11.5.08

El campo de minas.

Por experiencia propia, puedo hablar con conocimiento de causa lo que yo llamo "el campo de minas". Así llamo a las situaciones en las que alguien, con más sadismo que beneficio, intenta enfrentarte o desprestigiarte ante los demás con cosas personales, hechos, frases, comentarios, recuerdos... Cualquier cosa puede ser la excusa perfecta para que decida, así, porque le apetece, meterte en embolaos ante la gente que te rodea, los más cercanos, o los más íntimos, o ante compañeros o gente con la que tratas a diario. En un intento de desestabilizar tu mundo, poner en entredicho tu honor, ataca tu integridad, tu autoestima, tu persona intentando destruir el mundo que te rodea contando -sean o no verdad- cosas que pueden afectarte o disgustarte. Todo el mundo tiene derecho a tener su intimidad o sus confidencias, y no tienen por qué ser del dominio público. Además, si no se trata de nada ilegal, no tienes porqué avergonzarte. Pero hay gente demasiado maquiavélica para darle la vuelta a la tortilla e intentar hacer ver algo grotesco o feo en donde sólo hay una postura personal, o unos principios.

Esas técnicas de manipulación, que se usa mucho en la política, y por lo que leo, entre los estudiantes de la misma, son tan evidentes que muchos las pasan por alto, creyendo que no son manipulados. Una de las técnicas es la de la publicidad. No recuerdo dónde lo leí ni quién lo dijo, pero eso de repite una mentira hasta que sea verdad, o miente, que algo quedará, se usa más de lo que nos gustaría entre, incluso, gente que desconoce la existencia de estas frases. Suelen ser gente egocéntrica y envidiosa la que elige una víctima entre sus conocidos, por una situación personal o profesional que ansía tener, y ataca, primero poco a poco de manera sutil, y luego va aumentando la intensidad al objeto de su obsesión.

Pero... si yo estoy en el paro, me salen mal las cosas y no tengo éxito con la gente... ¿por qué me están haciendo esto? Yo de tí no me subestimaría. Aunque nadie aprecie tus virtudes, hay alguien que si las ha visto, y las quiere. Y, como le pasa a la hermosura, hay cosas que no se pegan, y como no se pueden conseguir, pues se intentan destruir. Todas estas personas malvadas con las que nos podemos cruzar -o emparentar- saben que tienes algo que ellos no tienen, que quieren tener a toda costa, pero ante la imposibilidad de conseguir, intentan por todos los medios destruir tu hábitat natural, mostrarte ante los demás como una especie de monstruo, darle la vuelta a tus palabras e incluso mezclar actuaciones o pensamientos tuyos del pasado o de situaciones anteriores que no tienen nada que ver con el problema que ha creado. ¿Qué busca? Ser como tú, tener algo que tienes tú, pero como no lo puede conseguir, intenta ser un sucedáneo tuyo a base de demostrar a la humanidad el favor tremendo que les hace enseñando todos y cada uno de tus terribles defectos -reales o inventados- y, como gratificación, todos te darán la espalda y lo aclamarán a él como el verdadero elegido.

A mí es que me ha pasado varias veces. Tengo mucho carácter que me enfrenta con mucha gente, no me he comido jamás una rosca, no tengo estabilidad laboral... pero tengo otras virtudes que me acompañan. Mi mala suerte en ciertos aspectos en la vida pueden hacer sonrojarse de ira a quien ve que el chico de mis sueños no me corresponde, pero puedo ser su mejor amiga. O que en el trabajo temporal de turno hago mucho más con una mano en un rato, que el compañero con las dos en toda la semana. O que ante una discusión con alguien que me desprestigia, puedo hacerle callar con una frase destructiva. O que mi rencor por alguien puede ser tremendo y hay cosas que no perdono, aunque piense la otra persona que se me olvidará. No olvido, porque ese mal trago se me enquista en el recuerdo y me demuestra que esa persona no se merece mi confianza ni mi palabra. Cualquier cosa puede desencadenar la rabia de otra persona y yo, sin comerlo ni beberlo, me encuentro al final de toda la destrucción de sus manipulaciones con que sólo quería ser mi amigo, hacer lo mismo que yo, o ser como yo (verídico). Porque primero te imitan, y luego acaban queriendo eliminarte del mapa, quedándose con tus amistades, con tu personalidad y con tu autoestima.

Lo malo es que a veces lo consiguen.

Cuando lo consiguen, la mejor manera es no aferrarse a lo que no puedes recuperar. Tú eres tú, y eso si que no te lo puede quitar. La situación personal puede ser desesperante, pero siempre prefiero empezar de cero con otra gente, o mantenerme al margen de los que antes estaban conmigo. Es una buena terapia. Ves que no eras tú el problema, ves tus fallos, y reafirmas tus virtudes. Además,este enemigo te subestima. Y esto es muy, muy curioso porque yo de mis enemigos no lo haría. Jamás desprestigies al enemigo. Ya hablé de ello en un par de posts anteriores. Valgo más por lo que callo que por lo que hablo. No se puede contar lo que vas a hacer, es mejor callarse y actuar. A fin de cuentas, eres tú el agredido, al que han vapuleado y aunque no siempre reacciones, la venganza puede aparecer de una forma sutil, distante y sin que nadie pueda relacionarte con ella. Pero también está el factor aburrimiento. La gente se aburre. Normalmente, acaban dándose cuenta del engaño. Si a tí te querían por cómo eras, alguien se aburre: o el invasor de tu vida tras haber conseguido la victoria, o la gente, al ver que no es igual con él que contigo. A tí pueden haberte aguantado años. A él, en un par de meses pueden haberle calado.

Y echando mano del refranero español, tan rico en facetas, podemos afirmar que a cada cerdo le llega su San Martín. Y aquí no hay relación entre tú y lo que le ocurre. Ves cómo cae, cómo se degrada su situación y los acontecimientos se le precipitan. Puedes alegrarte, incluso, de ser espectador pasivo de lo que pasa.

Lo que es triste es que haya gente con tan poca autoestima para querer demostrar lo buenísimo que es al tiempo que hace como que tú eres un malo malísimo. Una excusa como ser del Barça o catalanista puede ser el desencadenante.

Así que si este elemento de la cadena evolutiva intenta manipular el entorno de Pablo Bellomonte y ese es el motivo por el que quiere abandonar la blogosfera... Pero sí parece mentira que el topo en cuestión no se dé cuenta que, lo mismo que hace, le puede explotar en los morros.

Todos andamos en campo de minas de vez en cuando. Incluso los acosadores.

Y como este post va dedicado a Pablo, sólo decirle que tenga paciencia, pero que no quede de brazos cruzados. Si quiere arroz, dale tres tazas, pero aunque pierdas la batalla, jamás te quedes con la duda de qué hubiera pasado si hubieras hecho algo más.

Pablo, estamos contigo.

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