9.4.08

Polémica zanjada.

Digamos que, para mí, que se apague una llama, sea de una antorcha olímpica o la de un mechero, me parece menos importante que dedicarse profesionalmente a contar confeti. El mundo se divide en dos bandos: los que la quieren apagar y los que no quieren que la apaguen. De las cosas que menos me interesan en este mundo, la antorcha olímpica es una de ellas. Por la forma, es fácil deducir por dónde quiero que se la guarden a buen recaudo, prendida y todo, ya que les gusta tanto tener la llamita encendida. Eso si: sin ventosidades, porque son inflamables y pueden liarla.

Lo que sí me importa, es la cantidad de famosos y gente supuestamente respetable que han salido a la palestra para denunciar qué se cuece en el país en donde se celebrarán los JJOO. No hay que negarlo, porque es evidente. Pero el mundo está lleno de injusticias y nadie de esos que salen ahora hablando de atrocidades e injusticias se fijan en otros grupos de gente, tal vez mucho más represaliados y, a lo mejor , mucho más indefensos. Hablo de las mujeres en todo el mundo. No he visto a Richard Gere hablando de lo que pasa en la India si naces -he dicho si naces- mujer y descastada. Sorprende ver por cuánto te venden tus padres a los cinco años o qué hacen tus hijos cuando te quedas viuda. Y eso si que es atroz, pero como no son budistas como él, pues no le pica. Tampoco he visto a nadie indignarse con lo que les ocurre a las mujeres de África, en donde he llorado leyendo, sólo y simplemente, relatos y reportajes de mujeres que sobreviven un día a día entre soldados, o el de niñas que tienen que vivir junto a una decena de hombres que deberían ser quemados vivos, mientras el resto del mundo mira hacia la antorcha olímpica. O lo que ocurre en Ciudad Juárez, México, en donde se preocupan bastante menos por las chicas que destrozan o desaparecen rumbo a su trabajo que por las olimpiadas. O la cantidad de mujeres que asesinan o violan en Guatemala, y no suelen encontrar un culpable; y si lo encuentran, resulta que es siempre la víctima, por llevar una falda demasiado corta -aunque tenga siete años la criatura- o llevar las uñas pintadas, detalle irrefutable de a qué se dedicaba laboralmente, como dijo en un reportaje un policía (la realidad distaba mucho de estas afirmaciones).

Nadie se indigna por el trato de las niñas chinas, nadie se moviliza por ello, pero por la antorchita sí. Tampoco se preocupan de las mujeres en la india, de la edad que sea, ni de las africanas, ni de las asiáticas..., ni de nada más que de la antorchita, y porque han mostrado qué les hacen a los monjes budistas. A los monjes budistas del Tíbet llevan mucho tiempo dándoles caña y nadie se ha indignado tanto con China, ni les han boicoteado sus productos, ni nada de nada. Hipócritas. Bien que mandan fabricar sus productos allí, muchas veces -comprobado por la presa seria- con mano de obra barata y esclavizada.

Por mí, que se coman la antorcha, por hipócritas y que se dejen de polémicas idiotas. Que se dediquen a hacer cosas que de verdad solucionen problemas de personas humanas. Que apagando una llama no se soluciona nada.

Qué hipócritas, de verdad...

2 comentarios:

sonrisadespeinada dijo...

sin ánimo de hacer peloteo creo que es lo mejor que he leído sobre este tema. Harta también del oportunismo, que parece que en china solo hay injusticias desde que les toca ser sede de las olimpiadas!una moda más, igual que adoptar niñas chinas tras un reportaje, genial pero y toda esa gente que ni siquiera sale en la tele?? no existen?

Anónimo dijo...

está bien que los famosos usen su fama para llamar la atención sobre injusticias como ahora con el tema del tíbet. pero te comprendo perfectamente,que es todo muy oportunista.