18.12.08

Canaliza tu ira.

Hoy no he tenido precisamente uno de mis mejores días, y mira que lo había empezado la mar de bien. Mi despertar tras una noche de sueño gratificante, sepultada bajo cuatro mantas (si, cuatro) (es que tengo frío), mi café con leche viendo las noticias por el internés, el primer intento del día por escribir un post sin éxito (¿qué iba a contar?¿que había dormido sepultada bajo cuatro mantas?) y mi cambio de ropa: del traje de noche -vulgarmente llamado pijama- a lo que comúnmente se le conoce como traje de calle -vaqueros y jersey, vamos-. Y entonces...

Primera putada: me llaman de un sitio para decirme que no sólo no estoy nominada, sino que tendrán en cuenta mi currículum para próximas selecciones de personal. Y yo, pensando ese viejo noduelenoduelenoduele... Porque tengo que decir a los nuevos visitantes del cutreblog que yo tengo dos vicios: el tabaco y la búsqueda de trabajo. Son dos hábitos que no puedo dejar nunca de forma definitiva. El primero, porque no puedo -tampoco he insistido mucho-, pero el segundo porque no me dejan que lo deje. Así de fácil.

Cuando caminaba por la calle con la cabeza apoyada por las paredes lamentándome de mi fracaso y pensando mil y una razones ajenas a mí -por supuesto- para no ser la elegida, me ha llegado la segunda noticia fatal. Y entonces me he puesto de una mala h*sti* que no puedo explicar aquí. Hubiera sido más fácil llorar -y más para la de las lágrimas más fáciles a este lado del Mediterráneo-, pero a mí me da ahora por cabrearme. Mucho. Pero mucho. Hasta límites que ni sospecharíais. Vamos, que me ha sentado tan mal, que he notado como las cejas, los ojos, la nariz y la boca se concentraban en el centro de la cara. Un cabreo en toda regla.

Con semejante genio, me he permitido el lujo de acercarme a la tintorería, en donde desde hace dos semanas tendría que haber estado un abrigo de mi madre y no aparecía. Usando la mala leche, he conseguido que encontraran en dos segundos lo que no habían encontrado en dos semanas. Luego, me he pasado por casa, en donde he visto a un santo varón con su perrito -monísimo- haciendo popó casi en el escalón, casi le hago tragarse el mondongo y el perro, por este órden. Cuando se ha ido, casi estaba la acera más limpia que cuando había llegado.

El resto del día ha sido monótono. Como que el cabreo no se me ha ido, y sólo mi madre ha sido la que me ha puesto firme cuando ha visto que (joer, qué olvido) me había olvidado comprar el pan. He estudiado un poco, he mirado el correo unas doscientas veces -odio los popopoins que no sean graciosos- y me he permitido el lujo de fastidiar a algunas empresas mandando mi currículum, sabiendo que no soy lo que buscan -se jodan, que trabajen ellos si no puedo hacerlo yo-.

Y como por la noche la tele es una caca y no me apetece estudiar, aprovecho para desperdiciar este ratito dando sabios y productivos consejos para utilizar la ira de forma constructiva.

Ya se ha ido el cabreo -siempre y cuando no lo recuerde-, pero mi madre tiene su abrigo, ese perro no ha mancillado el escalón de mi casa y yo he conseguido fastidiar a los de RRHH de las empresas haciéndoles pensar eso de "Esta tía tiene que estar de coña".

De coña no. Era por joder un rato. (pero... ¿y si cuela :P?)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Eufrasia,
...bueno, es igual, déjalo... no sea que te cabrees de nuevo...

LA CALLE VACÍA dijo...

Eso de las cejas, los ojos, la nariz y la boca concentradas en el centro de la cara me ha gustado, pa la saca....no te digo nada más no sea que se te vuelva a despertar el indio....como dijo el sabio de ubrique, solo dos palabras RE-LAX ;)