11.6.06

Cosas que se me dan bien

Buenoooo... anda que no hay cosas para las que soy un as. Por ejemplo, en ser una borde.

Para darle la vuelta a la tortilla al post anterior, tengo que reconocer que tengo un montón de cualidades y de virtudes que no me sirven de nada a la hora de buscar trabajo. Sé dibujar más que bien, tengo muy buena memoria, soy buena persona... Vamos, que tengo estrella (lo dijeron las cartas) pero siempre acabo estrellada. Mientras que no haya que amputar, pues en eso estamos...

Sobre de que soy una borde, es innato en mí. Ante cualquier situación que me desagrada o ante una persona que me ha tocado los ovariotti, pues nada, que no puedo remediarlo. De alma cándida con la que te puedes reir horas y horas (no de ella, sino con ella, ojito) me metamorfoseo en una especie de engendro lleno de pústulas que tira sapos y culebras cuando habla. ¡Atención! ¡Y sin decir un solo taco! Que eso tiene mérito, ¿eh? Puedo sacar de sus casillas al ser más inhumano del mundo, hacer que cualquier mequetrefe bravucón se convierta en un niño al que le han quitado el chupete... Joer, tengo que imponer. Cuando me pongo así...

Un día estábamos unos amigos tomándonos algo a la fresca en una terraza. Uno de los allí presentes estaba sentado con su novia y, además era policía (es policía aún, a pesar de todo). Casualmente, yo estaba entre los dos (por esa extraña costumbre de chicos a un lado y chicas a otro). Bueno, pues un grupo de niñatos caminaban por los edificios pegando patadas a las puertas, llamando a los timbres... Los niñatos tendrían unos veinte años, por lo que sabían perfectamente qué hacían. Al llegar a la terraza, la emprendieron a patadas con las sillas, tiraron una sombrilla y siguieron armando jaleo junto a nosotros. El policía empezó a decirnos en voz alta: "joer, mirad a esos, qué gilipollas, anda que como me levante...". Yo, más prudente, le recomendaba que se callara, no fuera que le escucharan. Y él, venga a repetirlo, elevando la voz... y los chicos, cómo no, lo escucharon. Y se acercaron...

Bueno, qué os voy a contar... Los chicos casi se lían a golpes con los de la mesa, unos increpando, y los otros diciéndoles que se fueran de allí. El policía no se atrevió a levantarse siquiera, pero allí los gentucillos querían sangre, y empezaron a decirnos de todo. Hasta que se me hincharon las narices, literalmente.

Sé que dije algo así como "Idos a tomar por culo pero ya". Todos (sin excepción) se quedaron pillados. Me había levantado de un salto, tirando la silla al suelo y me había plantado frente al más valiente, que era el que más gritaba y al que le olía el aliento a cebolla (imagináos porqué lo sé). El chico empezó a decirme (...lo que hay que oir en esta vida) que ése les había estado insultando, vamos, como si yo fuera (o fuese) la señorita en el patio de párvulos. Le dije (y de muy malas maneras) que me importaba una mierda, pero que se fueran de allí, que estaban haciendo el gilipollas.

...Y (misterios de la vida) me hicieron caso.

Los chicos se fueron con sus gamberradas a otro sitio. Todos me decían que estaba loca, que me podían haber dado un guantazo... y yo dije que ya estaba hecho, que los chicos se habían ido, así que se olvidaba y punto. Pero miré al policía:

-Mira que te lo dije, que te estuvieras calladito...

-...Bah, porque estaba de paisano, que si no...

Ese día, además de descubrir lo borde (y valiente) que puedo llegar a ser, me enteré de lo fantasma que puede llegar a ser un hombre.

...Por supuesto, se me dan muy bien hacer otras muchas cosas. Otro día contaré cómo sacar de quicio a una pandilla entera de chicos, los más pijos de la ciudad que, por cierto, la mitad ahora me saluda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja,jajajajjajaja...eres única.Y como todo "valiente" una inconsciente.
Gracias Eu
Te seguiré...
Un beso...o más

Anónimo dijo...

Bienvenida.
Espero que se te dé bien este blog.
Supongo que soy coherente si digo que no he retornado si no más bien he entrado aquí como alguien nuevo.
Conserva este blog. No vaya a ser que algún maleducado, falto de respeto y otros tantos de oscuros adjetivos lo abandonen.
En fin, hola