, ni entiende qué tiene de especial. Pues yo tuve uno y quiero dejar constancia de él en el blog. No cuento todo lo que pasa, ni lo que me pasa, ni mis tristezas ni todo lo que me está ocurriendo, pero cuando releo lo que escribo me gusta encontrarme con momentos agradables que quise inmortalizar aquí, porque me sentí bien en ese momento. Y lo bueno de anoche es que me sentí bien y esos segundos de felicidad y diversión no dependían de terceras personas. Simplemente ocurrió.

Así que cuando veáis un castillo de fuegos artificiales, una falla quemándose, unos castellers, o un artista callejero, lo que sea que os llame la atención, sólo disfrutad del espectáculo y dejad vuestras preocupaciones de lado, que seguirán estando cuando terminen esos minutos. Pero si dejáis escapar esos minutos, no sabéis lo que os perdéis. Porque la belleza está en los ojos que miran.


27.9.16

De zanahorias, un huevo y café.

Érase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.

El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.

Miró a su hija y le dijo: "¿Qué ves?”. "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, papá?"

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café, sin embargo, era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.

"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro? ¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren. Y tú, ¿Cuál de los tres eres?

Gran historia que me ha impactado. Me ha encantado. Y, sobretodo, me ha enseñado algo.

La encontré aquí: https://lamenteesmaravillosa.com/la-zanahoria-el-huevo-y-el-cafe/

Os recomiendo esta web.

21.9.16

Sube a por el bocata.

Hace años (uf, ahora me da un perezón buscarlo...) hablé de los nombres de los niños. Recuerdo que comenté que ahora la gente está obsesionada por singularizar los nombres  de sus hijos. Y empecé a numerar nombres extraños que en Sudamérica hicieron historia. También comenté que aquí en España antes se singularizaba a sus hijos con nombres del santoral del día. Hoy, por ejemplo, es san Mateo, pero ayer fue san Eustaquio, y el día 28 será san Wenceslao. Y no conozco a ningún niño que se llame Wenceslao, pronunciando la W como una B. Y me hace ilu.

Bueno, pues tras los nombres extranjeros escritos de cualquier manera (no sabéis de cuántas formas se puede escribir Jennifer), tras los nombres de seres mitológicos, de dioses griegos, de personajes literarios, ahora llegan los nombres de personajes de series. El gusto es como el culo, todos tenemos uno, y algunos son demasiado llamativos. Y no para bien.

Se supone que los nombres te sugieren algo, o alguien. Cuántos niños se llamarán Hugo por Hugo Silva (los padres de estos niños pintan menos a la hora de elegir el nombre que Marichalar para elegir el nombre de los suyos). Cuántas niñas se llamarán María a secas tras la tradición de combinar ese nombre con otro, el oficial. Pero cuántos padres habrán elegido nombres extraños que tendrán que estar deletreando durante años y se quejarán de que la gente no sabe escribirlo. Cuántos hijos tendrán que deletrear su nombre durante años para decir que la H de su nombre no va ahí. O que esa C es una K. O que lleva H, o no la lleva. Ya ninguno se llama Agapito, como el abuelo. O Agustina, como la abuela. O Gertrudis, como la tía. Si ahora ante un grupo de niños llamas a Alejandro, Pablo, Ainhoa (o Ahinoa, o Ainoha), Andrea y Carla, vienen todos los niños. Y así no se diferencian tampoco. Inspiración, señores. Inspiración.

Ya puestos, podemos echarle un ojito a los emperadores romanos, con nombres gloriosos que han pasado a la historia por diversas cosas, pero bueno, que creo que no conozco a ningún niño que se llame así tampoco.

Empezamos...

Podemos usar nombres que reflejen el comportamiento de los niños, como Quieto, Ingenuo, Geta, Constante, Cómodo, Tácito, Alejandro Severo, Severo a secas, o Claudio el Gótico.

Podemos usar nombres que reflejen su modestia, como Constantino el Grande, Magno Máximo, Petronio Máximo, Pupieno Máximo, o simplemente decir que es el puto amo: Máximo. Sin segundo nombre ni ná, porque no le hace falta.

Podemos sugerir en nuestro catálogo más nombres de emperadores romanos: Volusiano, Pacatiano, Trajano, Vespasiano, Numeriano, Valentiniano, Regaliano, Rómulo Augústulo (pobre, es que encima son los dos), Nepociano, Mayoriano, Leliano, Jotapiano (qué a gusto se quedarían sus padres),  Gordiano, Diocleciano, o Diadumediano. Advertimos que tuvieron que pasarlo muy mal en el cole por las rimas de sus nombres. 

Mención especial y pésame a quien se llamara Próculo. También indicaría que sus padres no lo querían, y era un niño no deseado.

Eso sí, nadie se atrevería a toser a niños llamados Nerón o Calígula. Vamos, ni sus padres.

Sería un espectáculo en el parque escuchar un Herenio Etrusco, ven a merendar. O un Julio Nepote (con risas de fondo entre otros niños), sube a por el bocata.

Claro que estar en clase, que pasen lista y escuchar un  Domicio Domiciano haría que volvieran a pensar en una rima. Y también cuando escucharan un Clodio Albino.

Así que podrían elegir nombres más normales como Víctor, Julio, César, Claudio, Augusto o Marco Aurelio.

Pero no me digáis que ante Silbanaco no os viene a la cabeza tócate el sobaco.

Para finalizar el post, encontraremos un nombre bastante común: Constantino.

Y también estáis pensando en la rima, pillines.




19.9.16

Un poquito de ketchup.

Sabéis que hay amigos más exquisitos que otros. De hecho, muy pocos son exquisitos porque sean así. Hay algunos que su exquisitura es sólo cuando va de invitado a casa ajena o cuando es otro el que paga la cena, por ejemplo. Son sibaritas por cuenta ajena. Son amantes de la buena cocina cuando es otro el que guisa. Les apetece delicatessen cuando es otro el que las paga. Pero cuando les toca ser a ellos los anfitriones... ah, amigo...

Recuerdo que una vez andaba yo tonteando con un chico. Que si jijí, que si jajá. Tonterías, ya sabéis. Un día vino a mi casa a comer y acabó eligiendo el menú que yo preparé sólo porque a veces dejo que elijan qué quieren ese día. Pero pasó una cosa que hizo que me bajara la libido de golpe. No sé si notásteis el temblor, supongo que sí, pero no sabríais el motivo. Pues fue al entrar a su casa. Resulta que habíamos quedado, que yo pasaría por su casa mientras él se cambiaba. En cuanto entré en su casa se me fue toda la atracción que sentía hacia él. La casa no es que estuviese sucia, es que no se había dignado en arreglarla un poco siquiera. No se había molestado, sabiendo que yo iba, en adecentarla un poco. Las cosas se amontonaban en cualquier rincón. Y me sentí mal. Sencillamente, porque no había perdido ni un segundo de su vida en preparar mi llegada. La cosa no llegó a nada.

Otra vez invité a una pareja amiga. A ella la conocía desde que éramos unas crías, y mi chico y yo éramos los anfitriones. ¿Qué queréis cenar? Entrecôt, dijo su marido. Joder, el colega, no pide ni ná. Pues ale, entrecôt para el nene. Una mesa más que decente, con vino, copas y tal, y se presentaron sin nada. Bueno, pensé, no todo el mundo cae en esas cosas. Pero pasó una cosa. Que fuimos nosotros los invitados. Y fuimos a su casa con el postre, para ver que íbamos a cenar en la cocina porque el comedor no lo usaban, sólo para las grandes ocasiones (sic) y veo horrorizada cómo abre una bandeja de pyrex mientras enseña unos tristes trozos de lomo y tocino más resecos que una momia y alega que es que se los ha hecho su madre, y que como están un poco secos se les pone un poquito de ketchup y listos. No volví a querer quedar a cenar con ellos porque me pareció lamentable que me sacaran carne reseca que encima habría hecho su madre para ellos, y así se ahorraban una cena. Y que por mi virgensita en la que no creo, no vuelvo a quedar con ellos.

¿Y qué pasa cuando tienes invitados en casa? Sabéis que lo normal es preguntar qué quieren comer, desayunar, qué les gusta y tal... Pues el día que fui de invitada a casa de alguien por una vez me veo que era otro que tampoco se había molestado en perder tiempo de su vida en comprar nada para desayunar porque total, si vamos a desayunar fuera. ¿Seguro? Tienes poderes y lo sabes ya. Lo mismo tendríamos horarios diferentes a cuando viene a mi casa, o no comes lo mismo. Porque en mi casa te pones como un cerdo y veo que en la tuya no desayunas tan bien. Pues bueno. Ya dejó claro muchas cosas. Una de ellas era que era otra persona que tampoco se había molestado en  preparar mi llegada.

¿Y cuando vas de comida familiar? Ah, eso es divertido. Casualmente siempre hay alguien que le apetece una zarzuela, un arroz con bogavante o una mariscada cuando son los padres o suegros los que pagan. Pero cuando vas a con ellos de cena y hay que pagar a escote se piden paella o un plato combinado. Mierdosos, eso es lo que sois.

Mi amiga la viuda de España, por ejemplo, era de las que te llamaban y te decían Oye, que voy a comer a tu casa porque sí, porque quería, porque lo que sea. Bueno, pues a veces yo ya tenía la comida hecha, otras  tenía las cosas preparadas para hacer la comida, y otras veces le preguntaba si le apetecía algo. Pero... ¿y qué pasó cuando iba a su casa? No había día que no me sacara tuppers con restos y sobras de comida. No había día que no comiera algo que ya llevaba días hecho o congelado. Me pareció tan mísero que no quise volver a ir a comer a su casa porque era otra persona que le gustaba mucho ser invitada. Y mucho. Y por lo visto, si no tratas bien a tus invitados pues no querrán volver. Y vaya, que lo consiguen. Pero tiene cierto efecto secundario, y es que tampoco quieres tenerlos de invitados.

Cuando me dicen que podríamos quedar a cenar siempre digo un sí, claro. Creo que me han calado, pero insisten por si cuela. Y va a ser que no. Jiji.

¿Y cuando te vas de cañas? Tengo que comprarme un cronómetro para ver el tiempo que tardan algunos en sacar la cartera. Es más, algunos tardan tanto que podría sacarme la carrera aeroespacial mientras. Y yo, que si no puedo no quiero irme de cañas, pero si puedo no me pierdo una, me doy cuenta de que hay gente que tiene más morro que sed de cerveza, puesto que siempre acaban escaqueándose de pagar. Los que nos dimos cuenta acordamos poner un fondo e ir tirando de él, así no hay nadie que ratonee. No alimento cirrosis ajenas igual que tampoco me gustaba alimentar cánceres ajenos regalando tabaco.

Pues eso.

Con lo bonito que es compartir una buena cena entre amigos, tanto hecha en casa como si es fuera. O compartir un desayuno variado. O tomarte unas cañas y acabar diciendo que ya vas pedo y que ya no te cabe otra. Pero hay gente que prefiere gorronear e ir de jeta en vez de disfrutar de esos momentos con los amigos. Pues será que realmente no los considera amigos, porque a los amigos se les trata lo mejor posible y te tratan de la mejor forma posible.

¿Sabéis una cosa? Pues que no saben lo que se pierden.

16.9.16

Elige tu propia avent... digooo... excusa.

Llevamos unos amigos y yo un tiempo recopilando las diversas excusas que nos ponen para no hacer algo con nosotros. Desde salir, a viajar, a ir a comer, o ir a comprar. Algunas son tan vergonzosas que me pregunto si realmente se dan cuenta de lo infantil de sus palabras, de lo ridículas que son. Hay una frase que me gusta mucho, y es que si quieres conocer a una persona, no hay nada mejor que escuchar lo que dice.

Y algunos dicen lo siguiente:

Alguien quiere organizar una cena con varios amigos.
-Huy, yo es que estoy muy liado, tendría que mirar cuándo me vendría bien...
Tú eres un flipao y un fantasma, y además vamos a quedar sin tenerte en cuenta.

Alguien quiere quedar con otro alguien que no para de decirle en mensajes de fb que a ver cuándo quedan.
-Ay, es que resulta que tengo que acompañar a mi madre/hermano/suegra a [ponga aquí un sitio]
A este alguien le gusta el postureo y anda que no se le nota...

Gente a la que le dices que si le hace una cervecita.
-Huy, es que me pillas muy cansado.
-Es que es muy tarde.
-Es que no me he duchado.
-Es que ir allá ahora...

Gente que te pide que le eches una mano en algo y al final se decide por la ayuda de otra persona.
-Es que tiene una mano... Vamos, lo ha dejado perfecto.
O sea, que cuando ha visto que cree que alguien puede hacer algo mejor que tú, adiocito.

Cuando se descuelgan de una cena (por ejemplo)
-Es que se me hinchan las piernas.
Es un aviso de que estamos entrando en la vejez, sólo que con unos treinta años de antelación.

Cuando rompen una relación.
-He conocido a otra persona (cruel, pero sincero, aunque normalmente lo dicen cuando ya han puesto los cuernos) (ya he hablado de los que necesitan tener siempre a alguien)
-Yo no iba en serio (cruel y sinvergüenza)
-Ah, ¿pero salíamos juntos? (gilipollas e impresentable)

Cuando rompen algo que es tuyo.
-Pero si estaba muy viejo
-Mira, cuando lo vi ya estaba así
Falta la excusa del perro.

Cuando se descuelgan de un viaje.
-Es que no me gusta la gente que va.
No es por nada, pero yo iba. Gracias por la parte que me toca.

Cuando alguien no ha querido venir a mi casa.
-Es que está muy lejos.
No, perdona. Lejos está el estrecho de Bering. Pero pasa una cosa: el que no viene, no se tiene que ir :->

Cuando pillas a alguien en una mentira.
-Que me muera ahora mismo si miento.
Pero es que la gente no se muere si lo dice, y lo sabe.

Cuando no contestan una llamada o un mensaje en todo un día.
-Es que no tenía batería.
Ya. Ni guitarra eléctrica.

Cuando pillan a alguien siendo infiel.
-Esto no es lo que parece (un clásico)
-Es que se me echó encima (y te arrancó la ropa)
-Ha sido una debilidad (y no la de Antonio Machín)
-Ha sido la primera vez (que te han pillado, querrás decir)

 Cuando llegan más tarde de lo que deben del trabajo y es porque te están engañando
-Uf, qué día, es que no he parado, todo el día pam-pam-pam-pam... (mucha onomatopeya para contar nada)
-El jefe, que me ha metido un marrón a última hora... (¿seguro que era un marrón?)
-Mira, que me he tenido que ir con un cliente de cena, y luego de copas... (claro que sí)
-Me he quedado sin batería y no podía llamarte (excusa repetitiva)

Por último, una mención especial. Una pareja que salen juntos desde hace tiempo, y a ella le diagnostican cáncer.
-Mira, es que cáncer es una palabra muy seria. Necesito tiempo para pensar cómo afrontar la enfermedad, porque me va a resultar muy duro. Te llamaré.
De eso hace tres años, y ella aún no ha sabido nada de él.

Así que realmente una excusa es una falta de interés.

Pues no hagáis perder el tiempo de la gente, que seguro que tiene cosas mejores que hacer que estar pendientes de quienes no tienen interés ninguno en mantener su amistad o su relación.

Pero ¿sabéis? Que esas mismas excusas las pueden utilizar contra vosotros.

Y entonces, pica, ¿eh?



12.9.16

Comedia en tres actos

Acto I

Dos chicas, no las conocéis, a las que llamaremos Eufrasia (por ejemplo) y Chica2, están en una cena en casa de Chica2 a la que van unos amigos que Eufrasia no tiene el gusto de conocer. Uno de los amigos, un apuesto, alto y guapísimo varón es el encargado de amenizar el lado derecho de la cena de Eufrasia, que sonríe atontada ante tal visión.

Comentario sotto voce en los postres entre Eufrasia y Chica2:
-Válgame, cómo está tu amigo.
-Es gay.
-Aham...

Se cierra el telón.

Acto II

Dos amigos, no los conocéis tampoco. A la muchacha la llamaremos Eufrasia, y al chico Chico1. Son amigos desde hace tiempo, y él vive fuera. Cuando vuelve por Valencia quedan a comer, a cenar o a lo que surja, por lo que esta vez quedan para cenar. A falta de tiempo, Chico1 comenta que ha quedado también con Chico2, porque no le daría tiempo a ver a sus amigos. A ella le parece bien. En cuando Chico2 hace acto de presencia en el restaurante en donde cenaron quedó prendada por tal belleza masculina, por ese dios griego de barba morena. En el café, Eufrasia y Chico1 se quedaron solos mientras el otro iba al baño.
-Chico2 está buscando piso, porque se va a vivir con su novio.
-Aham...

Se cierra el telón.

Acto III

Tren, hora de ir a trabajar. A la misma hora siempre son los mismos, las mismas caras de sueño, los mismos buenos días. Hay un buenos días diferente, el de un hombretón alto y guapetón que hasta sonríe a nuestra protagonista a la que llamaremos, por ejemplo, Eufrasia. Y ella piensa en que es un hombretón alto y guapetón al que no le importaría darle los buenos días de otra manera.

Una tarde estaban Eufrasia y una amiga, a la que llamaremos Amiga1, en un bar en el que son habituales. Y, de repente, como aparición divina, entra ese dios griego, ese hombretón alto y guapetón. Eufrasia, disimuladamente, le comenta a su amiga que le parece interesante. Amiga1 comenta que el muchacho le está mirando, pero Eufrasia comenta que es como siempre, y ahí se queda. Chin-chin.
-Tía, estás cañón, ¿y no te entra? ¡A ver si es gay!
-Pues no me extrañaría...

Bueno, pues no lo es. NO LO ES. Duda resuelta.

Se cierra el telón.


Epílogo: Hay que saber reírse de una misma. Es de lo más liberador. Y a veces se dan circunstancias de lo más divertidas.

7.9.16

Sobre depredadores emocionales

¿Quiénes son los más apetitosos para un depredador humano? Curiosamente son personas bondadosas, generosas, optimistas, vitalistas, con fuerza espiritual... ¿Por qué? Porque son características que el depredador humano no ha tenido, y que anhela y envidia. Pero en lugar de manifestarse claramente lo hace de un modo represivo.

(...)Ellos lo buscan, no como compensación a sus vidas, sino para aspirarles aquello que envidian.





Como he estado buscando respuestas a muchas cosas de mi vida, a veces encuentro joyas como esta, que descubrí anoche. Me siento TAN identificada con lo que dicen, que ahora me siento hasta importante.

Era envidia. Lo hacen por envidia. Qué triste, ¿no?

Pues lo consiguieron, me hundieron, porque he dado con cada uno de ellos. Bravo, pueden ir a contarlo entre risas a sus amigos, o a sus compañeros de trabajo. Pero ahora me siento importante, porque me envidian. Y me envidiarán siempre. Por eso se fijaron en mí, porque yo soy algo que ellos no son. Y soy algo bueno.

Porque tengo, y seguiré teniendo, muchas cosas buenas que ellos jamás tendrán.

:)

29.8.16

Mujer blanca viuda busca...

Una amiga, de esas que como ella tienes mil o dos mil, tuvo la mala suerte de quedarse viuda con un hijo pequeño. La muerte de su marido fue repentina. Y ella, en cuanto quedó viuda, hizo lo que se ve que hace cualquiera: vender la moto gorda de su difunto. No tenía problemas económicos de ningún tipo, pero le dio por ahí. Y de querer la herencia de su marido sin que se hubieran muerto sus suegros. Eso sí, sin preocuparse de ellos. Y se lió la cosa.

Mientras ella iba de viuda de España hablando de su pena a cualquiera y en cualquier sitio hizo que mucha gente se apiadara de ella, yo entre ellas. Y de repente, me quiso poner para que sustituyera a su marido en muchas cosas. Yo mantenía las distancias, pero ella insistía, insistía, e insistía. Incluso delante de la gente hacía creer lo inseparables que éramos. Y éramos lo inseparables que pueden ser dos personas que han quedado unas cuantas veces a tomar café. Pero aparecía por mi casa cada dos por tres, me llamaba por teléfono todos los días, me mandaba whatsapps a cada momento y, lo que es peor, quería quedar conmigo cuando ella dijera, a la hora que dijera y si le venía bien. Y cuando yo decía vale, era capaz de no aparecer sin avisar siquiera. Es que, pensaba yo, se le ha ido la pinza un poco por lo que había pasado.

Pero la pinza se me fue a mí. Estaba aburrida de sus quejas por el dinero, cuando tiene trabajo estable y unos buenos ahorros que se preocupa de repetirte para que lo sepas. Estaba aburrida de sus quejas a su familia política cuando la habían tratado demaisado bien para lo que se merecía. Estaba cansada de que quisiera que la acompañara a TODO, pero delante de la gente me dejaba caer excusas de por qué no podía acompañarla, como si yo lo estuviera deseando. No os tengo qué contar qué contestaciones le daba yo.

Y si le gustaba mi ropa, empezó a comprársela parecida. Y le gustaba mi pelo, y empezó a cortarse el pelo como yo (menos mal que la genética no nos pudo hacer más diferentes), a peinarse como yo, a maquillarse como yo. A mí ya me daba la risa y comentaba entre mis amigos que cómo es que, con lo que llega a odiarme cierta gente, puede haber otra que me imite de manera tan descarada.

Quedamos un par de veces para salir con otra gente, con la que empecé a hacer buenas migas y quedé muchas veces. Y ella empezó a comportarse como un novio celoso, reprochándome suavemente (pero reprochándome al fin y al cabo) que quedara con esa gente sin ella. Y también podéis haceros una idea de mi contestación. Porque quería que yo estuviera a su entera discposición, y sólo para ella. Pero claro, piensas que la pobre lo ha pasado mal, y necesita compañía, y...

Con su marido no se había ido de viaje nunca. Parece ser que es que si te vas de viaje gastas dinero, y a ellos no les gustaba gastar. Pues de repente, mis viajes y mis fines de semana fuera de Valencia se convirtieron en algo muy apetitoso para ella, y ya quiso que nos fuéramos las dos de viaje a Madrid, a Barcelona, a... Yo estaba alucinando, pero cambié de tema y no le dije nada. Pero me surgieron viajes y ella empezó a enfadarse conmigo porque no le había dicho nada. Tampoco os tengo que decir lo que le contesté, ¿no?

Cuando me dijo que estaba buscando piso por mi zona casi me da un infarto. Quería que fuéramos vecinas. Tuve suerte, los que vendían no le gustaban, aunque ella quería precisamente uno en mi edificio, pero afortunadamente para mí está completo.

Y un día dice que necesita ayuda para una cosa en la casa. Y yo, con toda la mejor intención, me ofrecí a ayudarle. Bueno, no fue ayuda realmente porque lo que hizo fue desaparecer dejándome a mí todo el fregao. Ni se acercó, mientras yo estuve todo el día empantanada en una mierda que puede hacer un profesional, pero claro, es que le costaba dinero. Y después de terminarla lo mejor que pude, acabar rota, destrozada, reventada y magullada, me cruzo con una amiga en común y me cuenta que se quejó del acabado diciendo que no le había gustado. Que no le había gustado lo que yo le había hecho.

Dije que era una desagradecida de mierda.

Me llama y no le cojo el teléfono. Luego le digo cualquier excusa y listo. Me manda un whatsapp y no le contesto. Siempre tengo algo. Cuando me dice que quedemos siempre tengo una excusa para no hacerlo. Y cuando me cuenta sus problemas le digo que yo también tengo y no los voy contando por ahí.  En un día podía tener hasta nueve llamadas perdidas suyas. Nueve. Ahora ya no. Juju.

Así que ante alguien tan desagradecido, codicioso, avaricioso, envidioso y malo prefiero no tener mucho que ver. Me teme, porque no insiste ya. Por detrás se queja de que no sabe qué me ha pasado con ella, cuando éramos inseparables. Y se lo comenta a los que vieron lo inseparables que éramos mientras yo huía de ella o hacía planes sin ella. Que ya no tiene con quién salir. Que nos íbamos a ir de viaje. Que íbamos a hacer muchas cosas juntas. Que teníamos muchos planes. Me toca las narices que pluralice cuando lo suyo es un monólogo siempre.

Yo ofrecí una mano y casi me arranca el brazo e intenta hacerse pasar por mi hermana gemela (repito: la genética no nos pudo hacer MÁS diferentes)

¿A que soy una gilipollas? Pues lo bueno es darse cuenta para solucionar el problema.

Y en ello estoy.

24.8.16

Historias de una vulgar y triste ignorante.

No me gusta hablar de lo que no sé, porque para qué. Y si sé de lo que hablo y me llevan la contraria prefiero callarme porque entrar en un debate con alguien que simplemente quiere quedar por encima de mí aunque no tenga razón me parece una pérdida de tiempo increíble. No me molesta que me corrijan si hay algo que corregir, por supuesto. Pero que me corrijan sin haber motivo es algo que me molesta un poquito. Pero yo sólo pido tiempo, y el tiempo me da tiempo. Y la razón.

Vamos a hablar de Charo, ese ejemplo de sabiduría hecha mujer. Ese extracto de sapiencia infinita que no sé cómo los de Mensa no la han admitido ya como presidencia vitalicia en su asociación. Esa mujer que no sé cómo no tiene ya todas las carreras del mundo, ha ganado ya veinte veces el bote de Pasapalabra y sigo sin explicarme cómo no ha aprobado una oposición y ha conseguido plaza para los restos. Supongo que es porque no quiere avergonzar a los demás con su memoria prodigiosa, con su memoria fotográfica, en la que todo se queda tatuado a fuego hasta los restos.

Estábamos en el trabajo hablado de libros. Comentábamos los libros que habíamos leído, y ella empezó a hablar de lo mucho que le había gustado Rayuela, escrita por Jovellanos. Comenté que creía que Rayuela había sido escrita por otra persona. Y en qué momento. Charo empezó a decirme delante de todo el mundo que cómo era posible que YO no supiera esas cosas, que le estaba defraudando. Sonreí. Sí, a ti, precisamente, le dije. Y ella siguió con sus frases despectivas para decir que no entendía cómo podía decepcionarla de esa manera, que me creía más inteligente.

Hasta que saqué el móvil. Busqué Jovellanos. Ni rastro de Rayuela. Busqué Rayuela. Anda, si la escribió Cortázar. Charo estaba verde.

Sigamos.

Una compañera se había ido de vacaciones a Guardamar del Segura. A mí me sonaba que era por Alicante o Murcia, y Charo empezó a decir que no, que era una localidad de Tarragona. Y a mí, que a veces me gusta hacer rabiar más que a un tonto un lápiz, le dije que no sabía exactamente de dónde, pero que no era una localidad catalana. Y Charo diciéndome que  ella estaba segura que era una localidad tarraconense, que lo sabía porque bla bla bla.

Saco móvil. Alicante. Charo había pasado de su verde habitual a un morado que no le sentaba muy bien. pero le hacía juego con su camisa blanca.

Continuemos.

Trabajando con el ordenador. El programa que se usa es un poco rebuscadito, pero con un poco de práctica te haces con él enseguida. Porque todo es ponerse. Y ella no se pone. Se ve que no necesita ninguna herramienta para absorber ninguna información, pero no se pone. Y para hacer algo tarda como tres eones en terminar. Eso sí, cuando eres tú quien está haciendo algo y ella pasa por tu lado se puede tirar media hora soplándote en la oreja corrigiéndote delante de los demás. Bueno, a mí no. A los demás. Los demás se muerden la lengua y rezan para que se vaya cuanto antes. Pues yo no. En el momento que su infinita sabiduría empezaba a corregirme (siempre actúa cuando hay gente delante), me giré a ella y le solté un: Pues esta mañana no sabías hacerlo, qué pronto has aprendido cuando es otro el que lo hace. Creo que a alguien se le escapó una carcajada.

Os juro que a veces pienso que no sé por qué tengo amigos. Bueno, sí. Porque no los trato así.

La guinda fue el día que Charo y otra compañera más piadosa que yo habían quedado para tomarse algo por el centro de Valencia. Casualmente (porque os juro que existen las casualidades) pasé por allí y me vieron. Yo iba a comer con unos amigos, no teníamos sitio aún, yo llegaba tarde, y ellas estaban a punto de irse porque eran las dos. Como les pareció interesante el quedarse a comer por el centro, les pregunté si se venían. Y dijeron que sí. Llamé a mis amigos y les dije que si podían buscar algo ya, y que contaran con dos personas más. Y entonces Charo empezó con su savoir faire.
-¿Y dónde vamos?
-Ahí detrás.
-¿Y cómo es el sitio?
-Ni idea.
-¿Y qué clase de restaurante es?
-Yo qué sé.
-¿Pero es italiano, griego...?
-Pero si me has oído, que no habían buscado nada aún...
-Pero habrá reserva, ¿no?
-¿Me has oído decir que busquen algo? No. Hay. Reserva.
-¿¡CÓMO QUE NO?!

Y perdí la paciencia con ella.

-Mira, niña, ahí tienes un McDonalds. No hace falta que vengas, que seguro que donde vayamos no te gusta y se la lías al camarero, como siempre haces.

Touchée.

-No, no, sí quiero ir...-dijo en un gemido.

Hasta me pidió disculpas. Todo un logro. Pero creo que era porque quería venirse a comer.

Cuando terminó la comida mis amigos me preguntaron que de dónde había sacado a ésa. Y esa pregunta me la hago yo cada día que la veo.

Así que Charo desde entonces me pilla vuelta, intenta no denigrarme públicamente, ya no me corrige y hasta quiere volver a quedar para irnos a comer o a cenar por Valencia.

Y mi religión me dice que una porra.

Jamás podré yo, vulgar y triste ignorante, llegar a ser un ser superior como Charo, que es un ser tres escalones superior al resto en la escala evolutiva. Jamás podré llegar a estar a su altura en inteligencia, educación, compañerismo, sabiduría, humildad, modestia y diplomacia. En empatía, en intelectualidad, en su trabajo en equipo, en su saber estar, en su elegancia, en el cómo trata a los demás. Jamás.

Pero bueno. Ni falta que me hace.

Y ella lo sabe.

17.8.16

Doesn't mean I'm lonely when I'm alone

Creo que todos conocemos, o podemos llegar a ser, alguien que necesita tener pareja. Que sí, que tener churri puede ser de lo más interesante, pero que no vale cualquier persona para ocupar tal puesto.

O sí.

Porque hay gente que necesita como el aire que respira tener pareja. Esa gente que es capaz de mover cielo y tierra para conquistar a alguien, pero si sale mal la cosa, a los cinco días ya está con otra persona. O cinco días antes ya lo estaba, o cinco meses antes. Da igual. Hará lo mismo por esa segunda persona, y si sale mal, moverá lo que haya que mover para no tener nunca aire a su lado. Y si a su lado sólo están sus brazos, se quejará de que no le hacen caso, que si sólo se van con (ponga aquí un calificativo) y una larga lista de lamentos. Y en cuanto aparece un nuevo objetivo, se olvidará de su pena para dedicarse a conseguir ese nuevo proyecto de churri. Porque es gente que para sentirse bien necesita novia o novio, le encanta el juego de la seducción, vive dependiente de su pareja, y cuando termina la relación no tarda apenas tiempo en consolarse con otra relación tan superficial como la espuma del mar.

Otra cosa es lo que intentan demostrar cara a la galería, esa felicidad desbordante, ese exhibicionismo de amor incondicional, el cómo pude vivir sin esta persona, el es lo que necesito para ser feliz en esta vida, el mirad cuántas cosas hago y cuelgo en redes sociales con él/ella.

Vale, sí. Pero ¿cuánto tiempo tardan en olvidarse de esa persona cuando rompen? De esa y de las siguientes. Porque lo que les importa no es la persona, sino una persona. Y para estar a su lado vale cualquiera. Sí, cualquiera. Porque pueden ser más o menos exquisitos, pero desde luego se conforman con la primera persona que les haga caso. Y no les hacen caso la gente conocida porque ya han calado que andan desesperadas buscando a alguien.

¿A que conocéis a gente así? Vale, en un momento dado podemos echar en falta tener a alguien con quien compartir ciertas cosas, pero ese alguien a veces sólo vive en nuestra imaginación.

Pero a ver... ¿por qué es tan importante una pareja? ¿De verdad se necesita? ¿Qué es lo que no podemos hacer sin una pareja? Esa presión social de que si no tienes churri es que te pasa algo es algo que afecta especialmente a la gente que se lo cree. Y se puede vivir sin churri. Perfectamente. Vale, es divertido tenerla hasta que deja de ser divertido. Y si pasa el tiempo y tienes a alguien que te empieza a agobiar al lado, qué coño haces con esa persona. Pues eso. Que descubres lo que es estar solito en la vida.

Y es una experiencia interesante.

Primero, eso de no tener ni que molestarte en decir lo que haces o con quién es algo que me pareció muy curioso. No dar cuentas de si entras o sales. Ni informar de si vas o vienes. De estar donde y con quien quieras. De hacer o deshacer. De estar sola. De hacer cosas sola. De darte cuenta que puedes estar sola. Que estar sola es tan enriquecedor como estar con mucha gente. La diferencia, es que estando sola te acabas conociendo mucho mejor y te cuidas más, ya que antes cuidabas a otra persona y te olvidabas de ti.

Luego, está el que si te arreglas, te vistes, te compras ropa, pintas la habitación, lo haces por ti, y para ti. Que esa ropa interior tan bonita que compraste el otro día la usas también para sentirte bella por dentro y porque te apetece, no sólo porque haya un encuentro con alguien. Que también te la pones por ti. Que esas piernas tan estupendas que tienes lo son porque lo sabes, no porque te lo haya dicho tu churri. Y que si tu escote es genial, lo sabes mirándote al espejo, no porque te lo haya dicho nadie agarrándolo desde atrás cuando tiene ganas de marcha.

Usando un símil, acostumbrarte a estar sin pareja es como dejar de fumar. Puedes hacerlo por costumbre, cuesta dejarlo (ah, los hábitos), pero se puede vivir sin una cosa y sin otra. Pobre el que dependa de una pareja para sentirse completo. Es una persona superficial, se aprecia muy poco, y aprecia poco a los demás, que son sólo instrumentos para sentirse mejor, y luego olvida.

Yo, desde luego, no quiero a nadie así, aunque he estado con gente así de dependiente, en busca de pareja, aunque no te dieras cuenta en ese momento, pero descubres con el tiempo que era de esa clase de gente, que necesita tener siempre a alguien para sentirse mejor. Y ese alguien es quien sea, sencillamente. Pues mejor que me dejaran de lado si su interés por mí era sólo un escaparate cara a la galería, una necesidad superficial mezclada de control y postureo para convertirse en la demostración que no he sido realmente tan importante para ellos. Porque ellos, recordad, no quieren a la persona, sino a una persona. La que sea, o la que más a mano tengan.

Pos fale. Porque ese postureo es lo que les mola. Y lo hacen contigo, con la vecina del quinto, con el compañero de trabajo y con la amiga de la amiga, si acaban saliendo con ellos o ellas. Porque se trata de aparentar, el mirad, tengo churri. Qué felices somos. Mirad las cosas que hacemos. Oh, estoy salvado/a, tengo pareja. Qué felices somos, mirad. Miradnos. Eo. Esperad, que cuelgo fotos para que lo veáis. No son suficientes, voy a colgar más, y ponerlas de avatar. Y lo pongo en whatsapp también, para que todo el mundo se entere. Y no lo pongo en el BOE porque no me dejan.

Y luego llega la ruptura, pero ya sabemos que al poco tiempo ya hay otra persona al lado de su brazo por quien hace exactamente lo mismo que por todas las anteriores.

También está la presión social de familiares. Que cómo es que no tienes churri. Que se te pasa el arroz. Pues tu primo tal ya tiene novia. Hijos. Hipoteca. Y tú no. Que te vas a quedar sola. Joder, JÚRAMELO, porque si es para aguantar a cierta gente, lo prefiero.

Así que dices que no tienes novio porque no lo necesitas... eso lo dices porque no tienes novio, porque si lo tuvieras no dirías eso. Pues mira, a lo mejor diría lo mismo, o no. A saber. Pero esta época de soledad autoimpuesta, sin involucrarme sentimentalmente con nadie, ha sido más fructífera y productiva de lo que yo pensaba. Porque para querer a alguien me tengo que querer yo primero. Y si no me quiero yo, no me va a querer nadie tanto. Si necesito tener pareja, el problema lo tengo yo, y grande, y he descubierto que puedo vivir sin nadie a mi lado. Vale, sí, a veces aparece alguien que te deshace la cama y te despeina el pelo, y te estruja las nalgas en ciertos momentos íntimos, pero son momentos puntuales que puedo compartir con cualquiera que me guste. Pero... ¿necesitar? Y lo que es peor... ¿necesitar a alguien? ¿Quien sea? Joder, es que me parece enfermizo.

Así que bueno, yo cuando me aburro hago manualidades, me voy a correr o salgo de casa a dar una vuelta, no me entretengo buscando pareja para sentirme menos sola. Porque sola me he encontrado estando acompañada de cierta gente que se supone que eran tu pareja, y eso sí que es triste, tanto como buscar a alguien para que todo el mundo vea que no estás solo.

Tengo que deciros una cosa: yo, estando sola, ya no me siento sola.

Y cuando la presión por tener a alguien a tu lado desaparece se abre un panorama lleno de oportunidades, personas y lugares dignos de recordar.

Porque yo no busco. No tengo prisa ni ansia por encontrar a ese alguien especial que por primera vez en mi vida me complemente y me quiera tal y como soy, no por lo que pudiera conseguir de mí, como hicieron todos los demás.

Y si no aparece, seguiré conociendo gente. Jiji.

Edito: Un día os contaré la de cosas que puede llegar a hacer una persona que necesita tener pareja para hacerte creer que está interesado única, sólo y exclusivamente en ti. Y vais a flipar. A f l i p a r.

6.8.16

Ver la paja en el ojo ajeno.

Ya os hablé de esto.

Bueno, pues duró.semana y media más.

Vaya elementos hay por el mundo para las edades que tienen...


25.7.16

Insight

¿Habéis tocado fondo alguna vez? Yo sí, y fue hace poco. Y es una sensación que no se la recomiendo a nadie.

No voy a explicar lo que se siente. No voy a explicar tampoco la gota que colmó el vaso. Ni voy a explicar qué ideas pasan por la cabeza. Porque todo eso forma parte de un pasado que ha quedado atrás.

Hace años pensaba que tenía problemas. Los tenía. Y gordos. Y no los he escrito nunca en el blog ni en ningún sitio. Pero huy, amiga, pues anda que no vienen más a lo largo de la vida. Y vienen. Y de todos los colores, modelos y tallas. Y si crees que no puede ir a peor la cosa, va. Y si crees que no puede ir a peor, va. Y si crees que no puedes aguantar algo más, te viene algo peor aún.

Y claro, llega un momento en el que te ves peor que nunca hayas estado, y encima es que te das cuenta, eres consciente, de que es el peor momento de tu vida, y no te gusta estar así porque tu alrededor no ayuda, tus circunstancias tampoco y lo que hay dentro de tu cabeza no te gusta, porque va formándose algo que no quieres que coja fuerza porque te da miedo ese pensamiento. Y durante un tiempo te cuesta levantar cabeza, incapaz de reaccionar. Todo te parece demasiado grande, importante e insoportable.

Y es una sensación horrible.

Pero un día sucede algo que te golpea como cuando te dan una bofetada. Sin esperarlo, de improviso, sin querer. De repente ocurre algo que vale la pena experimentar. Algo que te hace replantearte si es eso lo que quieres, si es eso lo que vas a querer seguir viviendo. Que a lo mejor si vives algunas cosas es porque es lo que has tolerado. Que otras no tienen remedio ni solución, pero la vida es así y hay que vivir con ello. Que hay cosas que tienen la importancia que tú les des. Y si les das demasiada importancia, la tienen, aunque realmente no valgan nada. Y que no hay que dejar que tu autoestima ni tu felicidad estén en manos ajenas, porque hay gente que se entretiene haciéndote daño. Que está bien buscar ayuda entre tus amigos, porque ahí verás a quiénes les importas. Esa sensación tan reveladora de abrir los ojos y replantearte todo. Lo que vale la pena, lo que no. Lo importante, lo que no lo es. No es blanco o negro. Y yo, que soy a veces muy radical, que durante mucho tiempo me he aferrado a ideas erróneas y a gente equivocada, veo y comprendo que las cosas me han pasado porque soy una auténtica gilipollas.

He sido una gilipollas. Pero de las buenas, ¿eh?

He dado demasiada importancia a cosas inútiles y a personas vacías durante muchos años. He aguantado cosas que tendría que haber cortado desde el primer momento. Y cuando eres consciente de las cosas que no te gustan de ti y de haber dicho un hasta aquí hemos llegado, todo cambia. Se descuelga o se ofende la gente que creía que estarías siempre ahí, pero sólo cuando ellos quisieran, claro. Desaparecen prioridades absurdas para convertirse en humo. Se esfuman ideas, se forman otras. Abres los ojos. Y los he abierto tanto que me he dado cuenta de que no pasa nada por reconocer que he sido una gilipollas por cederle el mando de mi felicidad a terceras personas. He sido siempre una persona que ha intentado ayudar al que lo necesitaba, pero me he planteado que por qué esa empatía ante cualquiera. He descubierto lo ingrata y lo mala que puede ser alguna gente a quien he ayudado. ¿Por qué quise ayudarles? ¿Realmente me engañaron o fui yo la que quise dejar que se aprovecharan de mí? ¿Y esa ingratitud cuando ya no me necesitan? Y lo que es peor... ¿qué odio enfermizo me acaban teniendo por a saber qué? Pero tampoco puedo estar culpándome yo siempre, porque siempre no puedo tener yo la culpa, por muchos años que me hayan repetido que la culpa es mía por (ponga aquí el motivo).

Yo soy dueña de mis aciertos y mis errores. Yo soy quien tiene que decidir quién está a mi lado y quién no. Es como cuando se siega el trigo y se realiza el aventado. Se lanza al aire la paja con el grano para que el aire se lleve lo que menos pesa y quede el grano. Pues es lo mismo. He aventado mi vida para ver realmente qué es lo que se queda o lo que se quiere quedar. Y todo lo demás, que se lo lleve el viento, porque demuestra que no tiene tanto peso en mi vida, aunque yo pensara que sí. Y me quedé quieta viendo cómo desaparecían cosas que antes creía imprescindibles para mí, pero pesaban lo mismo que el humo de un cigarro, o que un papelillo de confetti.

Te desprendes de cosas materiales que asocias a personas, dejando de tener que asociarlas a quiénes te las regalaron cada vez que las mirara. Y dejas de tomarte tan en serio las cosas que te dicen porque no te afectan como antes. Yo no soy la que tiene que cambiar. Me cansé de tener que adaptarme, someterme, callarme. ¿Qué es eso? ¿Así iba a sentirme mejor? Pues no. Porque siempre querían más. Y yo ya les había dado todo, y les parecía poco e insuficiente.

Los que antes me tenían segura a su lado y me hacían daño ahora miran con curiosidad mi reacción. Intentan hacer que reaccione cuando ellos quieren. ¿Para qué? Observan, miran, fingen que no les importo. ¿Me echan de menos? No creo, sólo es que ya no me tienen y eso sí lo notan. Son mala gente, eso lo han dejado claro. Y no saben lo que me ahorran el que algunos hayan desaparecido de mi vida por su propia voluntad. Porque han sido muy malas personas. Y yo, gilipollas, sí, pero ellos han sido malos, crueles, sádicos y demuestran que tienen muy poca personalidad, menos de la que yo he demostrado tener, por hacer sufrir a quien les quería tanto para sentirse importantes.

Y los días pasan. Y el tiempo pasa. Y el sol sigue saliendo, no importa lo que hagas, el mundo sigue girando. Y le he dado tanta importancia a ciertas cosas y a ciertas personas que ahora me parecen ridículas, que me veo con ganas de hablar de ello. Porque me hicieron sentirme mal, muy mal, como jamás me han hecho sentir. Porque me hicieron sentirme insignificante. Impotente. Incapaz. Inútil. Ridícula. Y mi ego se resistía a ello, hasta que me di cuenta de que vale, que eso se me daba muy bien, que podía ser muchas cosas y que hacer de tonta e ignorante se me daba estupendamente, pero que yo era muchas cosas buenas que se habían quedado ocultas entre tanta mierda. He huído de situaciones, personas y cosas que, sinceramente, han hecho que quisiera morirme. Y no. Que me olvidé de quererme yo.


Así que no ha compensado el tiempo perdido con nada de esto ni con nadie. Sólo me ha servido para aprender a soltar lo que no me hace crecer o no quiere quedarse. A adaptarme a las nuevas cosas. A valorar más aún a quien sí se quedó cuando estuve tan mal. A no alimentar al bicho. A saber estar sola, a no depender de nadie, a aprender tantas cosas que me maravilla el no haberme dado cuenta antes. A que yo sigo estando en el mismo sitio, y que las cosas inútiles y las personas vacías son las que se han ido.

Y es tan bonita esta sensación...

12.7.16

De nada.

Hace tiempo vi convocadas unas oposiciones que me interesaron especialmente. Eran en Madrid, el temario era bastante asequible, y me apetececía presentarme a algo así, por lo que me preparé durante meses para ello. Cuando salió el plazo de presentación de instancias le comenté a un amigo que lo mismo le interesaba también a su hermana que, aunque estaba trabajando en una administración pública, no tenía plaza fija. Y se lo dijo, claro. Ella no sabía cómo podía hberme enterado yo de esa oposición, porque ella no la había visto convocada. Pues en el BOE, hija de mi vida. ¿Dónde si no?

Cuando llegó la fecha del examen nos presentamos como media Europa a esas pocas plazas. Suspendí como una campeona, por los pelos, pero suspendí. La hermana de este chico no suspendió. Es más, fue una de las que consiguió plaza. Cuando su hermano me lo contó me alegré. Oye, eso es que es buena, ya era hora, qué bien.

Meses más tarde, en una conversación entre amigos, salió el tema de la oposición. El, presumiendo de hermana, dijo que había aprobado, y eso que se enteró de la oposición de casualidad. Yo, delante de él, lo miraba atónita escuchando cómo seguía hablando de lo que son las casualidades y que se apuntó casi el último día. Acabé diciendo que yo fui la que se lo dije, y a él le sentó fatal el que lo dejara en evidencia delante de la gente. Acabó argumentando que su hermana se hubiera enterado de todas formas. Arrugué la nariz en una expresión de asco. ¿Cómo puede ser alguien tan ingrato? Yo no gano nada por hacer un favor, pensé que a su hermana le itneresaría, no espero nada a cambio, pero que me desprecien de esa manera me indigna. Qué queréis que os diga. Me puede.

Otra vez, de un antiguo trabajo recurrieron a mí para que les localizara a alguien que quisiera trabajar con ellos. Como yo andaba ya ocupada por aquél entonces contacté con la hermana de una amiga de la infancia. Claro que aceptó, encantada. Y estuvo mucho tiempo trabajando en ello. Y pasó más tiempo, tuvo problemas con alguien cercano a mí y cuando me enteré de lo que pasaba, me había metido en un lío de tres pares de narices. Imaginad cómo estaba el ambiente, que cuando yo entraba a a trabajar pensaba "a ver de qué se me acusa ahora". Y todo por ella que, casualmente, entró en donde yo estaba y cuando terminó yo seguía en el mismo sitio. Puso a la gente en mi contra , creó mal ambiente hacia conmigo y sólo cuando se fue comprobaron que no era cierto todo lo que había dicho contra mí. Joder, ¿y os dais cuenta cuando ya no está? Y yo no comprendía cómo alguien a quien conocía de toda la vida, a quien incluso le había ofrecido un trabajo podía tratarme de esa manera. Pero sí, ocurre. Y más de lo que pensamos.

Ha pasado el tiempo y vi en un local que van a abrir un cartel de que se necesitaba personal. Al ver el nombre de la empresa, pensé en una amiga que tiene experiencia en el sector y lleva años parada. Bueno, pues he recibido una llamada suya para decirme que ha sido contratada, que muchas gracias por avisarla, y tal. Y ha dicho algo: "Si no llega a ser por ti, no me entero. Voy a trabajar gracias a ti". Suena exagerado, la verdad. Pero ha dicho algo que ninguno de los anteriores me dijo.

Hoy he hablado de trabajo, pero es aplicable a cualquier aspecto en la vida. Soy servicial con los demás. Intento ayudar en lo que puedo, y hay gente que cuando ya tiene lo que quiere, desaparece dejándome atrás sin querer darse cuenta de que yo, tal vez, fui la única persona que les pudo ayudar cuando andaban tan mal. Pero así es la vida. Y gente ingrata habrá siempre, que despreciará u olvidará lo que hiciste por ellos. Y sólo te echarán en falta cuando quieran que estés y ya no te vean a su lado.

Me quedo con una frase de Séneca.

Ingrato es quien niega el beneficio recibido: ingrato es quien lo disimula, más ingrato es quien no lo devuelve, y mucho más ingrato quien se olvida de él.