30.10.08

Cuando el río suena...

Hace un tiempo que, por motivos de trabajo, me codeo con gente de ésa que sale en los periódicos cuando pasa algo, o inauguran algo, o le dan medallas a alguien y etecé, etecé. Mucha de esa gente ha tenido algún que otro comentario positivo hacia mi persona, el último escalón -allá, abajo, tan lejano- de esta jerarquía. Me he hecho amiguita de algunos escoltas, que parecen escogidos por catálogo para señoras. Tengo buenos compañeros/as, por poco tiempo ya (snif). Tengo un par de enemiguitos, pero los tengo a raya de momento (y que osen dirigir su mirada hacia donde yo esté whahahahaha...). Y tengo fama de ser cordial, trabajadora, discreta, alegre y hay un aviso sobre mi cabeza -que todo el mundo ve menos yo- que advierte que no me toquen mucho las fanfarrias porque tengo un pronto mu malo. Tó eso. Y lo más terrible de todo es que tienen razón. En lo del pronto, también.

Hoy he recibido más halagos que en toda mi vida junta. No sobre mi melena rojiza, ni por mis ojos expresivos, ni tampoco por mis curvas abiertas hasta el infinito, ni por mis tareas. Qué va. Hoy han dejado muy claro dos personas -que creo que no se conocen y ninguno es ascendiente mío- que tengo un trato amabilísimo y correctísimo, que soy una pofesioná y que valgo mucho (¿eh? ¿eh?) Y allí me veíais, colorá como una pasa, escuchando una cadena de halagos que haría sonrojar a cualquiera. Sólo se me ha ocurrido bromear diciendo que lo pusieran en papel, para mi próximo trabajo. Risas generales, pero no se han mojado. Bla bla bla, que la fuerza se les va por la boca.

Lo dicho: soy un diamante en bruto. Con los días contados.

Y con las manos heladas (estufa bonita... andandarás...)

Así que por lo menos he podido disfrutar un ratín de la compañía de un escolta que no tiene nada que envidiarle al Beckham ése (¿quién?) y me ha invitado a un café. De máquina, pero café. Aguachirri que ha sabido a... aguachirri. Pero por lo menos he estado halagada con tanto halago -valga la redundancia- y con la breve compañía. Y luego, a trabajar.

Y yo me pregunto: si no quieren hacerme una recomendación por escrito, y ser buena persona no cuenta en ningún currículum... ¿de qué me sirve tomar café con el escolta? ¿DE QUÉ?

Me voy a estudiar. Lo sé, lo sé... Para lo que me sirve...

Jujuju...

Ps: Estoy dándole vueltas a volver a cambiar de plantilla en el blog. Es bonito este, pero poco cómodo para leer. Pero es taaaaaaaan bonito...^^

26.10.08

El cielo de los blogs.

Hace muchos años salieron a la venta unos cacharritos que fueron moda y causaron furor: los tamagochis. El que lo recuerde, verá que fue todo un fenómeno. Todos los niños querían tener un animalito virtual en una especie de llavero redondo, al que darle de comer y jugar. Cutre era un rato, pero famoso se hizo y mucho. Cualquiera podía tener un bichillo portátil al que matar de hambre sin ningún remordimiento, porque tenía la cualidad de resucitar a voluntad tuya, y volver a empezar. Muchos tamagochis, la inmensa mayoría, masificaron su cielo particular por la cantidad de fallecidos en la primera semana. Y cuando el cielo de los tamagochis estaba tan lleno que ya no cabía un píxel más, al cabo de unos años -pocos- volvieron a surgir pero ya no fue lo mismo. Morirían, pero muchos menos. Habían otras cosas más moden-nas e interesantes con las que jugar.

Con el fenómeno blog, pasa más o menos lo mismo. Quien más o quien menos, ha tenido más de un blog en su haber. A alguno se le ha alimentado algo más que a los otros, pero la inmensa mayoría ha ido muriendo por inanición. Recordemos que un blog no sólo muere porque no se escriba en él. Las visitas son, al final, lo único que te dice que hay alguien más al otro lado y que no le aburre tanto lo que le dices, cosa que te anima a seguir, un poco, por ellos. Dicen que hace más el que quiere que el que puede. No tener tiempo es algo común para todos, o no tener todo el tiempo que se quisiera, pero desde luego, para mí escribir en el blog sigue suponiendo un placer, aunque haya poco que contar, que una obligación. El caminar hasta los cuatro años de existencia no me ha supuesto ningún esfuerzo. Mi meta no fue el conseguir ser extensa en el tiempo, de hecho, recordemos la de veces que anunciaba que me iba, que volvía, que me volvía a ir... En pleno boom de creaciones blogueras, nació el aquí presente. Otros fueron al cielo de los blogs, pero este continúa, aunque el número de visitas decaiga, aunque mis posts sean insulsos, menos frescos, aunque yo misma vea la transformación que ha sufrido.

Ahora que el crecimiento exponenecial de los blog ha desaparecido y lo que hace es decrecer de forma alarmante -otra crisis, parece-, supongo que los que tuvieron un blog ahora se dedican a participar en mundos virtuales, que también tendrán sus mesecillos de gloria, en redes sociales, que también tendrán una época dorada, y cosillas que aparecen y que, si estás, te hacen estar en la onda. El que el mundo caduco de los blogs siga teniendo a pesados, como la que aquí suscribe, dando la brasa con algo tan arcaico -recordemos que en tecnología la obsolescencia tiende al infinito en poco tiempo, supongo que será a que mantenemos algo que nos gustó, y nos sigue gustando. Escribimos por placer, o para entretener, o por cualquier otra cuestión. Esto no es un jersey, que no te pones porque ya no se estila. Esto no es un garito de moda. Aquí apenas te importa si te quieren agregar a clubes selectos y exquisitos. Porque en el mundo de los blogs, al revés de lo que pasa en la selección de las especies, no sólo sobreviven los más fuertes, sino también los más plastas.

Plasta o no, por aquí seguimos. Supongo que seguiremos hasta que nos echen o nos cierren el chiringuito. Pero lo que tengo claro es que ha sido un placer haberlo tenido durante mucho tiempo, mostrando cada uno de los estados de ánimo que puede tener una persona, contando las batallitas del abuelo, escribiendo cosas que ni se me ocurrirían comentar con otra persona so pena de que me mirara raro. He podido usar más la imaginación o la realidad, pero se escribe por gusto y gusta que te lean.

La época dorada de los blogs pasó, y ahora, en el declive, la especie plasta continúa dando la brasa en la blogosfera. No seremos los más leídos, ni los más interesantes, pero desde luego los más constantes, si que hemos sido.

Y por mí, el cielo de los blogs, puede esperar.

23.10.08

Oh, sieloh...

Desde hoy, soy pelirroja. Nada, una vená que me ha pegado.

Me sienta bien.

Lástima que este color dure sólo unos cuantos lavados...

Como me vista de rojo, iré dando la brasa con el ¡hola! ¡soy tu menstruación!

Eso si, como me ponga algo blanco va a quedar constancia del color de mi pelo...

Jijiji... la toalla parece sacada de un asesinato...

Voy a merendar (si, otra vez). Sed buenos...

22.10.08

Introduzca la contraseña para desbloqueo.

Digamos que me encuentro apuraíta. Llevo tal mejunje de cosas encima, que hoy mi cuerpo ha pedido a gritos desconectar. Me he quedado en blanco, cosa que hacía mucho tiempo no me pasaba. No sabía si correr en círculos dando alaridos o darme cabezazos contra la pared. No sabía si gritar voy a morir o necesito medicación. No sabía si llorar o estarme quietecita. No sabía elegir. No podía elegir. Me he quedado, literalmente, paralizada.

Yo trabajo/estudio bien ante presión. Creo que incluso mejor que a mi bola, pero esto que no lo sepa nadie. Sólo que a mi bola mola más. Pero no sé qué me ha pasado, que hoy he sido incapaz de concentrarme. He sido incapaz de reaccionar. Y lo peor de todo es que me ha dado igual. Lo único que he hecho ha sido el anunciar que salía a fumarme un cigarrito, y me he quedado fumando, solitaria, en la calle, con los ojos cerrados, incapaz de querer leer nada más, sin ganas de fijar mi vista en nada cercano, ni en nada lejano. Era como si me hubiera quedado sin pilas de golpe.

No ha pasado absolutamente nada para que me quedara mirando el teclado sin pensar en nada. Y es raro que yo no esté pensando en algo. O maquinando algo. Pero hoy he sido incapaz. Hoy me ha fallado algo. Es como cuando vas a abrir tu correo y te encuentras con que no te acuerdas de tu contraseña. Como cuando apagas el móvil y no te acuerdas del pin y acabas buscando el puk para desbloquear, sin encontrarlo.

Luego me he recuperado, poco a poco, pero reconozco que esta etapa es muy bestia para mí. Hasta yo dudo ya de mi capacidad y de mi resistencia. No sé si acabaré convirtiéndome en leyenda urbana, de ésa en la que la protagonista se queda p´allá de tanto estudiar. No sé a la distancia que me quedaré, pero creo que necesito encontrar algo que me relaje antes de comprobar si la leyenda esa es real.

Mi madre me dice que es ansiedad. Y yo lo llamo histeria.

Pero tranquilos, que no es contagioso, y menos por la red. Como no es viral (jaja, chiste malo :P)

Voy a correr en círculos mientras pido a gritos mi medicación. Y luego, volveré con mi estudio.

20.10.08

Poesía eres tú.

Cuando yo era adolescente caí como tantas otras bajo la inspiración de las musas. Creí que mis relatos eran buenos, mis cuentos interesantes, y mis poemas eran tremendos. Para mí, lo eran. De hecho, aún conservo un par de cosillas que han sobrevivido a varios expurgos que sólo el paso de los años y la vergüenza hace que destruyas y perdones la vida a lo que creas que no está tan mal del todo. Si las musas me inspiraron, tuvieron que ser las más antipáticas, porque andaqueandaque... De todas maneras, como la fábrica aún sigue abierta -ejem, soy yo-, puedo seguir cambiando originales, crear novedades y seguir retocando aquello que un día escribí en un alarde de inspiración.

Ahora la poesía me aburre. Y me aburre porque me gusta la simetría, el compás de los octosílabos, los sonetos y la rima consonante. Ahora, para mí, la poesía es prosa recortada por donde no toca. No me interesa. Prefiero leer los prospectos de los medicamentos. O las poesías anónimas, rebeldes y transgresoras.

Pero de toda aquella poesía suburbana, de todos aquellos poemas que quedaron en el pasado, sólo hay uno que sigue haciéndome recapacitar sobre mis gustos.

Tú, que eres poeta,
tú, que versos compones,
bájame la bragueta
y tócame los coj*nes.

Si es que Bécquer se enrollaba demasiado...

Ps: Es el descansito. Y ahora, güelvo a estudiá.

Tú quieres que te coma el tigre.

Con la que está cayendo, ha salido la noticia definitiva de mi cese en la empresa, que acontecerá aproximadamente hacia finales de año, si no ocurre ningún milagrito, acto divino o si algún jefecillo me echa una manita. Pero como los jefes bastante tienen con lo suyo con la que hay liada con la crisis, y no creo que dios se moleste en preocuparse por mí por mi ateísmo, pues nada, a otra cosa mariposa, cuando una puerta se cierra se abre otra, y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Hay alguien -argh, siempre hay alguien así- que se dedica a lamentar infinitamente hasta la náusea mi salida de la empresa. Me acribilla a preguntas a qué voy a hacer ahora, qué será de mí, dónde encontraré trabajo... Pinta mi futuro negro oscuro a todas horas. Un as dando ánimos, vaya. Yo siempre le digo que menos mal que se preocupa tanto por mí, porque es un alivio ver cómo alguien puede sentir tanto las desgracias ajenas... Quiere picarme, pero no lo consigue. Lo que hace es cansarme, vaya. Quiero salir de la empresa bien, sabiendo que lo hice lo mejor que pude y que nadie tiene ninguna queja de mí. Pero con esta persona me canso. Me aburre. Quiere que le llene la silla de chinchetas. Quiere encontrarse un escupitajo en el café. O su móvil en el váter. Quiere muchas cosas, tantas como maquiavélica sea mi mente, pero no, que yo soy la buena -recordémoslo- y quiero irme con la conciencia tranquila.

Pero me hace bostezar. Jodó con el colegui, no sabía yo que le resultara tan poco simpática. Pero bueno. Yo me iré y se aburrirá sin mí. No entrará nadie en mi lugar, por lo que tendrá que hacer el trabajo que los demás hacemos por él por los siglos de los siglos. Y, como compartimos el escalafón más bajo de la pirámide jerárquica, se comerá todos los marrones él solito. Y lo mejor de todo, es que no se da cuenta de ello. Pero para qué darle un disgusto, cuando está feliz como una perdiz, saboreando su indefinidad en la empresa y mi cuenta atrás. Criaturita.

Lo malo es que me conozco y sé que acabaré haciendo algo que le moleste. No de ésas cosas que, hagas lo que hagas, acabarán molestándole, no, sino de ésas cositas que se pueden hacer como si no lo hicieras a propósito, pero que le molestarán aún más y con motivos. Oh, cielos, no quiero ser tan malvada. Qué leches: ¡voy a ser un monstruo perverso!

Así que voy a perder un ratín el tiempo y no voy a hacer algo que tenía que haber hecho él esta mañana, pero que me ha dejado a mí porque cree que lo voy a hacer, y se lo voy a dejar sobre su mesa, bien a la vista, para que sea lo primero que vea cuando vuelva. Lo segundo que verá es que estoy con la fotocopiadora haciendo 100 copias (o 200, yo qué se) de una cosa que se necesita para la semana que viene sin falta. Y todos sabemos, claro, que los días pasan volando... Y porque quiero tener vistas privilegiadas cuando alguien le pida lo que no se ha hecho. Eso sí: de ésas copias que voy a hacer van a tener hasta que acabe la crisis.

Ah, qué bonitos son los lunes...

18.10.08

Los sueños sueños...¿son?

Acabo de despertarme de la siesta. No suelo dormir, ya sabéis, pero parece que no me encuentro muy bien y la naturaleza, que es muy sabia, ha hecho que cayera rendida en el sofá. Lo extraño es lo que me ha pasado: es que he tenido un sueño. Os cuento e interpretad vosotros mismos:

...Voy con una chica vestida de rosa, exactamente con un traje de colegio rosa muy recatado, de piqué, aunque ya era mayorcita para ir así. La chica es monísima, pero más tonta que una mano dormida. Me cuenta tonterías, que no recuerdo, pero llega a decirme que no quiere volver a estar con fulanito porque tiene una pistola. Y yo pienso, jodó con la tía, menudas amistades se trae. Intento que me hable más cuando empieza a soltarme barbaridades sobre esta persona, y yo le digo que vaya a la policía... cuando pasamos por una empresa de seguridad, y ella empieza a llamar a los empleados desde la calle contando, a su manera, que no quería volver a fulanito y no sé qué de una horchata -cosa terrorífica-. Sale uno de ellos y la mira con cara de "¿mande?" cuando me mira y ve que me encojo de hombros -no sé reaccionar ante algo así-. El hombre entra y le dice a su compañero, que está de espaldas, que salga. Y con una corona de una virgen -supogo yo- sale... tachán... Samuel L. Jackson dándoselas de omnipoderoso haciendo como que le interesaba lo que contaba la chica...

...Y resulta que me despierto riéndome. Mierda, ¡que me he despertado en lo mejor!.

Normalmente no te acuerdas de los sueños, y prefiero escribirlo antes de que se me olvide del todo, pero párdiez, esto ha sido insuperable a lo hasta ahora visto.

Supongo que no será nada grave, doctor, pero ha sido divertido. Muy divertido.

9.10.08

Como el acero.

Me voy de puente. ¡Me voy de puente! Me han dado un día libre, por mi cara boni... por mi cara. Soy prescindible este puente. Puedo salir de fiesta y despendolarme... Lalalalala... Mañana (bueno, hoy) es fiesta. Ya sabéis, cosas de las comunidades autónomas.

No pienso estudiar. No voy a llevarme un triste apunte. Quiero salir un poquito. Sólo este finde. Así que me voy a mi pueblo. Mañana por la mañana (bueno, hoy) salimos.

Si alguien pasa por algún pueblo de Toledo y ve a una tía por la calle con cara de pánfila y que parezca que está en los mundos de Yupi, lo mismo soy yo.

Venga, si: seré yo.

Me retiro, que ya me está costando abrir un ojo, y creo que eso es una señal (pero mira que tiene que ser cómico ver cuando los párpados van cada uno a su ritmo...)

Que si. ¡Que ya me acuesto!

Buenas noches...

Feliz puente...
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...Si lees esto es porque querías seguir leyendo, pero yo ya no escribo. Recuerda: estoy durmiendo ya. Jeje.

6.10.08

Regalos de familia.

Siempre que veo un orinal me acuerdo el que tenía mi abuelo materno. Mi abuela no lo tiró porque se lo regaló no sé quién, y los regalos que te regala la gente a la que aprecias nunca deberían ser menospreciados, por muy feos que fueran. O eso dicen -juju, no han visto mi armario...-. Bueno, pues mi abuela lo tenía guardaíco debajo de la cama para ponerlo en contexto, pero procuró que nunca fuera usado.

Pero lo fue. Mi hermana y yo teníamos la costumbre de chorizárselo para múltiples cosas. Un día lo llenábamos de tierra y poníamos tres hierbajos pensando que florecerían. Otro día lo llenábamos de agua y buscábamos hormigas para que se bañaran un rato. Lo de orinar en los hormigueros era otra cosa, no os penséis, que de niña, y que yo recuerde, hacía muchas cosas con los bichejos. Y, por supuesto, nos llevábamos el orinal al último rincón de la casa y lo utilizábamos para lo que fue creado. Mi abuela llegó a esconderlo, porque siempre le tocaba limpiarlo, mientras mi hermana y yo siempre nos asombrábamos de cómo era posible que la güeli siempre nos pillara in fraganti. Más tarde, descubrí que el olfato fino que tengo de adulta viene de familia.

Un día mi hermana tuvo la mala suerte de dejarlo deslizar sutilmente hasta el suelo. La porcelana se rompió en varios trozos, y mi abuela, con un disgusto enorme, intentó dejarlo lo mejor posible. Ajado y reconstruído, el orinal se quedó al final dentro de una bolsa, guardado dentro de un armario, para nunca más ser usado ni visto, so pena de muerte -que se lo regaló a tu abuelo la nosécómo-. Mi madre siempre decía que le daban asco los orinales. Pero este era especial. Era el nuestro. Tenía flores de colores -como si desprendieran su aroma cual ambipur baño cuando fuera usado- y dos asas, una de las cuales se partió en más trozos que el orinal entero. Pero bueno: al final, alguien hizo limpieza cuando fueron a vender la casa, y la herencia materna no contó con el famoso orinal.

Y digo yo: ¿a qué santo me acuerdo ahora yo de esto?

4.10.08

37 segundos que forman parte de la historia.



Vengaaaaaaa, seguro que tú también lo veías y aún te acuerdas... andaaaaa, reconócelo...