11.2.07

Llámame Eufrasio.

Hace unos años, fui a renovar mi DNI, que tenía a puntito de caducar. Yo no sé en qué estaba pensando la moza que los hacía, pero tras recogerlo, me di cuenta que me habían cambiado el sexo. Según el carnet, yo era un tío que tenía un nombre de mujer. Algo así como lo que han aprobado ahora en el Congreso, que puedes tener una porra de aquí a Lugo, y llamarte Mercedes, pero yo fui pionera. Nadie se dio cuenta, nadie reclamó (y seguramente me harían pagar de nuevo el precio de una renovación, porque la administración nunca se equivoca), por lo que lo dejé estar. Hasta que alguien, en un sitio oficial, si que se dió cuenta.

Me presento en un organismo público a apuntarme a una bolsa de trabajo, llevando conmigo toda la documentación que se me solicitaba, hasta un par de fotos de carnet. Habían pasado un par de años desde la renovación del DNI, en donde salía yo con el pelo a lo chico (casi al uno, me dio por cortarme el pelo), y entonces, como ahora, lucía una media melena (ya he dicho alguna vez que yo, si tengo problemas de algo, desde luego que no es de alopecia ni nada por el estilo) (¿alguien quiere pelo? XD). El funcionario de turno, recogió todo cuanto yo le iba dando para compulsar tras comprobar la documentación. Al llegar al carnet, y tras una charla informal, lo vuelve a mirar, me mira, lo mira de nuevo, me mira... Yo me imaginé porqué lo hacía, así que le pregunté si pasaba algo.
-Es que aquí pone que eres un hombre...
-Ya, es una errata.
Estuvimos riéndonos de ello. Yo le decía que iba a ser la persona con más cambios de sexo del mundo, puesto que había nacido mujer, me habían cambiado a hombre sin yo solicitarlo y sin operarme, y que volvería a ser mujer en cuanto renovara. Él me comentó lo que le había pasado a su hermano: cuando le dieron la cartilla de la seguridad social, comprobó alucinado los siguientes datos: Nacido en Benidorm, Provincia de Alicante, Nacionalidad Estadounidense. Vamos, no sé qué era más alucinante. El hombre me aseguró que no tendría problemas por la errata (de hecho fue el único que se paró a mirar mi sexo) (el del carnet, claro je je je). Recogí mis bártulos y me fui de allí muy divertida (un alicantino estadounidense...)

Lo que pasa, es que cuando me corté el pelo a lo chico me confundieron alguna que otro vez con un tío. Pero con un tío bueno. Ya lo conté en el primer blog, unas chicas iban detrás de mí piropeándome, sin saber que yo no era un chico. Al creer yo que ese chico tenía que estar de muerte y resurrección para estar tanto tiempo esas chicas detrás de él, me giré para inspeccionar al aludido... pero cuando las chicas me vieron a mí y gritaron: ¡Coño, que es una tía! y se largaron corriendo, aluciné pensando si de verdad tenía esa pinta masculina digna de recibir halagos y proposiciones obscenas (que alguna hubo) por parte de esas chicas.

Pero es que hubo más. Cerca de casa vivía un matrimonio con una hija lesbi. Pues la chica (que era más mayor que yo) y su amiga, no hacían más que seguirme. Y no exagero: durante un par de semanas, daba igual a la hora en la que saliera de casa, porque allí estaban ellas, esperándome, para luego seguirme. A mí me daba miedo al principio, pero luego no, me autoconvencí de que eran mis escoltas. No se cortaban un pelo en pillar la mesa de al lado de algún bar para sentarse las dos, frente a mí, como en un cine. Yo me sentaba de espaldas a ellas, sin cortarme un pelo en demostrarles que lo hacía por ellas, aunque tuviera que levantarse otra persona para hacerlo. Tras un par de meses con escolta, desaparecieron de mi vida (¡bien!) tras ignorarlas hasta límites insospechados.

Luego, una vecina me tocó el culo y casi le meto un viaje. No volvió a mirarme siquiera (¡bien!)

Más tarde, otro par de amigas quisieron acapararme. Yo no sabía que ellas entendían, y pensaban que yo también lo haría. Acoso y derribo. Una semana santa, en una acampada, no hacían más que insistir, durante todo ese tiempo, noche tras noche, día tras día, que durmiera con ellas. Pero la semana siguiente fue peor: nos fuimos a pasar el finde a un apartamento a la playa, y cuál fue mi sorpresa (las camas contadas, las habitaciones adjudicadas, yo ya tenía con quién dormir...), cuando aparecieron ellas a medianoche con sus respectivos pijamas y tiraron a todo el mundo de la habitación para poder dormir conmigo. Bueno, dormir en mi habitación, lo consiguieron, pero yo huí (literalmente) al sofá (monoplaza, viejo e incomodísimo).

Pero un día, una amiga hablaba de que se había enterado de que otra amiga era lesbiana, y se dio cuenta de todo con un simple beso.
-¿Tú has besado alguna vez a una chica?
-Yo no-le dije.
-Yo tampoco. ¿Probamos?
-Vale, pero sin lengua-le dije de coña.
-Lo que tú digas...-¡¡¡y me da un beso!!!.-Tía, yo no he notado nada.
-Pues a mí me están entrando unas ganas de soltarte una leche...
Total, que así quedó mi breve romance (si es que lo hubo) con mi amiga.

Así que llegó un tiempo en el que creí que los únicos seres con los que podía hacer cositas eran otras mujeres, porque me veía deseada por ellas. Pero yo siempre lo he tenido muy claro: a mí me gustan los hombres, y de uno en uno, y a estas edades no creo que tenga una revelación así, de un día para otro. Pero además, como las que se me acercaban eran de acoso y derribo, acabé sacando mi carácter camionero para espantarlas, ya que, si me dejo, de mí no quedan ni las gafas.

Pero no. Tiempo después, me vi deseada por fauna masculina, por santos varones de diferentes familias, con el inconveniente de que a mí no me gustaba ninguno de ellos. Si, vale, pelín exquisita, pero qué le vamos a hacer. Al menos, suspiré aliviada: no tenía que tener tanta pinta de rudo motorista americano de Harley. Luego, ya se me pasaron las neuras.

Por último, comentar que una amiga, que ya tenía novio, y hacía guarreridas españolas con él, quería ir a la playa, pero tenía esos días del mes en los que te sientes más mujer que nunca (namierda). Vino a mi casa sofocada:
-Tía, tía, que no sé ponerme un tampón. ¿Me lo pones?

Eso me convenció para los restos, de que una amiga que confía en tí, te pide cualquier cosa, tengas o no aspecto de camionero barbudo.

Por si alguien quiere saberlo, no pude ponérselo :D




Y de regalo, una foto mía en Córdoba. Yo soy la de las uñas pintadas :D

5 comentarios:

Teny Alós dijo...

el león
por los dientes
el mundo
por el anzuelo
el día
por el amanecer
la boa
por el cuello
la vergüenza
por el orgullo
la impaciencia
por el ego
la magia
por el truco
la educación
por el saber
la verdad
por el comienzo

Anónimo dijo...

Jajajaja! Qué cosas!
Así que eres una chica muy "sesi", tanto para hombres como para mujeres?
Y yo que creía especial a mi dni por tener erronea la fecha de nacimiento! (2 días de diferencia)
En fins, un besote en el cogote

Satrústegui dijo...

Peazo post querida Eufrasia!!!

Puedo decir sinceramente que comprendo su situación puesto que me ha pasado y pasa eso muy seguido. Tengo un arrollador éxito entre el sexo masculino y muchas veces no puedo quitármelos de encima... y no veas en los lugares de ambiente (que me parecen simpáticos... pero es entrar y pasa lo que pasa así que mejor fuera). No soy homófobo, pero la situación ya me cabrea un poco (recuerde usted el incidente de la discoteca varsoviana... que triste).

Y de errores, de eso que también conozco y mucho, aunque nada de cambio de sexo (por ejemplo, alguien consideró que nací en principios de los 70 y siendo un crío podía presentarme a votar y todo porque constaba en el padrón... milagrosamente en la actualidad he rejuvenecido).

A mi ese pie no me parece el de un tío, todo lo contrario, es muy femenino!!!

Anónimo dijo...

jeje,que punto.buscando mi nombre por google(Eufrasio),he encontrado este post.Nunca pensé que iba a encontrar mi nombre en femenino,aunque si conocía su existencia.Saludos tocaya

Anónimo dijo...

eso me pasó a mí pero al revés me hicieron mujer en el dni siendo varón, Eufrasio de Andújar.