13.9.08

Segundas partes nunca fueron buenas.

La frase hecha que da título al post es cierta... siempre y cuando haya habido una primera parte.

Retrocedamos en el tiempo. Mi amor platónico, que es el hermano de mi amiga Belén -que no me acuerdo qué nombre le puse, creo que Roberto-, tonteó algo conmigo, no me lo tomé en serio -aunque me muriera de ganas-, y ahí quedó la cosa. Tampoco yo quise indagar mucho, tal vez por si me encontraba algo que no me gustara, pero la verdad es que él no tuvo mucho interés en demostrarme nada, y yo tampoco me quise arriesgar. Me conformaba con tenerlo más cerca que las demás aspirantes a sus brazos, cosas de ser amiga de su hermana, y consolarme -del verbo consolar- con una sensación bonita, preciosa, inocente que siempre he guardado con cariño, puesto que el mozo jamás -insisto: jamás- ha hecho nada que haya podido ofenderme o molestarme. Y eso se agradece, vista cómo está la fauna. Tal vez, como no ha tenido interés hacia mí de ningún tipo en este tiempo, pues tampoco he tenido en cuenta sus cosas y he vivido en los mundos de Yupi, en donde tardé bastante en darme cuenta de que Yupi no existía.

Roberto conoció a la mujer de sus sueños y se casó. El matrimonio no duró mucho, por lo que se separaron, y ninguno de los dos pasó por una buena época. Se querían, pero eran incompatibles. A ninguno le dio por hacer cosas raras, simplemente no se llevaban y, aunque fueran la pareja perfecta a ojos del mundo, no existía tal perfección.

Durante este año, Roberto ha estado apareciendo intermitentemente en mi vida. Recordemos que los amores platónicos son platónicos por algo. Pues Roberto iba dejando caer que si un café, que si una copa, que si dónde vas... Belén me había advertido de que su hermano estaba un poco preguntón referente a mí, pero los dioses saben que yo, aunque me valoro mucho, no me creo ser objeto de deseo de nadie que me importe. Y, aunque suene repetitiva, a los hechos me remito.

Y la cosa es que mientras yo tonteaba con un par de chicos, él estaba esperando su turno. A la tonta, sabiendo que va muchos años por delante de los demás, acabó ocupando un sitio casi diario en mi vida. Que si un correo. Que si un mensaje por cualquier asunto. Que si le acompaño a comprarse cualquier cosa cuando yo vuelvo del trabajo, que su hermana no puede hacerle el favor. Que si venía a recogerme a la estación. Y así siguió la cosa hasta que me dí cuenta de que me gustaba tenerle a mi lado. Siempre he sido muy enamoradiza, y él fue el primero que llenó esta cabeza de tonterías. Durante años fue el único para mí, y me encontraba con que yo era la única para él.

Y me llené de dudas. ¿Ein? ¿Qué pasó? ¿Mande? Que yo me rayo mucho, y me conozco, y empecé a darle largas para que, si no estaba interesado de verdad, se cansara de mí y me abandonara, pero ante su casta insistencia, empecé a verlo como un cazador, que son los que insisten e insisten, de manera sutil y maquiavélica, hasta que caes y luego... au revoir. Que yo ya me rayo mucho. Será la edad >cof cof< o la experiencia, pero ese interés supino y supremo por esta humilde persona me estaba dando más quebraderos de cabeza que alegrías. Y lo pilló. Vaya si lo pilló.

Una tarde de agosto apareció por el bar de la playa en donde hemos pasado casi todo el mes. Vivíamos allí, prácticamente. Belén hizo cuanto pudo para que nos quedáramos a solas -es un decir: en agosto, en un bar de la playa, puedes estar de muchas formas, menos a solas-. Roberto -aclaro- no se pegó a nosotros, sino que siempre intentaba que nuestros encuentros fuesen a solas, sin nadie que interrumpiera. Por eso, me extrañó que hiciera su aparición en público y me requiriera de forma sutil, algo así como "Quiero hablar contigo".

Cuando alguien se hace unos cuantos kilómetros para hablar expresamente con una persona, es porque hay interés. Y él lo mostró. Fuimos a dar una vuelta, mientras él empezó a contarme cosas suyas, intentando recrear las tardes que habíamos pasado juntos, hasta que yo le pregunté que qué pasaba. Y entonces, fue cuando me dijo que yo le gustaba.

Y entonces le arranqué la ropa y...

Bueno, no. La cosa es que me quedé con un paralís mu tonto. Qué queréis que os diga. Aunque sepas que es mentira, que un amorsote te diga que le gustas, te deja una cara de panoli... Me preguntó que si me molestaba, que se iría y no me daría más la brasa, que su hermana le había contado lo que yo pensaba de él. Y yo, que por si no os habéis dado cuenta soy una persona que se raya mucho, pensé:
-Lo conozco años y años. Como me mienta, lo mato, que es el único que no me ha hecho ná malo.
-Es el hermano de Belén. Si me miente, creo que Belén lo remata.
-Mi hermano puede triturar lo que haya quedado (a petición mía).

Le dije que no me molestaba. Son muchos años ya los que lo conozco para que ahora venga a tomarme el pelo. Sabe que yo soy más seria de lo que aparento en estas cosas. Y sabe que es mi amor platónico.

Así que llevamos cosa de un mes quedando asíduamente. Tal vez esto no funcione, o tal vez si. Que llegue lo que tenga que llegar, y que sea cuando tenga que ser. Sólo sé que cuando me besó la primera vez sentí mariposas en el estómago, cosa que no había sentido desde hacía muchos y adolescentes años.

No me ha prometido nada, sino que seguimos como siempre, solo que ahora con más confianzas. Supongo que sabe también que, cuando quiero a alguien, prefiero mil veces no haber probado su cariño si lo voy a perder.

Que soy muy tonta y me ilusiono enseguida.

Y yo estoy un pelín ilusionada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida Eufrasia,
al leer tu entrada, y por alguna razón que desconozco, me ha llenado una sensación de alegría y satisfacción (sí, como las que dice S.M. de king pero sin coña).
Si bien siempre he pensado que hay que tener cuidado con lo que deseas porque se puede convertir en realidad, esta vez espero que te vaya muy bien.
Mira, me ha salido así y desinteresadamente. Que cosas, ¿no?