4.3.09

Cuentos chinos

Desde nuestra más tierna infancia nos han contado cuentos. Infantiles, me refiero. Otra cosa son los cuentos que nos cuentan para camelarnos y tal. Bueno, pues los cuetnos, fábulas y demás historias típicas de la infancia son de las que quiero hablar.

Los hay de todos los gustos: de animales, de princesas, de seres imaginarios, de brujas, de artilugios con vida propia… Tengo que decir que los autores de estos cuentos tenían o una imaginación desbordante o un problema con las drogas. Pensemos que es la opción a. Imaginación desbordante. Vale, pues ellos hicieron que varias generaciones de niños hayamos escuchado estos cuentos, so riesgo de creérnoslos de pe a pa, con moraleja incluída.

Pero… ¿qué pasaría si en la vida real ocurriera lo mismo que en los cuentos?

Profundicemos en ellos…

Situación 1: Te estás peinando recién levantada, con una cara de sueño de tres pares y con bostezo fácil, cuando te aparece una imagen en el espejo que te dice que eres la más bella del reino. O tú, o Blancanieves, qué más da. Te cagas viva y te meas toa al mismo tiempo y no vuelves a entrar en el cuarto de baño hasta que estás segura de que han quitado el espejo una legión de exorcistas.

Situación 2: Tienes una fiesta y no sabes qué ponerte, y aparece una tía que dice que es tu hada madrina, y que te peina, viste y regala un coche para que vayas de gratis. Sabes que nadie da nada por nada, por lo que prescindes de un favor de una desconocida que no has pedido, y te presentas con tus pelos, tus harapos y con tu bonobús a la fiesta, en la que el chico más guapo (o por el que suspiras) pasa de ti incluso si asistieras a la fiesta en bolas. A la salida, aburrida, se te rompe un tacón, cae por una alcantarilla y tiras el zapato. Al día siguiente, acabas con un zapato de un solo pie y sin nadie que te busque con el otro.

Situación 3: Eres una sirena que le ha echado el ojo a un príncipe guapetón que has salvado en un naufragio. Para hacer cosas humanas con él, necesitas dos piernas, por lo que acabas yendo a una bruja para que te de algo pal cuerpo. Ella, a cambio, te pide tu voz. Como al príncipe no lo quieres para hablar, se la das encantada. Por la noche, vuelves, satisfecha y contenta y devuelves el par de piernas.

Situación 4: Tus padres son muy pobres y te abandonan junto a tu hermano Hans en el bosque. Ves en el bosque una casa de chocolate y empiezas a comértela, porque es chocolate del que se come. Una bruja se quiere comer a tu hermano y lo ceba, y a ti te usa para hacer las cosas de casa. Llamas a Servicios sociales y…

Situación 5: Estás durmiendo la siesta. El tío más guapo del mundo se acerca a despertarte con un beso de amor. Apoya sus labios en los tuyos y tú le sueltas una ñescla, por despertarte. Hay personas que tienen mu mal despertar, y además hay tíos cerdos que no tienen en cuenta si tú quieres que te besen.

Situación 6: Te toca :D

2 comentarios:

manolito dijo...

vas por el bosque a casa de tu abuelita.te encuentras a una loba feroz y dejas q te coma a mordisquitos.eso sí..con mucho cariño.después le explicas q se deje de seguir mordiendo q a tu abuelita no le van nada esos temas..

jejeje tienes toda la razón.un beso.

Anónimo dijo...

Querida Eufrasia,
siguiendo con el cuento, eres uno de tres hermanos que te haces una cabaña de paja y cuando terminas acabas tocando el violín con tu otro hermano que se ha hecho otra cabaña de madera. El mayor, como es muy ostentoso (el listo) se la hace de ladrillo. Viene un lobo y os refugiáis cada uno en nuestra casa. Te derrumba la cabaña de paja de un soplido, así que te vas con tu hermano de la cabaña de madera. El capullo del lobo también la derribó de otro soplido porque no fumaba y estaba hecho un toro, así que fuisteis a buscar al hermano mayor y los tres le pegasteis una paliza que hicisteis que el lobo se volviera vegetariano, aunque no estando contentos con ello, cazasteis el lobo, lo abristeis en canal y lo hicisteis a la parrilla que sabe mejor y engorda menos.
Y colorín colorado, esta vomitona se ha acabado.
Por cierto, si has llegado hasta aquí (ya tiene mérito) que sepas que por un momento pensé que no te leería más por tu ausencia de escritos. Mira, yo soy así.