25.6.08

A la otra, vuelves.

Reconozco que eso de estar en una jerarquía no me gusta, sobretodo porque suelo ocupar los sitios más bajos-qué le vamos a hacer-. Aprovecho, sin embargo, una situación tan simple, en el que todo el mundo es más que tú, para desembarazarme de lo que "no me toca", léase, lo que se supone que uno manda, pero otro no quiere que haga, y me dedico a no hacerlo porque estoy haciendo cualquier otra cosa. Como excusa, sirve. Para quitarme trabajo, también. Porque parece que trabajo voy a tener unos cuantos meses más (¡yuju!) y para tragarme órdenes de los superiores tiempo va a haber. Hasta para que se harten de mí.

Pero el ser rebelde no es del todo malo. Parece ser que soy espontánea, y eso ha hecho gracia. ¿Acaso no conocen a nadie así? No es que hable sin pensar, ni que actúe sin meditar las consecuencias, pero soy así. Yo pienso -luego existo- y hago lo que me parece conveniente, dando mis pinceladas personales en cualquier asunto en el que yo tenga que ver. Y eso parece que es bueno, menos para quien -suspiro- no me traga (¿por qué siempre doy con alguien así en las empresas?-.

Pero el trabajar por tu cuenta, por muy bajo que estés en el escalafón, no deja de tener su encanto. No eres totalmente libre, pero lo eres. No tienes a nadie mirándote por encima del hombro, ni tampoco están atosigándote con tareas que tenían que haber estado terminadas antes de haber empezado contrato. Si hay que trabajar, se trabaja, pero mi religión me dice que por mucho que me rompa los cuernos nadie me lo agradecerá. Siempre hago un poco más de lo que me toca, para que nadie diga, pero que me dejen, que a solas trabajo muy bien.

En esas ocasiones solitarias, altos mandamases de diferentes entidades -perdonadme que no dé más detalles- han tenido la desgracia de ser atendidos por la persona que aquí escribe -a sus pies-. No sólo les parece adecuado el trato -y eso que yo no sabían quiénes eran-, sino que tras despedirse e identificarse -imaginad cómo se queda una cuando le dicen quién es (que ni idea, oiga, ahora me entero y porque usted lo dice)- se ofrecen a mi humilde persona, a este trozo de carne con ojos de vida mísera y triste (no os riáis, a las pruebas me remito XD) por si algún día necesito de sus servicios. Y yo, a todos, por su oficio, les digo que espero no tener que recurrir nunca a ellos. Pero se agradece. Dicen que hay que tener amigos hasta en el infierno, y aunque éstos no lleguen a ser algunos amiguitos míos, por dios que me tomo al pie de la letra el ofercimiento si alguna vez tengo algo que ellos podrían solucionar.

Tras la despedida, se ve que estos altos cargos de la jerarquía de lo suyo han hecho comentarios de lo bien que trato a la gente y un compañero -segurata- se ha puesto pelín mosqueado. Ha sacado el tema de que siempre ligo (¿?) con los peces gordos (¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!) y de que algo tengo que tener o algo tengo que decirles para que todos salgan encantados conmigo -¿todos? no me lo creo-. Y ha acabado diciendo que no me fíe de los peces gordos.

Y entonces ha sido cuando he contestado.

Le he dicho que yo jamás me fío de un pez gordo ni de nadie que lleve uniforme.

Se ha enfadado.

Y no sabe de lo que me alegro.

Eso le pasa por insinuar lo que no es, y por insinuar lo que no soy.

Además, los escoltas les acompañan no llevan uniforme, y de ésos si que me gustaría fiarme. Porque se supone que ahora a eso se le llama fiarse :P

Hombres... qué invisible soy para unos, qué prescindible para otros... y va éste, y se rebota por algo que ni le va ni le afecta. Y es que me da un repelús...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida Eufrasia,
a estas alturas de tu vida vivida en vida ya deberías saber (y más siendo mujer o eso es lo que dices) que la envidia es muy mala y que algunas veces se insinúan cosas por puro despecho. Los méritos propios parecen que no existen para el resto de los mortales. Por tanto mi consejo, a sabiendas que no me lo has pedido y a riesgo de caer en la indiferencia, es que ignores tan banales comentarios y que no minen tu forma de ser que tanto cuesta construir a lo largo de los años.