25.3.09

Sobre gustos...

Ponéos en situación: cuatro personas, tres chicos -uno moreno, otro rapado y otro castaño- y una moza, tomándose algo en un bar cualquiera, una tarde cualquiera de un fin de semana cualquiera. Uno era Gruñón, otro BraulioProf y otro era el hermano de BraulioProf. La moza era yo, por si no lo habéis pillado. Bueno, pues estaba yo con ellos cuando me entraron unas ganas de fumar terribles, y yo sin tabaco. Me acerqué a la máquina dispuesta a fumarme sólo uno, cuando unos chicos que yo no conocía de nada, que estaban cerca de la máquina del tabaco, se me acercaron. Uno se puso, así, casualmente, a mi vera, como si yo no me hubiera dado cuenta.
-Hola.
-Hola.
-Oye... ¿te apetecería quedar esta noche conmigo?- os juro que yo flipo con los hombres. Seguro que después del kiki éste es de los que te dicen "por cierto, ¿cómo te llamas?".
-Ay, ¡no puedo!- dije.- Tengo que volver al convento.
-Pero ¿no tienes unas amigas para presentárnoslas?
-Huy, tampoco. Es que soy una antisocial y odio a la gente.
Parecían divertirse.
-Venga, mujer...
-Que no, que mañana tengo que levantarme pronto para ir a misa de laudes (que ni idea, pero sonaba fashion) y la madre superiora me tiene controlá.
-¿Estás con esos chicos?-preguntó uno de ellos, señalando con el dedo. Me encontré con que los tres mozos nos miraban curiosos desde la mesa.
-Ehm... claro. El párroco del monasterio, el arzobispo y un seminarista.
-Joder, pues yo me pido al pelao.
A todos nos entró un ataque de risa que nos duró bastante. Se despidieron de buen rollito y se trasladaron a la otra parte de la barra.

Tardé media hora en terminar de explicarle a BraulioProf qué había pasado. Es bastante complicado explicar las cosas con un ataque de risa que no se va.

Y cuando se lo expliqué, a él no le hizo gracia ninguna. A los demás, si. El calificativo pelao le dolió hasta la raíz, a pesar de serlo por voluntad propia y no por genética hereditaria. Volverá a dejarse crecer el pelo. Una pena, porque tiene una cabeza preciosa.

El cigarro me lo fumé camino a casa. Te despistas un poco, y se te olvida lo que ibas a hacer.

3 comentarios:

Satrústegui dijo...

No cambias eh, no cambias!

Lamu dijo...

Confieso que he vuelto para mirar la foto del buenorro de antes...

Lynze dijo...

Querida Eufrasia (y con este ya me pongo al día),
¿cómo hubieras preferido que te hubiese entrado el muchacho? ¿Con una frase cursi? ¿Con un te invito a un cigarro?
La vida es muy corta para ir dando rodeos... aunque pensándolo bien, igual es más divertido dar rodeos...
Por cierto, no me han excomulgado de la blogosfera. Algunos imprevistos que no te dejan hacer lo que quieres.
¡Ah! Antes de que se me olvide (que ya es muy tarde o temprano según se mire) un poquito de obsesión con el tema religioso parece que dura, ¿no? A ver si al final te vas a convertir en monja de clausura. Si es así, avisa antes de marchar para que te pueda visitar. ;-)