21.4.08

The avenger.

Hoy me han preguntado si soy vengativa. Bueno, rencorosa, soy un rato. Una rencorosa de mierda, exactamente. Lo que pasa es que a veces es mejor pasar página y dejar ciertas cosas atrás, más que nada para seguir adelante. Porque hay veces que has quedado fatal, sin derecho a réplica, el problema te lo han dejado calentito sin posibilidad de atenuante ni fianza, sin derecho a juicio, o te cargan el mochuelo bien clavado, no sea que se te caiga. El daño está hecho, la mayoría de veces sin comerlo ni beberlo. A veces, las más, es imposible hacer nada por sacudirte la culpa, sea o no tuya, sea leve o la hayan querido hacer descomunal.

Como culpable ya eres -o eso han demostrado los demás- de nada sirve quedarse en casa encerrada hasta que te mueras. Y piensas, ahora hablarán, pero con motivos. No es venganza. Y piensas, ahora si que voy a hacer lo que dicen que he hecho. Y tampoco es venganza. Y haces exactamente todo cuanto han utilizado para lapidarte públicamente. Pero tampoco es venganza. Y cuando ya lo has hecho todo, lo has dicho todo y ya han hablado y se han asustado, piensas: y ahora, hablad. Entonces es cuando se callan. Al igual que no se te puede juzgar dos veces por lo mismo, aquí tampoco. Y a veces, sólo a veces, entornas los ojos y tu sonrisa se ladea mostrando una imagen a lo Dorian Gray. Y es cuando empieza la venganza.

Como soy una rencorosa de mierda -repito-, pueden pasar años y años, y nadie sabrá lo que pienso y lo que planeo. Tiento, miro, observo y callo. Hasta busco varias posibilidades, que preparo por si una falla o no llega. Hasta el heredero de mi Pepito Grillo ignora lo maquiavélica que puedo llegar a ser cuando -aclaro- quiero (recordemos que mi Pepito Grillo la palmó el año pasado) y -aclaro esto también- puedo. Y cuando llega la hora... ¡oh, delicia divina! La venganza no está fría, es puro helado. Pero... oh, qué momentos los de antes de actuar...

Y entonces me vengo, del verbo vengar, no del verbo venir. Bueno, esto también. Me vengo y luego, me vengo. Y entonces llega el éxtasis.

Lo único que pasa es que muy pocas veces me vengo. Pereza, pasotería, desprecio... hay muchas cosas que pueden llegar a impedir esos momentos tremendamente placenteros. Lo que tengo claro es que, del que no me vengue, que sepa que no me importa nada.

A ésos, sencillamente, que les den por el culo. Tal cual.

Soy una rencorosa de mierda, he dicho. No actúo casi nunca. Pero tengo que decir a mi favor que podría hacerlo más de lo que lo hago, pero soy buena. O tonta. Da igual. La cosa es que no quepo en mí de asombro por las cosas que podría hacer y no hago. Por las cosas que podría utilizar en contra de los demás y no las uso. Por la de cosas que podría decir y no digo. Por la de cosas que descubro y nadie imagina que sé.

Si supieran lo que puedo llegar a hacer... o lo que es peor... si supieran cuándo lo voy a hacer...

Por lo demás, es lunes, mañana empiezo un trabajo nuevo -¡bien!- y no quepo en mí de gozo.

Y soy una rencorosa de mieeeeeeeeeeerda. Pero nadie es perfecto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Eufrasia,
¿una rencorosa de qué?
Por dios, que retorcidos podemos llegar a ser...

Anónimo dijo...

me has dado miedo eufrasia ...... menos mal que en el fondo eres buena :) al final el mal que haces vuelve a ti, así que no vale la pena ni la venganza ni el rencor. besos.

Anónimo dijo...

el anonimo era yo, que le he dao a publicar antes de tiempo.. besos.